Su cabeza dolía, su cuerpo estaba adormecido y no tenía idea de lo que ocurría a su alrededor.
A lo lejos podía escuchar una suave voz que pedía entre hipidos que no se fuera.
¿Que no se fuera quién?
Frunció el ceño y pudo sentir unas pequeñas manos acariciar su cabello.
Abrió con pereza sus ojos, pero los volvió a cerrar cuando la claridad lo cegó momentáneamente.
-Ugh, mierda -murmuró entre dientes debido a los constantes piquetes dolorosos que asusaban sus sentidos.
Los ojos de Jungwon brillaron y sonrió.
-¿E-Estás bien?
Heeseung murmuró en respuesta algo que no logró entender.
-¿Qué jodidos pasó? -externó ahora en voz alta.
Entonces el azabache no pudo resistir más a sus emociones y rompió en llanto.
-Lo siento, lo siento, ¡Lo siento! -exclamó- es mi culpa, perdón ¡Fui malo! ¡merezco ser castigado!
Heeseung se encontraba perplejo.
-¿De qué mierda estás hablando?
-Qui-Quise envenenarte pa-para huir de-de aquí -explicó entre hipidos casi inentendibles- perdón, fui un mal niño, ¡N-No volveré a hacerlo! -y volvió a romper en llanto.
El mayor tardó un momento en procesar la confesión.
-Oh, mi pequeño -sonrió en grande- mi princesa es bastante travieso -rió muy a pesar del dolor de cabeza- eso merece un buen castigo.
Jungwon asintió con la cabeza y limpió sus lágrimas.
-L-Lo que sea, pero no-no nos dejes -pidió en voz baja.
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