14. A casa

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- ¿Pero qué coj...? - me paré en seco cuando vi la entrada de mi casa; en la pared, en todo el espacio que habían podido ocupar, habían pintado mi nombre y la palabra "Puta".
- Sé lo que estás pensando, - dijo Richard - pero no ha sido Kaja.
- ¿Tú cómo lo sabes? Te parece normal todo esto?
- Claro que no, pero ya te digo que ella no ha podido ser, ha vuelto para poder pasar página, no para seguir atormentándonos.
- Y una mierda. Para ti y para ella. Sois tal para cual. - dije enfadada; Emma aún era pequeña y no podía entender todas las palabras malsonantes que salían de mi boca cuando la situación me superaba, pero pronto aprendería a hablar y yo tendría que controlarme mejor.
- Cuando hables con ella te darás cuenta de que es una persona diferente. Mañana sin falta la llamaré, ¿vale? Pero ahora tienes que tranquilizarte, venid a dormir a casa.
"A casa". No dijo "a mi casa". Richard seguía considerando su apartamento como el hogar familar de los tres. La verdad es que yo tenía miedo de quedarme sola y no me apetecía pasar la noche donde, quienquiera que fuera, sabía sonde vivía.
- Sí, creo que será mejor. - dije sin muchos ánimos.
Volvimos a casa de Richard, o nuestra casa, como él la seguía llamando y nos acomodamos como pudimos. Richard había aprovechado que no vivíamos allí para pintar media casa y todas las habitaciones apestaban a pintura menos la suya.
- Pondré la cuna de Emma en nuestro dormitorio, tú puedes dormir en la cama y yo en el sofá. - se ofreció.
- No, yo dormiré en el sofá, si quieres ponemos la cuna conmigo. - le sugerí.
- No voy a dejar que duermas en el sofá... podríamos dormir juntos, tampoco pasa nada.
- Claro que pasa, no estamos juntos ni lo volveremos a estar.
- Como quieras, pero ya sabes como es este sofá...
- Sí tranquilo, me las apañaré. - me negaba a compartir cama pero tampoco quería quitarle el dormitorio principal, total iba a ser solo una noche.

    Nos fuimos a dormir pero yo no lograba conciliar el sueño; me levanté y fui a la cocina a buscar agua, puse la tele un rato pero tenía frío y no encontraba una posición cómoda para dormir. "Puto sofá. Deberíamos haberlo cambiado hacía tiempo." Como ya estaba desvelada decidí asomarme a la habitación de Richard y ver a Emma.

    Entré de puntillas iluminada tan solo por la tenue luz que se filtraba de la calle y vi a mi preciosa niña en la cuna

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    Entré de puntillas iluminada tan solo por la tenue luz que se filtraba de la calle y vi a mi preciosa niña en la cuna. Observé cómo su barriguita subía y bajaba en su lento respirar, me transmitía tanta paz... de pronto sentí cierta somnolencia, pero no quería volver a ese estúpido sofá. Me giré y vi a Richard en su lado de la cama durmiendo. Quizás si me acostaba un rato viendo a Emma calmaría mi mente y podría irme a dormir al sofá cuando me sintiera más cansada. Me recosté en la cama con sumo cuidado para no despertar a Richard y me tapé un poco, quedándome de espaldas a él. De pronto, su brazo rodeó mi cintura y me susurró:
- Si que has tardado.
No tenía intención de darle pie a nada por haberme metido en la cama con él, así que no contesté e hice ver que dormía. Richard empezó a acariciarme suavemente, como el que disfruta del pelaje de un gato: despacio, arriba y abajo, de mi cintura a mi cadera y viceversa. Yo me esforzaba en hacerme la muerta casi, así que pensé que si no me movía en absoluto acabaría por desistir. Su mano seguía su recorrido, sin prisa pero sin detenerse. Me estaba empezando a entrar un calor insoportable y sentí la necesidad de moverme un poco para pegarme a él. Quería que su cuerpo encajara perfectamente con el mío, quería sentir su vientre en mi espalda y notar como su cadera acogía la mía... Me estaba costando un gran esfuerzo estarme quieta y no apretarme contra él, pero entonces sabía lo que iba a pasar. Estaba segura de que podría notar su entrepierna hinchada contra mí y eso me haría perder el control. 
Estaba empezando a sospesar seriamente las consecuencias de acostarme con él una vez más cuando dejó de acariciarme y pareció dormirse.
Me sentía mal por Merlin. ¿Estaba bien que durmiera en la cama con mi ex? ¿Y dejar que me abrazara? Éstas y otras preguntas se remolineaban en mi mente hasta que entré en profundo y reparador sueño. El calor del abrazo de Richard, mi antigua cama, y tener a Emma al lado me reconfortaron y me hicieron caer rendida.
A la mañana siguiente me desperté temprano y me levanté antes de que Richard se despertara. Aunque no había pasado nada me sentía culpable, si Merlin se enteraba seguro que se enfadaría, y no era para menos.
Después de desayunar Richard llamó a Kaja y quedamos con ella para que pudiéramos hablar. Esa misma tarde me reencontré con ella, nos citamos en casa de Richard, así él podía cuidar de Emma mientras nosotras hablábamos.

- Muchas gracias por querer hablar conmigo. - dijo Kaja en cuanto me vio.
- No te he llamado para escucharte; me vas a escuchar tú a mí. - dije tajante.
- Entiendo que me guardes rencor, y tienes todo el derecho. Pero si quiero que me perdones es porque hasta que tú no lo hagas, yo no podré perdonarme a mí misma. - explicó. Sus palabras me cogieron un poco por sorpresa, me hicieron echar el freno y no soltar mi lista de reproches y amenazas que tenía preparadas. - Quiero que sepas que me arrepiento de todo lo que hice. Fui egoísta y os traté injustamente, tenía celos de ti y pensaba que tú eras el problema, pero el problema era yo. Yo no estaba bien y necesitaba ayuda.
Kaja me sorprendió y me quedé sin palabras. El día que la vi estaba demasiado enfadada como para prestarle atención, pero su voz y su lenguaje corporal me decían que estaba siendo sincera.
- Dime algo por favor.
- No sé qué decirte, Kaja. Sabes lo que pienso de ti y que no voy a creerme nada tan fácilmente. - intentaba aparentar frialdad, pero su actitud me transmitía una energía no que no había sentido nunca antes.
- Lo sé, y tienes todo el derecho; pero estoy segura de que si me perdonas, tú también te sentirás mejor. El año de la gira toqué fondo, tenía muchos problemas y no sabía cómo solucionarlos. Pero me di cuenta de que solo yo era responsable de mi situación, así que decidí empezar una vida nueva: busqué ayuda y empecé de cero, no fue fácil, pero ahora me siento mejor.
- Entonces, si no has venido a terminar de destrozar mi vida, ¿qué haces aquí? o mejor aún, ¿quién me está amenazando? Entenderás que tú tienes todos los números.
- Tienes razón, pero como Richard te dijo yo solo quiero enmendar mis errores para poder estar en paz, pero veo que estás pasando una mala época. - Kaja se acercó un poco más a mí, pero tampoco me incomodó. Yo no quería creerla, pero algo en mi interior me atraía hacia ella y mi instinto me decía que podía confiar en ella. - Toma.
Kaja se quitó un collar que llevaba; era un cristal con una cadena de plata y antes de que pudiera reaccionar me lo estaba pasando por mi cabeza.

 Kaja se quitó un collar que llevaba; era un cristal con una cadena de plata y antes de que pudiera reaccionar me lo estaba pasando por mi cabeza

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- ¿Qué haces? - pregunté con sorpresa.
- Durante este tiempo en el que he estado buscando el equilibrio, pasé una temporada en un retiro espiritual y un monje budista me lo regaló como protección. Me ha ayudado mucho y quiero dártelo. Sé que hay alguien cercano, alguien que conoces y en quién confías que te quiere mal, no me preguntes cómo lo sé, pero lo sé. Hazme caso pero no porque lo diga yo, sino porque me lo dice una fuerza superior.
Yo estaba flipando con sus palabras. Su estado zen y serenidad eran casi irritantes; yo que venía dispuesta a cargar contra ella, me encontraba con Santa Kaja de los Desamparados...
- Estás muy loca... - dije entre seria y burlona.
- Sé que no confías en mí, pero por favor, perdóname y no volverás a saber de mí nunca más. Pero las amenazas que recibes no son cosa mía, te lo digo.
Me moría de la rabia porque en el fondo de mi ser sabía que era verdad: que Kaja no me había rayado el coche, que no me enviaba notas anónimas y que no hacía pintadas en el portal de mi casa. Tomé aire profundamente y lo solté despacio.
- Está bien. Te perdono, Kaja. - Joder, qué bien sentaba eso... tenía razón.
- ¿Sí? ¡Gracias! - Kaja me abrazó con sinceridad, estaba feliz y de alguna manera me contagió su estado.
- Yo también quiero vivir tranquila, y si perdonarte me va a dar paz, que así sea.
- No te arrepentirás, te lo prometo. Te lo agradezco mucho. - Kaja aflojó su abrazo pero mantuvo sus manos en mis hombros. - Pero ten cuidado, quién sea que te está haciendo esto no te desea ningún bien, así que cuídate ¿vale?
- Lo sé... Cuídate tú también.
Nos despedimos de Kaja y volví a casa con Emma pensando solo en quién podía estar detrás de todo eso si no era ella.

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