CAPÍTULO UNO. El Luxury Express

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Los habitantes de Otpor conocen el áspero susurro de la muerte. Se desliza por el pétreo entramado de las calles y, por capricho, de vez en cuando, impregna la atmósfera; asfixiando a todo aquel que se cruza en su camino. Se adivina, se respira, se presiente, pero sigue cogiéndolos desprevenidos. Confían en que lo impensable nunca volverá a suceder.

No quieren creer que su ciudad está condenada.

El nombre, el emplazamiento, la tierra.

Una maldición recorre la frontera, ensañándose especialmente con Otpor. Katerina lo cree. Lo sabe, aunque no haya vivido los grandes confrontamientos del pasado. Conoce el dolor porque sí, se ha encarado a la muerte y a la pérdida. Contó los días y meses desde la desaparición de su madre. Sigue haciéndolo, y a esta cuenta se ha añadido otra. Pero Katerina se ha propuesto acabar con su mala fortuna.

Cuando los últimos rayos de sol se ocultan tras el horizonte, se ajusta su cartuchera a la cintura y a la pierna, luego se enfunda el abrigo de su tío. Al abandonar su casa siente el irregular terreno bajo sus pies mientras lucha porque los botines no se le hundan en el barro. El aire entra por sus labios, inundando una y otra vez su tiritante cuerpo. ¿Tanto frío hace? No. Katerina lo sabe. El verano terminó apenas unas semanas atrás. Entonces, ¿por qué sus dedos tiemblan al compás del resto de su ser? Nunca antes había experimentado lo que el veneno de la aventura puede provocar en una joven inexperta.

El borboteo del agua de los baños, desapercibido durante el día, se amplifica bajo el manto de la oscuridad y el silencio de la noche. Los pies de Katerina la guían a través de la plaza de la República hacia una zona en la que nunca se había adentrado. No puede evitar pensar en su infancia y en el juego del atrevimiento que inventó su primo Dima. Él siempre traspasaba los límites, seguido de otros niños, mientras ella se quedaba mirando a otro lado con incredulidad; negando con la cabeza ante la chiquillada irresponsable que suponía ese juego. Que absurdo parece ahora todo aquello.

El pulso se le acelera; no por escabullirse bajo la verja que la separa del aserradero, ni porque sea su primera vez al otro lado, sino por su posición cada vez más próxima a la vía del tren. Ahí ya se adivinan siluetas andando en pequeños grupos. Unos corren y a otros les cuesta avanzar y son azuzados por contundentes figuras armadas. Katerina no imaginaba que su corazón pudiera latir más rápido, pero su nerviosismo consigue que eso ocurra. Le cuesta coger aire. Es absurdo. Se ha pasado la vida rodeada de militares russ. Ella misma se considera russ. ¿No debería sentirse protegida en su presencia? Se toma unos segundos para recuperar el aliento y se arrebuja en el abrigo de su tío Huan. Espera pasar desapercibida bajo su gruesa tela.

La única fuente de luz proviene de las linternas en mano de los militares, por lo que Katerina se mezcla entre los miembros del grupo que se aproxima en dirección contraria, amparada por la negrura. Creía que se iba a sentir invisible llegada a este punto, pero la cercanía con estas personas, más altas que ella, la hacen mucho más consciente de su propia existencia y de lo distinta que es del resto.

El aroma a serrín le recuerda que Otpor, sin la madera, ya no existiría. Siente orgullo al pensar que, sin la ayuda de su madre, los árboles no hubieran sobrevivido. Personas confusas la rodean. Tiene la impresión de viajar a cientos de kilómetros de distancia al oír a los soldados, que a pesar de hablar en russ, lo hacen con un acento que le resulta ajeno.

Una mujer mayor marcha detrás de Katerina y hunde sus huesudos dedos en su hombro, apoyándose en ella. La muchedumbre la empuja en todas direcciones. Ni siquiera se da cuenta de que el grupo con el que anda ha aumentado. Katerina está demasiado concentrada en seguir el ritmo desordenado del resto, intentando ser una más. Sí, quiere dar la vuelta y alejarse corriendo; deshacer sus pasos y volver a su cálida cama, pero no es momento de arrepentirse. Su determinación no decae, sino que se intensifica cuando, sin detener su inseguro avance, se lleva la mano a la cintura y nota el bulto de aquello que esconde bajo su ropa.

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⏰ Última actualización: Mar 20, 2022 ⏰

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Luxury Express (Primer capítulo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora