Kyojuro Rengoku:
Regresar al instituto después de haber estado hospitalizado tanto tiempo me resultó extraño, más aún cuando prácticamente todos mis compañeros se me acercaron a interesarse por mí. En menos tiempo del que soy capaz de asimilar, las cosas en mi entorno habían cambiado demasiado rápido, de pronto no era solo el rarito de la clase al que todos miraban mal por mi aspecto, si no un compañero que no solo había tenido las agallas de enfrentarse al matón de la clase, si no que además no había dudado un solo instante en lanzarse a salvarlo de una caída que era mejor no pensar en qué hubiera sucedido en el peor de los casos.
Hubo un momento en el que me desconecté del parloteo de los compañeros a mi alrededor y solo pude centrarme en Uzui que se encontraba sentado en su asiento, con la vista clavada en el paisaje a través de la ventana… O al menos intentando disimular que estaba prestando más atención de la que realmente le gustaría a lo que sucedía en torno a mí.
Me excusé ante ellos y me acerqué a él. Hasta que no me encontré justo delante de su mesa no me di cuenta de que todo el aula se había quedado en silencio. Pensando que se debía a que el profesor había llegado un poco antes de la cuenta giré la cabeza, pero no era así, simplemente el resto de la clase parecía haberse quedado petrificada y guardaba un tenso silencio con temor o a la espera de que algo malo sucediera.
Uzui lanzó un suspiro de molestia que me hizo volverme para mirarlo.
—¿Quieres algo Llamitas? —preguntó con una aparentemente aburrida indiferencia. Tenía el mentón apoyado en la palma de la mano y me miraba con los ojos entornados.
—Darte las gracias por haberte tomado la molestia de venir a verme al hospital —respondí inclinándome educadamente hacia delante.
Al hacer ése gesto lo escuché tragar saliva y aclararse la garganta.
—¿Serías tan amable de dejar de hacer cosas tan jodidamente vergonzosas? —preguntó sin alzar la voz más allá de un susurro que tan solo podía escuchar yo. Levanté la cabeza y vi que se cubría parte de la cara con la mano, mirándome entre los dedos.
—De acuerdo, después de clase me gustaría hablar contigo más tranquilamente —dije esbozando una leve sonrisa.
—Chicos, regresad a vuestros asientos —dijo el profesor entrando en el aula. Obedecí y la clase comenzó una vez nos hubimos sentado todos.Cuando el timbre que anunciaba el final de las clases de ese día sonó, todos empezamos a recoger nuestras cosas y cuando me colgué la mochila a la espalda, sentí que una mano se posaba en mi hombro con suavidad. Giré la cabeza y vi que se trataba de Uzui.
—¿No era que querías hablar conmigo tras las clases? —preguntó esbozando una media sonrisa, asentí.
—¿Te parece bien que demos un paseo mientras hablamos? —pregunté a mi vez y él alzó una ceja con incredulidad.
—Me parece increíble que no me rehúyas después de lo que pasó —murmuró apartando su mano de mi hombro, metiéndosela en el bolsillo de su sudadera y echando a andar. Sin poderlo evitar me eché a reír haciendo que se girase un momento una vez que estaba a punto de atravesar el umbral de la puerta del aula—. ¿Qué es lo que te hace tanta gracia?
Negué con la cabeza pasando por su lado.
—Nada…🍁🍁🍁
Al salir de clase nos acercamos a una cafetería, donde tomamos asiento junto a uno de los grandes ventanales que ofrecía las bonitas vistas de una plazoleta iluminada con las luces del ocaso. Una chica muy simpática nos atendió y tras dejarnos nuestras consumiciones se marchó dejándonos a solas.
Uzui se echó hacia atrás en su asiento con los brazos cruzados sobre el pecho y me fijé en que su mirada amatista volvía a ser casi tan dura como el primer día en que nos vimos, solo que esta vez no había ni un atisbo de burla brillando en sus ojos. Me recordó un poco a la mirada de mi padre, en el pasado, cuando se encontraba lo suficientemente sobrio como para darse cuenta de cuanto pasaba a su alrededor. Supongo que a su manera Uzui también estaba embriagado de ira, pero ahora, en esos momentos estaba si no más sereno, bastante más calmado que entonces.
—¿De qué querías hablar? —preguntó mientras tomaba su taza de té para darle un pequeño sorbo.
—Mi padre se enteró de que me visitaste en el hospital —comencé a decir y él se puso tenso de golpe abriendo la boca para decir algo, pero me apresuré a continuar— espera un momento, por favor; aunque al principio se puso hecho una verdadera furia, conseguí hablar con él, le dije que si yo te había perdonado, él también debería hacerlo.
—No sé si eres el tío más tonto del mundo o es que eres un jodido ángel —replicó dejando la taza en el platillo—, sé que yo mismo fui quien te pidió disculpas cuando fui a verte, y estoy muy agradecido de que me las aceptaras, pero es como si hubieras olvidado todo lo que te hice.Fruncí el ceño, ¿qué le pasaba? ¿Cómo una persona podía cambiar de una forma tan repentina? ¿Acaso lo que sucedió en el hospital tan solo fue puro teatro para quedarse con la conciencia tranquila? Me negaba a creer que fuera de ése tipo de persona.
De pronto la puerta de la cafetería se abrió de golpe y un chico con el pelo color fucsia y la cara surcada de tatuajes azul cobalto avanzó con paso decidido hacia la mesa en la que nos encontrábamos. Por el rabillo del ojo vi que Uzui se enderezaba en su asiento tragando saliva y sus pupilas se dilataban de golpe.
—Tranquilo traidor, no vengo a partirte la cara como te mereces, si no a avisarte de que el próximo viernes tienes cita con Muzan —el de los tatuajes tomó su taza y bebió un sorbo para después escupirlo a un lado, mirándolo con incredulidad y continuar hablando con una nota de burla mezclada con decepción en la voz— ¡¿Té?! ¿Desde cuando te has vuelto tan refinado?Entonces se giró hacia mí, como si hasta entonces no se hubiera percatado de mi presencia y una sonrisa siniestra se dibujó en sus finos labios. Nuestras miradas parecieron medirse durante unos instantes que se me hicieron interminables, pero si lo que quería era que me amedrentase, lo llevaba muy negro. Finalmente soltó un carcajada dando una fuerte palmada en la mesa que hizo temblar las tazas a punto de derramarlas.
—¡Hostia puta! Aquí tu amigo el cerilla tiene los huevos muy bien puest… —antes de que le diera tiempo a terminar de hablar, Uzui se puso en pie y lo agarró de las solapas de su cazadora negra de cuero, obligándolo a apartar la mirada de mí. Me puse en pie yo también, temiéndome que aquello se acabase convirtiendo en una pelea en toda regla.
—Se llama Rengoku Kyojuro —dijo mi compañero con su cara a escasos centímetros de la del otro y con la voz guturalizada por una ira que a duras penas podía contener.
El de los tatuajes alzó las manos en señal de rendición y a regañadientes Uzui lo soltó.
—Como sea, por la cuenta que te trae, procura no dejar tirado a Muzan —finalizó el otro antes de girar sobre sus talones e irse por donde había venido.¿Qué había sido eso? Pensé mientras lo veía salir por la puerta, luego me volví hacia Tengen que se había dejado caer en la silla llevándose las manos a la cara y pasándoselas por el pelo.
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Tinta y Fuego (Libro I).
FanfictionHay muros que se construyen con ladrillos hechos de miedo, rencor, venganza, rabia e impotencia con el fin de tratar de proteger del sufrimiento a un corazón herido. Advertencia: 💎 Los personajes de este fanfic pertenecen a Kojoharu Gotouge. 🔥...