CAPITULO VEINTICINCO

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La semana acababa de empezar, seguía sintiéndome culpable por la pequeña pelea que tuve con Hugo. En realidad no tenía idea si en verdad fue una pelea o sólo unos cuantos gritos.

Odiaba mentirle a Hugo pero aveces era mejor mentir que afrontarte a la verdad. Hoy tenía clases pero no tenía ganas de salir de mi cuarto, me sentía tan cansada y tenía unas ojeras espeluznantes por la falta de dormir.

Estaba tratando de dormir pero el dolor de estómago no me lo permitía. Había dejado de comer no por qué quisiera si no por que era un verdadero infierno entrar en esa cocina, en verdad intenté tantas veces entrar pero deje de intentar cuando me di cuenta que cada segundo ahi era como si mi memoria me bombardeara de recuerdos, de horribles recuerdos.

Escuche la puerta abrirse y dirigí mi mirada casi como un rayo a la puerta, era mamá. Me sorprendí al verla aún en casa, ya iba tarde a su trabajo.

-Ma..

No pude terminar por que levanto la mano para silenciarme, se veía demasiado furiosa, la vena de su cuello estaba sobre salida.

-No- me callo y me senté en mi cama-¿Se puede saber qué haces acostada todavía?

-No me siento bien, por eso no fui- me excuse.

Se acercó a mi y colocó la palma de su mano en mi frente tratando de tomar mi temperatura, hizo una mueca cuando separó su mano de mi frente.

-No tienes temperatura- aseguro y me miro pensativa-¿Te duele el cuerpo?- su pregunta la analice pero en seguida moví la cabeza negando.

Cómo le podía explicar que no me sentía mal físicamente, lo físico podía pasar pero el dolor mental , ese dolor mental que no se quitaba con una aspirina, ese dolor que era más fuerte que un dolor físico.

-¿Entonces Karni?- se veía la desesperación en su cara y eso me hacía sentir culpable-¿Que tienes?

No podía decirle la verdad y eso me dolía, tenía miedo, demasiado miedo. Tenía tantas ganas de llorar pero trataba de controlarlas lo mejor posible.

-Estoy llegando tarde al trabajo por esto y aún no llegamos a nada.

-Simplemente no tengo ganas de ir a la escuela-asegure pero su risa amarga me hizo darme cuenta que es comentario no fue el mejor de todos.

-Aun que sea ve a la cocina y prepárate algo de comer, te veo más delgada- la simple mención de la cocina me hizo casi dar un sobresalto.

-Esta bien, ire a la cocina en un rato.

Mentí, no pensaba poner un solo pie ahí pero quería que mamá se tranquilizara y se fuer de una vez por todas a su trabajo.

-¡No Amelia , vas a ir ahora mismo y yo te quiero ver comer aún que sea un cereal pero quiero comprobar que si estás comiendo!

Su grito hizo que me asustara y mis intentos de no llorar empezaban a flaquear. Era casi imposible el no llorar. Y fue ahí donde sentí una de mis mejillas húmeda, ya era tarde ya estaba empezando a llorar pero no sabía si las lágrimas eran por el momento o si las lágrimas eran las lágrimas que evite que salieran antes y me guardaba para tratar de fingir que estaba bien.

-Mama por favor no- la súplica no solo salió de mis labios si no que estoy segura que mis ojos reflejaban una súplica silenciosa.

-¡Pero no que Amelia, esta es tu casa por qué no quieres salir de tu habitación!- se pasó la mano por el pelo y respiro rápidamente. Esto no iba llegar a nada bueno- ¡Esta casa parecería abandonada si no fuera por Ross que trae a sus amigos a la casa!

Y recuerdos llegaron a mi mente. Matías en la sala de la casa, Matías entrando al baño de la casa, Matías en la cocina, Matías caminando por la casa.

-Esto dejo de ser un hogar hace demasiado tiempo así que no sigas con eso- la mirada de mi madre era de confusión pero no podía culparla.

No me di cuenta que ya no estaba en la cama sentada, cuando caí en cuenta que estaba a centímetros de mi madre. Me aleje por lo cerca que estaba.

-No digas tonterías Karni-respondió y yo la miré destruida.

Estaba segura que si mi silencio pudiera decir algo estaría gritando en estos momentos, gritando que alguien me salvara por que yo misma ya no podía.

-No son tonterías mamá y sabes que mejor déjame sola-apunte a la puerta mientras lloraba, ella pareció dudarlo por un momento pero dirigió su mirada al reloj que llevaba en la muñeca y pareció dudarlo.

Se que le dije que se fuera pero una parte de mi quería gritarle que no me hiciera caso, que fuera terca y se quedara en su postura por qué tal vez ella lograría hacer que rompiera el silencio que me consumía cada día.

Mi boca decía algo pero mi mirada gritaba todo lo contrario pero ella pareció hacerle más caso a mi boca que a mis ojos y ella solo respiro tratando de calmarse a sí misma.

-Ya voy demasiado tarde a mi trabajo pero ni creas que esto se quedará así- me apunto con el dedo y dio una media vuelta y acto seguido salió de mi habitación.

Tal vez tarde segundos, minutos, no tenía idea pero si sabía que estaba mirando la puerta con demasiada tristeza. Es como si la tristeza se apoderada de cada parte de mi.

Me tape la boca con ambas manos para tratar de callar los jadeos pero fue suficiente y empecé a gritar, las manos hacían que el sonido no fuera tan fuerte pero estoy segura que lo que mis gritos trataban de comunicar era dolor, dolor puro.

Tuve que quitar las manos de mi boca por que mi respiración se dificultó. Llorar, era todo lo que estaba haciendo en ese momento, estaba cansada, esto ya no era vida, era sufrimiento en carne propia. Ya no podía o mejor dicho ya no quería esto.

Las heridas no estaban en mi cuerpo pero si en mi cabeza y esas eran las más difíciles de sanar.

Estuve un buen rato llorando, abrazaba mis piernas como si mis brazos trataran de evitar que me rompiera en mil pedazos. Llega un momento en que ya todo cambia, llega un momento en el que siente que todo está perdido pero el peor momento es cuando te das cuenta que ya no eres tú.

Me levante y me dirigí al baño, cuando quedé enfrente del espejo volví a llorar, verme en ese espejo era ver lo de siempre solo que mi historia no era como siempre , era distinta. Mi historia se sentía distinta, recordarla me daba asco, tristeza, enojo, decepción y miles de sentimientos más.

Mirándome al espejo solo pensé una sola cosa. Ya no quería esto, odiaba tanto lo que veía, ya no podía más. Salí del baño para ir directamente a mi escritorio, empecé a buscar en los cajones hasta que encontré lo que buscaba, mire por encima del escritorio y mire una hoja en blanco y recordé Hugo.

-¡Por que!- grite a la nada-¡Por que yo, por qué!-asi que tome una pluma y empecé a escribir en la hoja.

Cuando acabe la doble y escribí el nombre de Hugo en un lado y me senté en el suelo y en ese suelo hablé.

-Se que algún día me perdonaras.





Ahhhh ya está apunto de acabar esto , estoy sin palabras por el apoyo que ha tenido y quiero agradecer a esa gente que se toma el tiempo de leer esto, l@s amo<3

RI❤️

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