Capituló 23

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"Como hay cosas que nunca cambian"

Neil.

Caminamos durante más de tres horas por calles londinenses, me sentía tan bien. Keit ya me había contado que Londres era increíble, pero ahora que por fin estaba allí y lo estaba viendo con mis propios ojos  podía dar fe de que era una de las mejores ciudades en las que había estado.

-Quiero comer, llevamos andando horas sin parar- mis tripas comenzaban a quejarse.

-Sí, me parece bien rubio- Zachery señaló un pequeño restaurante cerca de la plaza en la que nos encontrábamos y a mí con tal de comer me daba igual donde.

Entramos y una señora mayor nos recibió con una sonrisa. Nos sentó en una mesa pegada a la ventana y nos dio la carta.

-Gracias- Keit se perdió mirando el papel interesada.

Aunque siempre se quejaban de que yo amaba comer por encima de casi cualquier cosa, ellos no se quedaban atrás.

-Quiero pollo- dijo Chery sin ni siquiera mirar la carta.

-Pues no hay- la engañé.

-¿Cómo no va a haber pollo?- ella abrió la carta y al verlo me dio con el papel en la cabeza.

-Yo también- dijo Zachery cerrando la carta y mirando a Keit.

-Yo…  lasaña de verduras- dijo ella decidida.

-Pues yo tomaré lasaña y pollo- les dije sonriendo.

-Veo que tu abuela no ha dejado que pases hambre ¿no Neil?- Curry llamó con la mano a la señora mientras sonreía.

Le pedimos lo que queríamos.

-¿Son de México?- nos dijo sonriendo ampliamente dejando entrever su perfecta dentadura blanca.

-Sí, ¿Cómo lo ha sabido?- Zachery sonrió encantadoramente.

-Oh hijo, llevo más de treinta años viviendo en Inglaterra, pero no olvido el acento de México nunca- nos dijo sentándose con nosotros.

Le estuvimos contando lo que nos había traído a Londres, que nuestros padres trabajaban en “la cárcel”, y la señora nos contó muchas cosas de cuando vivía en México.

Era una mujer muy simpática y entrañable, su marido, después de servir a todas las mesas también se sentó con nosotros a charlar. Ella, Soledad, se había enamorado en un viaje a Londres de su marido, Paul y se quedó a vivir.

-¿En serio?- Chery estaba alucinando con su historia- ¿solo se conocían de tres semanas y usted se quedó viviendo con él?

Ambos se rieron.

-Es que las cosas antes no eran como ahora, antes si encontrabas el amor no podías soltarlo nunca, y más si vivías a tantos kilómetros de distancia- la mujer sonreía a su marido y en su mirada se veía el amor más profundo que quizá yo hubiera podido haber visto nunca.

-¡Qué bonito!- dijo Zachery levantando su vaso de Coca-Cola- Brindemos, por esta encantadora pareja de jovencitos que hemos conocido hoy, porque cada uno de nosotros encontremos en nuestras vidas un amor tan puro como el suyo.

Chery abrió mucho los ojos mirando a su hermano sin creerse lo que él acababa de decir. ¡Cómo le gustaba al moreno quedar bien!

-Pero… ¿ustedes no son novios?- el hombre nos miró a los cuatro señalándonos a Chery y a mí y a Keit y Zachery.

Los cuatro nos reímos aunque no era la primera vez que nos lo decían y negamos.

-Bueno, en realidad Keit- dijo Zachery señalándola- siempre ha estado detrás de mí, pero es un amor imposible.

The Story Of Our LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora