Parte II - Capítulo XX

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Alexandra

—Literalmente rompiste todos los parámetros de nuestra sociedad.

Asentí, mordiéndome el labio y admirando el panorama que tenía frente a mí: todo el mundo mezclado con todo el mundo. No podía distinguir entre Raiders o Pumas, ni sur ni norte. Todos la estaban pasando demasiado bien como para que importase.

—¿Qué hay de Jake? ¿Se ha comportado? —le pregunté a Katt.

—Se fue, hará hace una media hora, quizá un poco después de que tú desaparecieras misteriosamente. ¿En dónde estabas, de todas formas?

Sin poder evitarlo, me puse roja al recordar dónde había estado, con quien había estado y qué habíamos estado haciendo.

—Arreglando algunos detalles y asegurándome de que el alcohol no se fuera a acabar —mentí—. ¿Estás segura de que Jake se fue?

—Sí, al parecer no le estaba gustando nada lo que estaba pasando. ¿Ves a Matt? No se ha despegado de Amy, ¿Y Kyle? Ha estado toda la noche peleando con Kiara, acerca de que la "K" en su nombre es mucho más cool que la suya. En algún momento dejaron de pelear y desaparecieron por el bosque. Si me lo preguntas, dudo que hayan ido a seguir peleando.

—Y Anna Marpet no ha parado de hablar de lo guapo que es Nikko, y he visto a más de un Raider liándose con una porrista del norte —de pronto Ashley estaba junto a nosotras—. Tengo que admitirlo: un poco de alcohol y las hormonas revolucionadas de adolescentes sí que hicieron estragos en el orden social.

—Lo sabía —sonreí con suficiencia, y entonces me di cuenta de que Ashley definitivamente no estaba ahí para hablar conmigo—. Si me disculpan, tengo que hacer algo.

—¿Ahora? —Katt me miró como si estuviera cometiendo alta traición al dejarla sola con Ashley—. ¿Qué vas a hacer?

—Seguiré tu consejo —la miré divertida—. Voy a hablarle a ya sabes quién.

—Pero..

Katt se interrumpió a media oración, sabiendo que no podía retirar sus propias palabras de aliento.

—Está bien —bufó.

—No se metan en problemas, chicas.

Me escabullí rápidamente para darles la oportunidad de estar juntas, al mismo tiempo que buscaba a Aiden a través de la enorme sala. Katt no me perdonaría si no hacía lo que dije que haría, y estaba dispuesta a hablarle a Aiden a pesar de cualquier cosa. Ahora, no había nada que me lo impidiera.

Excepto Beatrice, que estaba haciéndole ojitos y aleteando como loca sus pestañas postizas.

Quería darle una patada en el trasero. ¿Era completamente irracional? Por supuesto, pero eso no me hacía sentir diferente. El hecho de que Aiden pareciera completamente desinteresado tampoco ayudó a calmar mis celos injustificados.

En otra situación lo habría dejado ir, tragándome los celos y contentándome con el hecho de que sabía que él no estaba interesado en ella, pero esta vez, agarré un poco de valentía y un poco de amargura para acercarme a ellos e interrumpir su conversación.

—Hey, Reed.

Aiden pareció sorprendido de que estuviera hablándole, pero la sorpresa pronto fue reemplazada por diversión. Sabía que estaba celosa.

—Alexandra —asintió hacia mí casualmente—. ¿Cómo puedo ayudarte?

La forma en que mi nombre sonaba en sus labios era pecaminosa, y Beatrice debió haberlo notado también, porque parecía dispuesta a tirarme el pelo.

The wrong side of town -  Parte I y IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora