Solo un instante [TakeMai +18]

Capítulo único

Le dio el último trago a su bebida dejando el vaso de vidrio vacío, el cual ahora comienza a mecerse ligeramente como un péndulo entre sus dedos. Enseguida entrecierra los ojos cuando siente el líquido bajar por su garganta, casi quemándole en el proceso.

—¿Está bueno? —pregunta sonriente el de cabellos negros y fulgurantes ojos azules mientras apoya uno de sus codos sobre la mesa.

—Supongo. No suelo beber —voltea a verlo componiendo una pequeña sonrisa. Escucha las risas a su alrededor acompañadas de algunos murmullos. Suspira a gusto, amaba ese tipo de ambientes que envolvían su entorno.

Manjiro deja el recipiente sobre la mesa color caoba, que adornada el centro del salón del amplio y bonito departamento donde había estado habitando solo desde hace años atrás.

—A veces pienso que deberíamos hacer esto cada fin de semana —habla nuevamente Takemichi, leyendo los pensamientos y el semblante apacible de Mikey. Este inmediatamente asiente en acuerdo.

—O quizás no —se retracta Manjiro, dibujando una mueca en el rostro al observar como Pah-chin y Peh-yan discutían en voz alta y casi yéndose a los golpes.

Al parecer, el segundo había obtenido la victoria en un sencillo juego de cartas lo que disgustó bastante a Hayashida, comenzando a armar un escándalo. Takemichi rió por lo bajo, producto de la escena que estaba presenciando sumado a lo anterior dicho por el de ojos negros. Definitivamente ahora quién debía de estar de acuerdo era él.

—Oigan, paren ya —regaña Draken, decidiendo intervenir en el pleito.

Una gran sonrisa se extiende en el rostro de Takemichi al presenciar como el de tatuaje sujetaba a Pah-chin de la camisa, evitando así que se acercara a Peh-yan, quién sonríe triunfante ignorando los reclamos de su alterado amigo.

Hanagaki niega lentamente con la cabeza mientras se dispone a servirse un poco más de alcohol. No era amante de la bebida, sin embargo, cada vez que la oportunidad se presentaba; ingería algo de lo que pudiese encontrar. Por supuesto lo hacía con moderación.

A lo largo de los años, el grupo de amigos que se había formado a partir de aquella pandilla juvenil que en su época fue proclamada como la mejor de la región de Kanto; su amistad nunca decayó, lejos de eso se hizo más fuerte, al punto de que solían reunirse a menudo para disfrutar de una noche amena, siendo también una breve distracción de los trabajos que todos poseían.

Fue el turno para Manjiro en prestar su hogar como punto de reunión aquella hermosa y cálida noche de sábado donde bebían un poco, jugaban cartas o simplemente charlaban poniéndose al día con los acontecimientos ocurridos en sus vidas personales como las laborales.

—Estos dos siempre haciendo un desastre —refunfuña Draken, volviendo a tomar asiento al pie de Manjiro después de haber apaciguado el ambiente entre sus otros dos amigos, quienes ahora se encontraban arrasando con las frituras repartidas en distintos tazones.