Sólo mío, sólo tuyo

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Narra Pelle

Terminamos de beber el café y fuimos a mi habitación. Hace frío y está lloviendo, tal vez esté así el clima hasta mañana; por suerte tengo a mi novio a mi lado en este momento.

Pelle: Ven a la cama, hace frío

Øystein: Ya voy

Pelle: ¿Piensas quedarte ahí parado mirándome?

Øystein: Te ves tan lindo, eres como un  niñote

Pelle: ¡Basta! -rió-

Øystein: Eres muy tierno -fue hacia la cama-

Pelle: ¿Sabes?

Øystein: Dime

Pelle: Es la primera vez que duermo con alguien que no sea alguno de mis hermanos

Øystein: ¿Y te incómoda?

Pelle: No, pero sí me pongo un poquito nervioso

Øystein: ¿Por qué?

Pelle: No me hagas caso, a veces pienso cosas muy raras

Øystein: No creo que sean cosas raras las que piensas

Pelle: Puede que sí, y puede que no. Sólo olvida lo que dije -abrazó al pelinegro-

Øystein: Ok, lo que tú digas -besó al rubio-

Los besos se volvían más intensos con cada roce entre sus pieles, en la habitación poco a poco dejaba de sentirse el frío.
Los besos se detuvieron por un momento; en ese instante, el noruego miró al sueco...

Øystein: ¿Estás seguro de esto? ¿De verdad quieres que suceda?

Pelle: Sí -volvió a besar al pelinegro-

Øystein besaba el cuello del rubio con delicadeza mientras sostenía la mano de su amado. El beso fue interrumpido debido a que Pelle ayudó a su novio a quitarse la camisa y también quitó la suya. Los besos continuaron mientras lentamente iban quedando sólo con la ropa interior. Llegado este punto, era notoria la erección de ambos y a los pocos minutos, quedaron completamente desnudos.

Pelle estaba aún más nervioso que Øystein, quien le recordaba a cada momento lo mucho que le ama y lo hermoso que es y, para calmar un poco los nervios del sueco, llevó el miembro de éste a su boca. El simple hecho de escuchar gemir al rubio excitaba aún más al pelinegro (que ya moría por estar dentro de su amado). Después del proceso de preparación, fue introduciendo lentamente su miembro dentro del sueco, que al sentir cómo entraba en él el noruego, soltaba gemidos de dolor. Para calmarlo un poco, Øystein le decía cosas bonitas, como lo hermoso que es su cuerpo, lo que más ama de él y también le proporcionaba besos y caricias.

En cuanto el rubio se sintió listo, le pidió al pelinegro que lo penetrara por completo y éste así lo hizo. Las embestidas fueron suaves, con toda la delicadeza posible, cuidando en todo momento de ambos.

Øystein: ¿Te lastimé?

Pelle: No -besó al pelinegro-

Durmieron abrazados unas cuantas horas y al amanecer, hicieron el amor nuevamente...

Øystein: Pelle, te amo

Pelle: Yo también te amo, Øystein

Øystein: Eres todo lo que quiero, cuando estamos juntos me siento en el paraíso

Pelle: Pues si el paraíso existe, está aquí entre tus brazos

Øystein: Hoy debemos ir a casa de Jørn

Eres todo lo que quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora