Verano (1/3)

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El día se pasa volando para Sasaki. Se levantó temprano y ayudó a su mamá con los encargos de la panadería, algo que no sucede muy a menudo por la pereza que lo suele dominar durante los días de verano.

Decide escuchar un poco de música hasta cuando llegue la hora, ya que recién son las diez de la mañana. Sabe que puede ser más productivo, pero en ese instante no le apetece sentarse en el escritorio a hacer esfuerzos mentales.

El tiempo avanza y no se percata de que se ha pasado escuchando distintas canciones de Ed Sheeran al menos hora y media . Levanta las cejas en señal de asombro cuando llega a ver el reloj colgado en su pared, entonces se pone de pie y coge un balón que tiene debajo de su cama. Acto seguido se dirige a la entrada de su casa.

-Shuu, ¿a dónde vas?-cuestiona Satoko, que se ha asomado al escuchar el ruido que hace su hermano al arrastrar los pies.

-Al parque-responde sin mirarla mientras se coloca las zapatillas.

-Llega antes de almorzar.

-¡Ok!-Ya estaba en la calle cuando se despidió de su hermana.

Siente que es muy sobreprotectora con él y quiere controlar todo lo que hace. Eso lo molesta a menudo, aunque pocas veces le ha reclamado por ello.

No espera más y parte con destino al parque donde conoció a Miyano. No había olvidado la promesa que le hizo ayer de verse de nuevo.

Fue un encuentro muy espontáneo. Lo que es más, está sorprendido de su propia actitud: se había mostrado amable y vivaz, y por eso todo fluyó. Tampoco es que siempre sea tan sociable como para hacer amigos después de que le pateen el culo.

Simplemente sucedió: algo del pequeño despertó el interés en él y, sin darse cuenta, ya habían hecho buenas migas.

Echa un vistazo general a todo el panorama del parque, por si las moscas. Va a esperarlo practicando dominadas con el balón, mientras la copa de un árbol lo resguarda del bochorno. Quizá mañana o pasado se reúna con los chicos de su clase a jugar fútbol y por eso quiere practicar.

Los minutos pasan y no ve a ningún pelinegro asomarse. Se le ocurre preguntar la hora a una señora que está en el área de juegos con sus dos hijos. Después de cerciorarse de que ya es casi mediodía, empieza a inquietarse. Mira para todos lados y agudiza su oído por si escucha a alguien llamarlo por su nombre.

«Shuu-kun», esboza una sonrisa boba al recordar su apodo. Aún sigue asimilando lo encantador que puede resultar Miyano: tan chiquito y lindo.

Otro pensamiento se cuela en su mente: «¿Le habrá sucedido algo?».

A lo mejor se le presentó un inconveniente y no podrá venir. Recién ahí se da cuenta de que se olvidó preguntarle por su dirección; sin embargo, eso ya no importa ahora. Lo esperará contra viento y marea, no se rendirá.

Decide esperar sentado, utilizando el tronco del árbol como su apoyo porque ya no tiene ganas de jugar con la pelota. El sol es abrasador y no puede evitar aburrirse. Ahora entiende el dicho "la espera desespera".

Solo cierra los ojos y pasa los siguientes segundos tarareando sus canciones favoritas...

De pronto siente que alguien le da dos golpes ligeros en el hombro.

-¡Hola!-Miyano anuncia su presencia mientras agita su mano en señal de saludo.

-¡Myaa-chan! Pensé que me había equivocado de día-expresa sobresaltado pero con un gran sonrisa.

-Oh, perdona. Estaba terminando mi tarea de verano y no me he dado cuenta de la hora.

-Ya veo- dice al mismo tiempo que abre bien los ojos como recordando algo súper importante-. Yo aún sigo en eso.

La pura y única verdad es que Sasaki solo ha terminado de repasar la escritura de unos cuantos kanjis en su cuaderno. Le falta terminar con eso y encima tiene que resolver los ejercicios de matemáticas.

-¿Te importa si me siento aquí?-pregunta Miyano con discreción, señalando el espacio libre que hay al lado del mayor.

-No, claro que no. Siéntate.

-Gracias, hace mucho calor a esta hora.

-A propósito, Myaa-chan- interrumpe-, pronto empezarán las clases. ¿Sabes a qué colegio vas a ir?

-Sí, voy a Misato Shogakko.

¡Oh, sorpresa!

-¡No lo puedo creer, yo voy a la misma!

Miyano ladea la cabeza a un lado como si no entendiera la emoción del otro.

-Bueno..., ambos vivimos cerca. Era muy probable que vaya a la misma escuela que tú.

-Cierto.-Sasaki desvía la mirada de los bellos ojos marrones del pequeño. Se siente un poco avergonzado por haber revelado toda la emoción que le causaba escuchar esa noticia.

«Myaa-chan y yo en la misma escuela», reflexiona en ese hecho por un momento.

Se aproximan nuevas aventuras juntos...

Amigos de infanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora