Aquí y en el más allá

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Con prisa y desespero, Stanley, Soos y los niños subieron al auto y Stan manejó a toda toda velocidad. Con la esperanza de encontrar a su hermano sano y salvo y con ello; una cura para Susie.
En la iglesia, miles de veladoras fueron encendidas para iluminar la ceremonia. Numerosos esqueletos fueron revividos por la magia de la guitarra y ocupaban todos los lugares del recinto.
En el altar, se hallaba la novia. Usaba un vestido blanco con detalles de encaje pero rasgado al final de la falda. Escote de corazón.
Un velo mantilla cuyas orillas estaban agujeradas y carcomidas.
Flores de Toloache recién cortadas conformaban el ramo.
Y su rostro, aún seguía pintado como un cráneo, pero ahora tenía algunos detalles que la hacían parecer una calavera de azúcar.
Santana se había vestido a la vieja uzanza mexicana: Saco, pantalones de vestir, moño de seda y un sombrero de charro.
Sería el padrino de la ceremonia.
A los lados del recinto, se había colocado pirotecnia. Estos serían lanzados en cuanto los novios salieran del edificio.

Cuando el novio entró, una anciana esqueleto comenzó la marcha nupcial en un apolillado piano.

Usando un esmóquin blanco con una flor de cempasúchil, Stanford se veía obligado a caminar hacia el altar. Podría jurar haber visto a dos muertos vestidos como sus padres.

-¡Estamos cerca!- Dijo Stan al ver la construcción sobresalir entre los pinos.

El sacerdote, que también era un esqueleto, comenzó la ceremonia.
-Queridos hermanos estamos aquí reunidos para celebrar la unión de este caballero y esta dama, en sagrado matrimonio...-

Mientras Susana miraba a su «prometido» con malicia, Stanford desaba escapar. Pero si lo hacía, volvería a ser capturado. Y tal vez no tendría mejor suerte.

-Si hay una persona que se oponga a esta unión, que hable ahora o que calle para siempre.-

Ford no quería casarse. Pero no tenía opción.

-...¿Nadie?
Entonces, ¿Aceptas, María Susana Ramírez Pérez a Stanford Filbrick Pines como tu esposo? En salud y enfermedad ¿Aquí y en el más allá?
-¡Sí! ¡Acepto!
- Y usted ¿Acepta, Stanford Filbrick Pines a María Susana Ramírez Pérez como tu esposa? En salud y enfermedad ¿Aquí y en el más allá?-

Gotas de sudor escurrían de su cabeza. Su corazón latía por una profunda desesperación. Si decía que sí, estaría cometiendo el peor error de su vida. Se casaría con una jovencita poseída, y que tal vez se aprovecharía de él.
Si decía que no, toda la ira y despecho de la novia caerían sobre él.

-Yo...
-¡YO ME OPONGO!- Gritó un hombre mayor.
Fuera del lugar, se escucharon los frenos de un auto. Un Cadillac rojo se desvió y derribó las puertas.
Los invitados estaban desconcertados.
-Genial. Más esqueletos. Aún no entiendo la obsesión con la muerte.-
Dijo Stan, mientras se abría paso desde su auto. Con su típico rostro de tedio.
-¡Diablos! ¿Cómo se atreven a interrumpir NUESTRA BODA!- Susan estaba furiosa.

-¿Nuestra! ¡Yo nunca quise esto!-
Dijo al arrojar la flor del traje.
-¡Niños! ¿Cómo me encontraron?

-Fue Mabel quien lo averiguó.
-Bueno, las bodas son mi especialidad.
Te ves muy elegante tío.
-jaja. Gracias niña.-

La familia Pines lo abrazó.

Enfurecida, Susana se encendió en llamas, tomó su guitarra y lanzó un fuerte rasgueo que hizo estremecer la construcción.
-¡Esto no ha terminado!
Gritó mientras encendía su ramo en llamas.
-Todos los invitados,
ATRÁPENLOS Y TRAIGAN AL NOVIO.-
Dicho esto, cubrió sus ojos y arrojó las flores incendiadas.
Las damas de honor peleaban por este.
Y los montones de huesos obedecieron.

Susan tocaba mientras la anciana la acompañaba en su piano, que ahora tocaba una música estilo western.
Rodeándolos por todos lados, los esqueletos intentaban capturar al grupo.
Soos peleaba contra varios huesos que se subían a su espalda.
Stan destrozaba cráneos con sus doradas nudilleras.
-¡Muy bien! ¡Regresen a la fosa!
¡Seis dedos!¡Piensa rápido!-
Stan había traído la pistola láser de Ford. Ahora podía tener una ventaja.
Ráfagas de luz perforaban los huesos y hacían huir al resto.
Dentro de auto, Mabel y Dipper buscaban la cura para la posesión.

-Toda magia tiene una debilidad. Pero ¿Cómo la expulsamos de ella?
-¿No podemos sólo quitarle la guitarra?
-No. Ella ya está infectada. Y la madera absorbe la magia.
Podríamos intentar destuirla.
-Pero Dipper. Ella se esforzó por comprarla. La vi guardando cada centavo que encontraba.
-Mabel concéntrate ¿Qué es más importante ahora?
-Salvarla. Pero ¿cómo nos acercamos a ella?-

El tiempo se agotaba. Los esqueletos desarmados, volvían a ensamblarse creando formas inimaginables. Las hordas eran cada vez más grandes.
Los muertos que antes se habían llevado a Ford, confrontaron a Soos.
Lo lanzaron por los aires y aterrizó en el pastel de bodas.

-Il était composé de trois laits!*- Gritó el pastelero mientras lo veía lamerse el pastel que estaba en su brazo.

Pero algo en el interior de la novia, estaba luchando. Podía notarse por sus movimientos contrastantes. Recreaban una discusión entre dos personas.

-Ford no es feliz conmigo. No es justo obligarlo...
...Pero lo amo, y él es perfecto...
... ¿Estarías con alguien que no amas?...
... No pero...
...Déjalo libre si tanto lo quieres...
... ¡Hemos llegado tan lejos! ¿Vamos a dejarlo ir!...-
Sus emociones afectaban el control de los secuaces.
El grupo escuchó su conflicto interno. Les dio una esperanza de salvar a su amiga.
Sin pensarlo, Dipper y Mabel corrieron entre los esqueletos.
-¡Niños! ¡Vuelvan!-
Stan y Ford intentaban acercarse a sus sobrinos, pero los difuntos los empujaban hacia atrás.
Sus bajas estaturas les permitían escaparte entre las costillas, los fémures y los falanges.
Cuando salieron del tumulto, se colocaron bajo los pies de la novia.
-¡Susie, tienes que parar esto!
-¡No. Este es mi día especial!
-Piensa en nuestro tío. ¿Esto es lo que él quiere?
-¿Y qué hay de lo que YO quiero?-
Su furia y frustración eran tan grandes, que se materializaron en una bola de fuego.
Si Dipper no tuviera buenos reflejos, probablemente se hubiera incinerado.
-Yo sé lo que es poner lo que sientes ante el bienestar ante otros. Pero si los demás sufren y tú no... ¿Qué sentido tiene?
-¡Házle caso a mi hermano!¡Puedo organizarte una cita con él después!-
No pudieron seguir. Porque fueron devorados por la masa de difuntos.
Dependía de Susana que todos se salvaran.

Las flamas de su piel temblaban.
Y su lucha interna era cada vez más fuerte.
-...¿Qué no lo deseas!...
... Sí, pero ellos no...
... ¡Ve por él! ¡Está tan cerca!..
... No lo permitiré...
Santana se esforzaba por tenerla bajo su control, pero era cada vez más difícil.
Susana recuperó el control de uno de sus brazos. También dirigir hacia donde flotar. Con una mirada de esfuerzo, tomó un par de cohetes fluorescentes y los ató al instrumento.

-¡Oye Santana!
¿Qué tal una serenata?
-¡NOOOO!
Con un rostro de determinación, lanzó la guitarra hacia las alturas, dio un chasquido que encendió la mecha. La pirotecnia recorrió por encima de las cabezas de todos. Voló por encima de los rotos candelabros y la hizo volar en pedazos.

De la explosión verde fluorescente, salió un sonido de cuerdas distorsionadas. El alma de Fernando Santana emergió. Su forma, casi demoníaca, lanzó un grito de sufrimiento y dolor. Y se convirtió en una nube roja que arrasó con todo a su alrededor.
Los esqueletos se desplomaron. Casi todas las velas se apagaron. Susie cayó al vacío.
Saliendo de los cadáveres, los Pines acudieron a su rescate.

La posesión había terminado.

*Traducción (francés): ¡Estaba hecho de tres leches!

La guitarra del Diablo(Gravity Falls)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora