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Lunes por la tarde, tan cálido como el sol permitía. El punto entre las 2:59 y las 3:00 era el fragmento más bello que todos los estudiantes de aquel salón habían presenciado.


Y justo ahí, las campanadas del último día, habían resonando. Suspiros de alivio y alegría eran compartidos y escuchados por todos, los cuales con ánimo se levantaban para poder ir a descansar, algunos en grupos grandes, otros más reducidos.


Y lejos en una esquina, como si nada de lo bueno de aquel momento llegase a transitar por ella, Yui se encontraba en su lugar, guardando todo silenciosamente y sin mirar a nada más que a su escritorio.


Los pensamientos dentro de ella rebotaban causando fracturas en su sentir una vez más. No era la primera vez en estos últimos días que ella llegaba a quedar así... Y cada vez, se hundía más en su pequeña espiral de problemas.


Quería ser fuerte para poder afrontar aquello que tanto la aquejaba, aceptar el error y hacer que todo volviese a la normalidad... Pero en vez de eso, solo se resentía consigo misma por lo ocurrido.


Estaba frustrada por ver cómo el único cambio positivo que su patética vida de adolescente había tenido, se alejaba y todo gracias a-


Sin ver por dónde iba, terminó chocando con algo, directamente cayendo al piso.

Su cuerpo resonó contra el pulido granito del salón, el dolor llegó a ella y a este punto... Solo quería escapar.


¡! Disculpa Yui, ¿Te encuentras bien?— Preocupada, era la voz que provino de la persona que estaba ahí todavía, y la cual apenas vio como había quedado Yui, demostró preocupación poniéndose en su estatura.


Al escuchar aquél tono suave de voz, todo para Yui se detuvo... El aire estuvo turbio un par de segundos antes de que por fin pudiese ocurrir algo. No estaba en su mejor momento, y que justamente ella, estuviese ahí


No era lo mejor que podía pasar.


La chica intentó ayudar a levantarla, pero al acercar su mano, solo recibió un empujón repentino.


¿Porque debería importarte?— Aún en el suelo, la mirada de Yui estaba clavada en la blonda de rasgos equinos, la cual sin explicación alguna, solo se mantenía quieta.


¿Disculpa? Solo te ayudo— Un poco desconcertada veía como era vista de mala forma. Y sin darlo a querer conocer, tenía curiosidad por aquella actitud.


Algo dentro de Yui se retorcía, más allá de solo sentirme mal. Algo que ah querido ignorar estaba tomando forma.

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