Katherine & Noah.

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Katherine.

Sentía a Noah demasiado raro, algo sucedía y eso comenzaba a preocuparme. Se que algo me oculta, llevo años conociendo su forma de ser, que se que algo esta pasando y no entiendo porque no quiere decirme, somos una pareja, si esta mal ahi estoy yo para levantarlo en cada paso.
Estar con él no es nada fácil, complicado le queda corto, pero bueno, pero encontramos el balance perfecto a nuestra relación para ser únicos.

Amor nos sobra.

Peleas siempre sobran.

Así somos, pero somos felices con nuestro pequeño hijo. Este año ha sido maravilloso, recuperando mi salud, mi bulimia y anorexia estarán conmigo toda la vida, solo que debo aprender a lidiar con esa vocesita interna que a veces me dice que no debo comer, que todo eso se va cuando veo esos pares de ojos azules y  grises me miran con tanta adoración.

Cadin y Noah son mi todo, mi fortaleza.

Noah también seguí haciendo controles, el cáncer estaba inactivo, solo que eso no significaba que aparezca en otra parte de su cuerpo y por eso lo cuidaba mucho.

Mi vida no sería lo mismo sin el amor de mi vida.

— Mami — se queja mi hijo al verme que no llevo la cuchara a su boca.

— Lo siento gruñoncito de mamá — digo divertida dandole su comida.

Mi hijo cambió todo, es nuestra fortaleza y es el principal motor de nuestras vida con Noah.

Él nos salvó.

Limpio la boca de Cadin, mientras observo a Noah caminar por la sala de nuestro hogar en Chicago hablando por su celular. Se lo encontraba molesto, tenso y hasta frustrado, el trabajo de ser abogado del rey de la Bratva le demandaba demasiado tiempo.

— ¿Papi? — consulta Cadin.

— Está trabajando — le cuento.

— Bajo, bajo, mami — me pide queriendo salir de su silla de comida.

Lo bajo de su sillita, hace solo dos semanas empezó a caminar y es una ternura como lo hace. También es demasiado inteligente con los idiomas, al vivir en tres paises diferentes, lo que nos lleva estar de viaje en viaje, Cadin puede entender el alemán, de hecho mi papá le habla de esa forma, la familia cuando estamos en Chicago lo hace en inglés y responde y también puede que entienda el ruso. No es porque sea su madre, pero hay que reconocer que mi hijo es brillante.

—  Maldita sea — masculla Noah sentándose en el sillón molesto.
Desde donde estoy observo a Cadin llegar a él pedirle que lo tome entre sus brazos y muero de amor cuando le da un beso en su mejilla acompañado de un abrazo, que provoca una gran sonrisa en su padre que es imposible de explicar.

Me acerco a ellos y me siento a lado de mi novio, que sigue abrazado a nuestro hijo.

— ¿Temas de trabajo? — consulto.

Su brazo rodea mi cuerpo y siento un beso en mi cabeza.

— No, la lluvia ha impedido algo que debia hacer — me cuenta tras un largo suspiro.

— No es una simple lluvia, es el comienzo de un huracán — le recuerdo.

— Odio el clima — masculla.

— Mami mía — dice Cadin empujando la cara de Noah de mi lado.

— ¿Me la prestas unos minutos? — inquiere su padre.

— Achi — contesta hsciendole una seña con sus dedos.

Amo a mi hijo y todo lo que aprende de sus tíos.

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