Atticus Allen veía con fastidio como las nubes surcaban el cielo desde la ventana trasera del coche que la Corporación le asignó, repasando en su mente el plan que había trazado todos los días de aislamiento obligatorio previo al inicio del reclutamiento.Le parecia estupido presentarse a una clase de evento suicida sin ningún tipo de plan para asegurar su vida, y mucho mas estupido tener un plan y no saberse de memoria cada uno de las acciones que debía ejecutar. Cada gesto. Cada sonrisa. Tenía previsto que en la próxima media hora morirían más de cuarenta candidatos, aunque no le preocupaba en absoluto. En la lista de muertos no aparecería su nombre. De todas formas, para que su plan se completara, no podía dejarse morir. Solo dejar morir al resto.
De fondo se reproducian las noticias y, como era de costumbre, nada le sonaba familiar. Habían demasiados crímenes como para no poder hablar de todos. Los noticiarios mencionaban crímenes antiguos únicamente cuando se relacionan con los nuevos. Fuera de eso, nada. Solo se limitaban a pasar al siguiente escándalo para mantenerse al día.
"A horas de la madrugada fue evitado un robo en una de las sucursales del Banco de The Unión en Giralt City, liderado por el famoso Dylan Ballard, mejor conocido como 'El Cazarrecompensas'. El atraco ha sido frustrado por tres Aditheos, acompañados de algunos miembros del cuerpo de la policía nacional. Dejando a tres muertos y siete heridos, todos oficiales de policía. Se informa que el Cazarrecompensas ha escapado con una parte del botín y aún se encuentra en búsqueda y captura."
Atticus se fijó en el holograma que se proyectaba frente a él. El cazarrecompensas era horroroso, o eso mostraba la foto policial que proyectaban. Lo único que le pareció atractivo de él fue el anuncio bajo su poroso y mugriento rostro que ofrecia 110.000.000 chrysos por su cabeza.
«¿Que tan malnacido debes de ser para que tu muerte sea tan costosa? —se preguntó».
"En otras noticias, nuestra amada Nellie Hoover está fuera del Complejo Principal de la Corporación, en la ciudad de Atlas, a la espera del inicio del evento de Nueva Temporada. De los candidatos de hoy solo conocemos un nombre y no es nada más que la heredera de una de las Tres Grandes Familias, Evelyn Michell, quien presuntamente tuvo un reclutamiento forzado por la gran cantidad de investigadores que asistieron de refuerzos luego de que un repentino temblor destruyera parte de su casa y la inquietante presencia de tres ambulancias. Desconocemos el estado del resto de esta importante familia, aunque por el silencio de la familia Parisi y Steward se estima que están sanos y salvos y que llegaremos a ver a alguno de ellos en la jornada de hoy. También presenciaremos el discurso de bienvenida de las dos promesas de la 12va generación a los candidatos para la 14va, que justo ahora están terminando de arribar al Complejo, y se espera que en el Doctor en su discurso previo a la entrada de alguna declaración al respecto de Rupert Copeland, Andre Hodge y Allyson Harrell. Los tres aditheos de la 10ma generación que desaparecieron luego de impedir un atentado terrorista en el Golden Gate hace ocho días. Desconocemos cualquier información sobre los motivos de su desaparición y su paradero, por lo que es posible que el Doctor o Rafferty O'Connor quieran dar un mensaje a The Union o a sus queridos estudiantes. Por ahora, eso es todo. Vámonos con Nellie."
No pudo continuar escuchando. Su mirada se perdió en la larga e interminable muralla azul que corría a un lado de la carretera mientras su mente vagaba en el futuro.
«Ya es hora».
El coche que lo trajo, el cual le parecía más una cárcel portátil que cualquier otra cosa, casi lo atropella luego de dejarlo en medio de una desolada carretera. O bueno, casi. Estuviera desolada si no contara con la absurda cantidad de reporteros que estaban contenidos tras una valla, en la acera que chocaba con la muralla, o todos los guardias que resguardaban el área.
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El Destino de los Condenados
FantasíaMuerte. Eso era lo único que todos sabian que le esperaba a aquellas almars que eran reclutadas. Algunos intentaban que esa sentencia no los superara y otros directamente perdian todos sus hilos de cordura... ¿Pero cómo culparlos? Tal vez en otra...