Capítulo 13: Dulces con sabor a lluvia

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 Se cubrió a sí misma, como si así pudiera protegerse del mundo, del pasado, del presente.

–Muy bien, ¿cuál es el primer lugar que te viene a la cabeza cuando digo la palabra pastel? 

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–Muy bien, ¿cuál es el primer lugar que te viene a la cabeza cuando digo la palabra pastel? 

Tanto Eric como Emma y el detective la miraron con decepción.

¿En serio? –Pensó el detective, sabía que aquello había sido una mala idea. Fue a decir algo, pero, Kathe le cortó con la mano.

Lilian inspiró con fuerza.

–Es la pastelería de la calle de enfrente.

–¿Qué ves? – preguntó Kathe con una amplia sonrisa. Bajó la mano y la colocó de nuevo en el oscuro cabello de Lilian.

–Dulces por todas partes–sonrió–y pan, mucho pan. Todo está recién horneado–sonrió con el recuerdo.

–Fíjate bien, hay algo que te llama la atención– la voz de Kathe se escuchaba por toda la habitación.

El detective la miraba asombrado, su tono de voz en ese momento era totalmente diferente. Era profunda y suave, como una caricia.

–Sí–afirmó Lilian frunciendo el ceño–. Es navidad, la nieve está cayendo–rio–, el frío sienta bien.

Kathe bajó los hombros desilusionada, pensó que podría lograrlo en el primer intento.

–No Lilian, no hay nieve. Haz memoria, estás en la cafetería, pero, no hay nieve...

–Llueve–comentó ella confusa, sus recuerdos habían cambiado de golpe.

Aquello le cuadraba más, en esa época era más común que lloviera.

–Sí, llueve y el pan calentito hace que quieras entrar.

–Si, los dulces tienen muy buena pinta–Lilian sonrió.

–Estás en el escaparate, ¿qué más ves? ¿Algo que no te cuadre?

Todos la miraron expectantes, parecía que trataba de alcanzar el recuerdo.

–Sí, es cierto. Puedo verme en el reflejo.

–Bien–Kathe soltó un suspiro que no sabía que contenía–, ¿qué llevas puesto? 

–Una gabardina clara y...- calló al darse cuenta de que no podía verlo–¿voy desnuda? – torció el gesto.

–No Lilian, estás ahí, baja la mirada, podrás verlo perfectamente.

–Una gabardina color canela, unos pantalones azules y unas deportivas–movió la cabeza como si quisiera mirarse los zapatos.

Todos miraron la ropa que Lilian llevaba. Asombrados, se dieron cuenta que los pantalones y las deportivas coincidían con su ropa.

¿Llevaría el mismo outfit varios días seguidos? –se preguntó Emma, cabía la posibilidad de que no fueran los recuerdos que buscaban.

–¿Llevas café en la mano? –continuó Kathe.

El Caso MünchbergDonde viven las historias. Descúbrelo ahora