Capitulo 47
Un mes. Sí, un mes se cumplió esa mañanas y Maya sonreía. No con la misma dulzura de antes, pero sin con alegría. No una sonrisa forzada como tantas que fue obligada a dar. No, era una sonrisa sincera y sabía que era el comienzo de muchas de ahora en adelante. Disfrutaba la compañía de sus padres la cual ahora era diferente. Mucho en realidad. Demasiadas cosas habían cambiado en tantos años.
Recordaba a su madre incapaz de hablar de más en presencia de su padre, ahora no era así. Gustavo había cambiado. Había cambiado a tal punto que Maya estaba fascinada con la nueva versión de su padre. Siempre había sido un padre amoroso, un padre bueno, pero era machista y un poco grosero. Ahora era diferente, si que les había pegado su ausencia, cómo quien dice todo pasa por algo.
Su madre por su lado se notaba más fuerte y segura de las cosas que decía y hacía, eso la hizo sentir bien, ya que muy en el fondo se reclamaba el hecho de haberla dejado sola, pero viéndolo bien todo había mejorado para ellos. Sus cosas las encontró intactas y muy limpias, esperando por ella. Que equivocada estaba al pensar que sus padres no la querían, ahora lo sabía.
—Madeline es una buena mujer. —su madre dijo luego de pasar frente a un consultorio cerca del mercado.
El lugar la llenaba de recuerdos, y todo en su interior los dirigía a él. Estaban haciendo compras y mas de uno la miraban con extrañes. Cada quien en ese pueblo tenía versiones distintas de lo que fue de ella, y para nada quería escucharlas. Tristemente y de mala manera la asociaban con los Petrova, de muy mala manera. El hecho de haber dejado el pueblo al mismo tiempo decia muchas cosas. Cosas que a ella no le interesaba aclarar en lo absoluto.
—No estaba aquí antes. —dijo mientras miraba la plaza por inercia.
Esa plaza, tenía momentos felices para ella. Como esa vez que estaba nervioso con su cabello revuelto mientras se acercaba a ella con pasos firmes. Dimitri era demasiado atractivo para el bien humano y recordó el haberse sentido poderosa al tenerlo tan nervioso para ella.
—Hola. —le había dicho y sus compañeras junto a ella murmuraron cosas sin sentidos. —Me preguntaba si querias comer algo.
Maya negó con una sonrisa tan grande que sus ojos se iluminaron al instante.
—Ni loca saldría contigo ya te lo dije. —y era una mentira, porque antes de ese día ya se habían besado de forma desesperada en la parte de atrás del patio de su casa.
—¡Maya! —gritaron al unison las dos jovencitas junto a ella.
Dimitri solo había soltado una pequeña risa en su dirección con una dulzura que jamas había visto en su vida, una que sabía que se estaba grabando en ella para siempre.
—Yo creo que sí lo harás.
Su madre asintió carraspando su garganta para llamar su atención.
—Así es. —le tomó la mano con delicadeza para llamar su atención. —Pero es muy buena en su trabajo, a tu padre y a mí nos ayudo demasiado.
Maya entendió lo que decia y le agradeció internamente, mas no dijo nada. Aun no estaba lista para ese paso, pero si que necesitaba hacerlo, y lo haría, se lo prometió a ella misma en algún momento.
Llegaron a su casa y luego de ayudar a su madre un poco con los quehaceres tomó una siesta. Pero no esas siestas que tomas por tristeza, ya que triste no se sentía, era una siesta para tener mas fuerza. Sintió que pasó un segundo, pero sabía que había pasado más. El sol se ocultaba y la luminidad que daba era preciosa. Tenía tiempo sin apreciar la belleza de la naturaleza, su fuerza. Estaba curando, lo sabía. Porque cuando empiezas a curar tu vida comienzas apreciar las bellezas que te rodean. No había sido nada fácil para ella, pensó de pronto respirando hondo. Sin embargo en ese instante había un nuevo comienzo, uno repleto de felicidad.
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Punto débil © (Versión Corta)
Romance-No te entiendo. Los ojos de la joven se llenaron de lágrimas. Él soltó una fuerte carcajada. Rompió su corazón lo sabía, pero daba igual, eso era lo que ella había conseguido con sus acciones. -¿Enserio no lo notaste? -preguntó con burla. -¿Eres...