NO SONRÍAS - Y I Z H A N

Vamos a casa

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Antes había escuchado que sin importar que tan grande sea la sonrisa de una persona está guardaba un gran dolor detrás de ella.

Y si, admito que me burlaba de esta frase.
Era de los que creía que las personas sufrían porque así lo querían, que solo les gustaba pensar en cosas que los ponían tristes porque querían llamar la atención de otras personas.

Que la tristeza que mostraban era simplemente su culpa.
Y que las personas que sonreían no estaban tristes, estaban felices, por eso sonreían ¿No?
Era ilógico pensar que una persona triste sonriera, que una persona llena de problemas sonriera, eso era imposible.

Pobre tonto.

Esto lo pensé durante muchos años de mi vida, hasta el día que lo conocí.

A él, al chico que se sentó justo detrás de mí en la primera clase de la universidad, aquel que había traído chocolates para comer a las 7 de la mañana, aquel mismo chico que sonriendo me había ofrecido uno de esos chocolates.

- ¿Quieres uno? Están deliciosos

Y si, yo me enamore tontamente de esa hermosa y pura sonrisa.

Los días pasaron, las cosas iban cada vez mejor; rápidamente pasaron doce meses, y ese hermoso chico se había vuelto mi novio, sentía que no había nada más en mi mundo que él, yo... yo estaba cada vez más enamorado de este chico, y sin saberlo estaba cometiendo un grave error.

¿Porque?

Porque amaba con toda mi alma verlo sonreír, porque me había enamorado de su felicidad, de aquella felicidad que no era más que una falsedad.

- Zhan - le llamé aquel día, aquel día en el que mi mundo se había empezado a derrumbar - ¿Que estás haciendo?

En su habitación estaba él, con la puerta cerrada, sin dejarme entrar.

- Trato de dormir - le escuché decir, pero esa voz no era la que yo conocía, está era una voz que no me gustaba, una voz carente de felicidad.

- ¿Estás bien?

- Si.

Me mintió, lo sabía.
Y no tenía ni idea de cuántas veces antes lo había echo.

- ¿Porque no fuiste a clase?

Un silencio fue su respuesta, un largo y extenso silencio que logró ponerme nervioso.

- ¿Zhan?

El seguro de la puerta sonó y está se abrió.

Allí estaba el, despeinado, con una camisa blanca y un pantalón de pijama, sus ojos estaba levemente inflamados y sus manos temblaban levemente.

Apesar de verse asi, el sonrió.

Su sonrisa era la misma, tan pura y hermosa.
Tan llena de vida, tan blanca y resplandeciente, era esa misma sonrisa que tanto amaba.

Pero algo fue diferente, algo no se sentía bien, algo me dolió en ese momento.

- No sonrias - sus ojos cambiaron de expresión al oírme, sus comisuras empezaron a bajar lentamente - Por favor, no sonrias así otra vez.

Sus ojos empezaron a cristalizarse, sus labios empezaron a temblar, y cuando finalmente una lágrima resbaló por su mejilla se arrojó a mis brazos y lentamente caímos al suelo.

Me abracé a él y Zhan se escondió en mi pecho.
Mi corazón se encogió al escucharlo sollozar, en silencio como si no quisiera que yo escuchara su dolor.