❬En emisión❭ El ardiente fuego que incendió sus pieles de lujuria, se apagaba a pasos agigantados tras el amargo repudio, cada palabra dolía un poco más que la anterior y la sensación que lo carcomía era asfixiante, haciéndole consciente de que Taeh...
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Fue solo un segundo, pero el pobre pelirrojo sintió que se ahogaba con el propio vino. ¡¿Qué hacía él allí?!
Apenas su mano entró en contacto con la del alfa su rígido cuerpo no tardó en sentir una nueva electricidad recorrerlo de forma diferente.
Su lobo no tardó en alborotarse y formar toda una revolución en su interior al notar de nueva cuenta el aroma del alfa que se presentaba enfrente suyo.
Demonios, ¿Cómo sucedió esto? ¿Cómo era posible siquiera?
Ese chico, ese mismo chico que había resultado ser su alfa, con el cual había tenido un primer encuentro no muy agradable, independientemente del sexo, claro, al cual había minimizado de manera hiriente por su vestimenta, al cual había juzgado sin conocerlo siquiera, era el mismo que ahora se miraba tan jodidamente caliente con aquel traje hecho a la medida que marcaba todos y cada unos de los lugares correctos, todo lo contrario a esa dichosa noche en que se empeñó en vestir como vagabundo con esas ropas tan desgastadas. Vaya, esto era diferente, esta nueva versión de empresario fuckboy definitivamente se miraba apetecible.
— Tae, ¿Por qué no le das un recorrido a Jungkookie? —presionó su madre
— ¿E-Eh? Ah S-Si —por alguna razón todo trabajaba lento en su cabeza, porque se le impedía procesar con facilidad, tildándolo como un manojo de nervios tartamudenante.
El pelirrojo aún medio aturdido por el cúmulo de aroma que no dudó en golpearlo y por supuesto la incómoda situación, hechó a andar en dirección a su habitación.
Una vez ahí, si el camino de ida fue incómodo, más incómodo y angustiante era solo escuchar sus entrecortadas respiraciones
¿Que demonios hacía? ¿Pretender que nada pasó o hablar del tema?
— Así que, tú que-
— Kim
Oh, eso había sonado tan demandante y autoritario que Taehyung no pudo hacer más que bajar su cabeza.
— ¿S-Si?
— Te propongo algo, por el bien de este futuro compromiso.
Al igual que el alfa, el Omega adoptó una postura seria y callada, dando un asentimiento para que prosiguiera.
— Hagamos como que nada ha sucedido y vamos a llevar un matrimonio feliz frente a las cámaras, sin embargo, tras estas, puedes hacer y deshacer a tu antojo mientras creas conveniente. Así ninguna de las empresas sale perjudicada y llevamos la fiesta en paz. ¿Te parece? —cada palabra salía gélida y filosa, como si tuviese que poner gran concentración en procesarlas y formularlas.
— Me parece bien —vaya, una felicitación al omega por no tartamudear la oración.
— Por supuesto, tocando el tema intimidad, tampoco tienes que preocuparte por eso. Tu pese a ser mi destinado, no pretendo ponerte un dedo encima. Ya tu me lo dejaste bien en claro
