―¿Cómo... te sientes? ―pregunto a Candace.
Ella esboza una sonrisa irónica, ladea la cabeza y enarca la ceja ―cruza los brazos a la altura de su pecho―; a diferencia de mí... ella no ha podido levantarse de la cama de hospital.
El accidente automovilístico en el que ella, Calvin y yo estuvimos... pues... fue la que más afectada quedó.
―Estoy... bien... ―murmura―, sí... ―exhala un suspiro.
―Oh ―humedezco mi boca―, qué... bueno.
Me siento en su camilla, junto a su lado ―el rostro de Candace está cicatrizando, casi no se le nota los rasguños en la frente y en su mejilla derecha―; el ojo sigue algo hinchado, pero, ya está recuperando el color normal.
―Eres muy orgullosa ―esboza una sonrisa torcida. Me mira con ojos burlones.
―¿Eh? ―arrugué la frente.
―Tuve que llamarte para que me visitaras, Juniper ―menea la cabeza, reprochándome.
―Ah... ―sonrío ingenua.
»Es que... pensé que... tú y yo... pues ―aprieto mis labios―, no éramos...
Ella me acaricia el dorso de la mano con su zurda ―me sonríe tiernamente―, su mirada trasmite cariño, paz...
No me odia... como antes...
―Eso... ―suspira―, ya debe quedar en el pasado, Juniper ―murmura.
Me toma de la mano, sonríe cariñosamente.
―Tú... le salvaste la vida a mi hijo ―los ojos se le humedecieron―; pudiste haber huido... salvarte tú misma.
»Pero..., nos sacaste a los dos del auto ―pestañea sus lágrimas―. Eso, nunca lo olvidaré.
―No fue nada..., Candace ―esbozo una sonrisa triste, vista fija en ella―; Tu sabes que... adoro a Calvin.
―Lo sé ―ríe en tono bajo, algo débil.
»Estaré agradecida contigo para toda la vida.
Aprieta fuerte mi mano ―cubro el apretón con mi zurda―; nos quedamos en silencio, perdonándonos por todo el daño que nos hicimos. Por todo el mal que nos provocamos una a la otra...
Sería muy cruel... de mi parte... volverte herir, Candace.
[...]
Abrí mis ojos ―bostecé un largo rato―; exhalé ―tragué saliva―; bajé la mirada... y... allí estaba Nolan, acostado entre mis pechos ―sonreí―; acicalé con mis dedos su rizado cabello, enredé mi índice en un rizo ―él fue meneando un poco su cabeza, bostezó―; alzó la vista, nuestros ojos se cruzaron ―me regaló un hermosa sonrisa―; pestañeó.
―Buenos días... ―besó la piel entre mis pechos, aún abrazándome.
―Será noche ―carcajeé, irónica―; mira.
El teléfono sobre mi gaveta estaba encendido, sonaba la alarma de que eran las ocho de la noche. Hora de ir a buscar el dinero que me trajo Alberto, el taxista...
―Ah... ―musitó él. Soltó un aire caliente que me erizó la piel.
»Ya es tarde... ―bostezó.
―Sí... ―susurré.
Fui tratando de zafarme de sus brazos, subiendo mi torso desnudo ―exhalé somnolienta―; fue liberándome poco a poco de su abrazo.
―¿Adónde vas...?
―Tengo que buscar el dinero ―murmuré, estirando mis brazos a mis lados.
―¿No puede ser... más tarde? ―gruñó.
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Sexo Después De Clases
DiversosJuniper Gragner arriesga su vida estable en Manhattan para mudarse a Londres y estudiar en L'Chester UE, una prestigiosa institución que puede abrirle las puertas de su futuro. Pero debido a un robo de sus pertenencias y ahorros queda sin ni un cent...