🔥 Siete

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Soraru se detuvo de repente, pero antes de que Mafumafu pudiera siquiera pensar en protestar, el mayor introdujo un dedo en donde segundos atrás se encontraba su lengua. La entrada se le estrechó, presionando el dedo de Soraru, pero este no se inmutó, sino que trazó círculos con el dedo dentro del mayor hasta que la intromisión dejó de ser dolorosa y molesta y volvió a ser tan placentera como lo de momentos antes. Así, una vez que Mafumafu comenzó a moverse contra la mano de Soraru, pidiéndole de manera indirecta que siguiera, Soraru agregó un segundo dedo y no tardó en mover los dos en forma de tijera, abriéndolos y cerrándolos dentro de Mafumafu. Los gemidos de Mafumafu eran tan escandalosos que Soraru se acercó a su oído para decirle que si no se controlaba lo amordazaría, aunque aquella amenaza no hizo más que estremecer al peliblanco por lo sensual que se oía algo así viniendo de labios del mayor. Sin embargo, Mafumafu obedeció y se cubrió la boca con la mano para amortiguar lo ruidoso que estaba siendo, y recién entonces notó que el mayor estaba masturbándose, o eso suponía por los sutiles gemidos que el mayor dejaba escapar. Pero no tuvo mucho tiempo para pensar en ello porque Soraru introdujo un tercer dedo y comenzó a embestirlo con ellos, y en ese momento Mafumafu se preguntó si no estaría en el cielo porque así se sentía. Los dedos de Soraru entraban y salían de él, y a Mafumafu le parecía tan placentero que no podía creer que cuando habían comenzado le había molestado un único dedo. Si así se sentía con tres dedos, ¿cómo sería cuando Soraru entrara en él? Necesitaba averiguarlo urgentemente.

— Estoy listo —balbuceó jadeante—. Soraru, estoy listo, hazlo.

La falta de respuesta de Soraru le parecía algo habitual, pero en cuanto pasaron varios segundos y Soraru seguía penetrándolo con los dedos, Mafumafu supo que o bien no lo había escuchado o lo estaba ignorando. Entonces, en un momento de lucidez, recordó las palabras de Soraru. "Voy a ponerte a rogar", le había dicho. ¿Tenía que rogarle ahora? ¿De eso se trataba? Si eso tengo que hacer para que me folle, al diablo, pensó Mafumafu. En ese punto le importaba poco el orgullo, lo único que quería era sentir a Soraru dentro de él. Si para eso tenía que ponerse de rodillas y rogarle al chico, y una mierda que lo haría.

— Por favor, Soraru, hazlo —suplicó, moviendo el trasero contra los dedos del mayor—. Fóllame, por favor.

— ¿Eso quieres? —Preguntó Soraru, la voz ronca—. ¿Quieres que te folle, bebé?

— Sí, sí, por favor —insistió Mafumafu—. Por favor.

Sin sacar los dedos de su interior, Soraru se recostó sobre Mafumafu para tomar el lubricante de la mesita con la mano que segundos atrás usaba para masturbarse. Mafumafu ignoraba qué tan habilidoso era Soraru pero al parecer lo era lo suficiente como para abrir aquel pequeño sobre y untárselo sobre el pene con una sola mano porque en ningún momento dejó de penetrarlo con la mano. La acción hacía un ruido extraño que al peliblanco le causó un escalofrío, todo sonaba tan pervertido desde que habían puesto un pie en la habitación que el miembro le goteaba enterrado en el colchón. Entonces Soraru quitó bruscamente los dedos de Mafumafu y llevó ambas manos a su cadera, colocando una a cada lado, y haciendo que levantara un poco más el trasero. Apenas el mayor le rozó la entrada con la punta del pene Mafumafu volvió a gemir y soltó un impaciente "¡por favor!", anticipando demasiado lo que estaba a punto de suceder. Y entonces, al fin, Soraru entró en él con un gemido ronco. Comenzó por adentrar la punta lentamente, susurrándole cosas que Mafumafu apenas comprendía para tranquilizarlo, y no se detuvo hasta que no estuvo por completo dentro del mayor. Decir que dolía sería mentir, Soraru lo había preparado lo mejor posible y por ello apenas sentía un poco de escozor, pero aun así el mayor se quedó completamente quieto mientras esperaba a que Mafumafu se acostumbrase a la intromisión porque Mafumafu se había puesto tenso sin notarlo. Momentos después fue Mafumafu quien inclinó el trasero hacia arriba buscando más contacto, y todo indicaba que Soraru interpretó aquello como el permiso para moverse porque eso hizo.

Las embestidas empezaron lentas y delicadas, Soraru se limitaba a llegar hasta el fondo y luego retirarse hasta el punto de que sólo quedase el glande dentro de él. Poco a poco fue aumentando la velocidad y la fuerza con la que lo penetraba, y Mafumafu no podía hacer más que gemir y moverse al compás del mayor, yendo hacia atrás cuando Soraru iba hacia adelante porque lo único que necesitaba en ese momento era sentir cómo el pelinegro se hundía dentro suyo. Soraru entonces se echó hacia atrás, sosteniéndose sobre las piernas, y llevó consigo a Mafumafu, haciendo que terminase sentado sobre él. En esa nueva posición Mafumafu fue capaz de girar la cabeza lo suficiente para poder besar a Soraru, llevando una mano a la nuca ajena para mantener sus bocas unidas, prácticamente saltando sobre el pene de Soraru, autopenetrándose, mientras que el mayor lo ayudaba moviendo la pelvis en círculos dentro de Mafumafu. Soraru recorrió todo su cuerpo con ambas manos y se dispuso a masturbarlo con una mientras arañaba su pecho con la otra, ambos gimiendo como locos dentro de la boca del otro. Mafumafu estaba peligrosamente cerca del segundo orgasmo.

— Voy a correrme de nuevo —le informó al mayor separándose apenas—. Estoy cerca, Soraru.

— Hazlo, bebé —fue la respuesta del mayor—, hazlo para mí.

Con esto dicho, Soraru se sujetó de su cadera para embestirlo con fuerza hasta el fondo, quedándose quieto durante unos segundos nada más para volver a la carga con estocadas cada vez más violentas que tenían a Mafumafu hecho un lío de gemidos. El peliblanco echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos en cuanto supo que estaba a punto de correrse, y entonces alcanzó el segundo orgasmo con el nombre de Soraru en los labios, manchándose a sí mismo y manchando también la cama del mayor. Soraru recién cuando Mafumafu se corrió dio unas últimas estocadas y se permitió irse también, llenando el interior del mayor cuando se corrió sin salirse de él. Apoyó la frente sobre el hombro de Mafumafu mientras ambos se recuperaban, el único ruido ahora siendo sus jadeos y sus intentos por recuperar el aire, y entonces Mafumafu sintió cómo todo su cuerpo se relajaba cuando Soraru llevó una mano a su cabello para acariciarlo, tal como lo había hecho cuando el menor estaba enfermo. El cansancio luego de tremenda experiencia le cayó de golpe con las suaves caricias de Soraru, se sentía exhausto y lo único que quería hacer era tirarse en la cama y dormir por tres días.

— ¿Te arrepentirás de esto, bebé? —Preguntó Soraru en un susurro—. ¿Te arrepentirás o lo disfrutaste?

— Fue increíble... —Logró responder, cada vez más rendido—. Nunca me arrepentiré de esto.

— Entonces deberíamos repetirlo —agregó el mayor—. Pero no le digas a onee-san, Mafumafu.

Mafumafu sólo fue capaz de asentir débilmente con la cabeza ante aquello, demasiado cansado para volver a abrir la boca. Soraru se salió de él con cuidado, ambos gimieron en cuanto lo hizo, y se deshizo de las sábanas manchadas luego de limpiarle con ellas el vientre y los muslos a Mafumafu. Tendió rápidamente la cama para él, gesto que Mafumafu agradeció infinitamente porque estaba literalmente muriendo, y no tardaron en quedarse dormidos.

 Tendió rápidamente la cama para él, gesto que Mafumafu agradeció infinitamente porque estaba literalmente muriendo, y no tardaron en quedarse dormidos

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Don't tell onee-san ❥ SoraMafuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora