La tocada del Diablo

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Atardecía. Susana estaba decidida.
Durante el resto del día, había ensayado lo que iba a decirle a Santana.
Lista para la confrontación, tocó las cuerdas para despertarlo.

-¡Susanita! ¡Qué gusto verte de nuevo!
¿Cómo estás?-
A juzgar por su mirada fruncida, notó que Susie no estaba de humor.
-Señor Santana, tengo que hablar con usted.
-Claro, ¿Qué necesitas?-
De pie en la sala, con la espalda firme y los brazos cruzados, confrontó a su maestro.
-Antes que nada, agradezco todo lo que me enseñó estos días. Pero pienso que ya es momento de terminar las clases.
-¿Por qué?
-Voy a ser franca. Ford y Stan me informaron lo que usted ha hecho durante las noches conmigo.-
Le dijo al señalarlo con el dedo.
-Y quiero que algo le quede claro: Yo no soy su marioneta.
Y no voy a permitir eso nunca más.-

El hombre, lejos de aceptar sus actos, se acomodó el sombrero y contó sus orígenes.

-Sabes, me recuerdas mucho a mí cuando estaba vivo. Cuando tenía tu edad, conocí a una bella dama. Su nombre era Carmen. Le encantaba la música.
Pero era demasiado tímido para declararle mi amor.
Así que un día, hice un trato con alguien que no debía.

-Le vendió su alma al Diablo.
Lo sé. Dígame algo que no sepa.

-Sólo te diré que me pidió mi guitarra a cambio de hacer desaparecer mis problemas.
Pero me engañó. Extrajo mi alma y la ató por siempre a ella.
Los músicos... Ponemos nuestra alma cada vez que tocamos.
Pero él lo tomó en serio.-

Susana sintió una ligera punzada de compasión. Pero eso no era suficiente para doblegarse.
El espectro la rodeó con el brazo para intentar convencerla.

-Susie... Las personas como nosotros, encuentran en la música aquello que nunca pueden decir. Es por eso que me importa mucho enseñarte. No quiero que termines como yo.

-¿Enseñarme qué? ¿A estar poseída mientras me voy a no-sé-dónde?

-...Cuando te oí tocar por primera vez, supe lo que sentías por el Sr. Stanford. ¿No quieres decirle que lo amas?

-Sí, pero...

-Te gana la timidez, lo sé. Por esto he decidido prestarte mi guitarra. Puedo ayudarte a decirle lo que sientes.

-¿Sin trucos?

-El único truco aquí es revelar todo lo que te has reprimido... Si tú me lo permites.
Todo lo que tienes que hacer, ya te lo enseñé.

Como si fuera una serpiente, el veneno de su voz penetró bajo su piel y le infectó la conciencia.
Sentada con las piernas cruzadas, Susan comienza a tocar. Cierra los ojos, dejándose llevar por el sonido. Su cuerpo se despegaba lentamente del suelo y unas llamas rojas la envolvían.
Era un fuego que brillaba, pero no ardía. Las cosas del tocador, el ukelele, fotografías. Todo lo de su habitación se levantaba.
Santana miraba esto con maldad. Le había enseñado bastante bien.

En el piso de arriba, el cerdito de Mabel, olfateaba el suelo cuando comenzó a oír las diabólicas cuerdas.
Desde afuera, la luz salía de la ventana como un faro en medio de un océano en penumbra.

Cerca de la cabaña, los viejos hermanos salían del bosque. Habían ido al lago a pescar. Era temporada de Salmón, así que Stan quería preparar una nueva receta.
-Creo que a Susie le encantaría este pez. La vi dibujando el salmón cantante de la tienda.
-No sólo le encantará eso cerebrito jajaja.
-¿De qué hablas?
-Vamos, ¿No has notado cómo te mira o te trata?
- Sí, es muy cariñosa conmigo. Pero sólo es una amiga.
-¡Tú le gustas! ¡Incluso te besó en la mejilla!
No puedes estar más ciego Ford.
-Stanley, los latinos son más expresivos. Los besos con comunes en su cultura.
-Oh, Piensa lo que quieras nerd.
Pero estoy seguro que pronto te dará una serenata afuera de la cabaña... Y tal vez algunos besitos...-
Stan le fruncía los labios para burlarse de él.
-¡Oye, basta! Jajaja-
Los dos Stan reían a viva voz.
Pero unos chillidos de cerdo irrumpieron en la escena.

-¡Pato! ¿Qué haces?
-Parece asustado.-

El pequeño cerdo quería esconderse entre la piernas de Stan. Fue entonces cuando supieron que algo malo pasaba.
Entraron corriendo a la cabaña.
La pareja del Misterio dejó de contar las ganancias. Abuelita tomó su escoba para defenderse. En el piso de arriba, el grupo contempló la escena. La joven flotaba en medio de la habitación.
Su rostro era serio. Inexpresivo. Con los ojos blancos muy abiertos.
Su cabello flotaba suspendido en el aire. Sus manos rasgueaban incensantemente las cuerdas.

-¡Susie! ¿Puede oírme?-
Soos intentó hacerla reaccionar, pero no parecía responder a su voz.

-¡Chicos! ¡Descubrimos quién era el monstruo!-
Dipper gritaba por las escaleras.
Pero ya era tarde. La criatura estaba flotando en medio del piso de arriba.
-Oh no, Susie.-

Ford y Stan no se hicieron esperar.
-¡Todos afuera! ¡Nosotros nos encargamos!-
Dijo Stan mientras Ford intentaba ganar tiempo para que pudieran escapar.
Intentó quitarle la guitarra, pero reaccionó y lo aturdió con un estruendoso rasgueo.

La guitarra del Diablo(Gravity Falls)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora