Ⅶ | Conociéndonos

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—¡Continua, Evelyn! ¡Atticus, coordinate con ella! —gritó el Principal Nilam.

—¡Eso intento!

Eran las once de la mañana. A cuatro días de la prueba final. El Principal Nilam, sin una pizca de cansancio y su traje rosa impecable, veía como sus candidatos no podían ni con sus propias vidas.

Tenían sus pechos agitados y sus pieles sudorosas. Sus rostros estaban tan rojos que cualquiera diría que explotarían en cualquier momento. Estaban cansados. Su principal los había llevado a los límites del complejo, el punto más lejos del Caos Temple, para poder entrenar al aire libre combate mano a mano.

Apenas podían distinguir a su Principal, separado a varios metros de ellos mientras intentan recobrar unas pocas energías para continuar.

Llevaban desde las ocho de la mañana intentando atinarle un golpe pero, cada vez que parecía que conseguirían tocarlo, el Principal lograba zafarse de sus tretas.

—Continuemos, Atticus. Aún podemos —le animó Evelyn, rehusandose a perder, y el Principal chistó.

—¿Qué les dije de hablar entre ustedes? ¡No quiero escuchar ni una palabra más! ¡Hablense con sus miradas!

El cabellera rosada rodó sus ojos cuando sus candidatos comenzaron a correr hacia él y Atticus, para intentar despistarlo, se lanzó a atacarlo con un puño formado mientras escondía a su compañera a sus espaldas.

—Predecible.

Bloqueo con su mano izquierda, torció su brazo y le dio un rodillazo en su columna vertebral y, mientras Atticus se retorcia del dolor, veía de reojo que Evelyn había llegado a sus espaldas para golpear su punto ciego (su nuca). Nilam la evade doblando sus piernas en el momento exacto que ella lanzó el golpe, consiguiendo que se tropiece y se malposicione para tomar los brazos de sus candidatos y jalarlos bruscamente hacia atrás, haciendo que se caigan y se estampen de espaldas contra el césped.

—Pareciera que no me escucharan. Aún no logran coordinar bien sus ataques —les reprendió, colocándose entre ambos—. Aún son muy lentos y sus distracciones son predecibles. No pued-

En ese segundo, Atticus y Evelyn dejaron de resolgar lamentos, enrollaron sus piernas en las del Principal y se impulsaron hacia delante. De repente Nilam se estampó de cabeza contra el césped y los candidatos se levantaron.

Lo habían derribado.

—¡Por fin! —jadeo Atticus, soltando un largo suspiro— Lo tumbamos. De verdad lo tumbamos... Estoy harto de entrenar...

—Ahora mejor, ¿no? —dijo Evelyn, con una especie de sonrisa, girando hacia su Principal.

Nilam veía algo esperanzado el cielo sobre ellos. Ni siquiera pudo ocultar la pequeña sonrisa que se posó en sus finos labios.

—Estamos progresando. De ahora en adelante, todo será más fácil.

Atticus pareció ver sus sueños hacerse realidad.

—Perfecto. Ahora lléveme a comer.

El Principal aceptó la mano que Atticus le ofreció y volvió a estar de pie en breve. De no ser por la horrorosa alerta que salió de su muñeca, se hubiera quedado unos buenos minutos más admirando a sus candidatos, pero al ver su reloj su mundo se detuvo.

—Debo irme —informó el Principal de pronto, asegurándose si había leído bien el mensaje de su pantalla.

—¿Pasó algo malo? —preguntó Evelyn, ahora sentada en el césped frente a Atticus, viendo como su Principal comenzaba a alejarse.

El Destino de los CondenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora