Capítulo 25. Sigue viva.

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     — ¡Ronald!

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— ¡Ronald!

Arrancó el coche para maniobrarlo como experto y estacionarse perfectamente cerca de su casa, logró que mi corazón se saliera del susto de solo imaginarme algo peor. Unos segundos después bajamos y miré como Ronald estaba a punto de estallar del coraje.

— ¿Otra vez aquí? —ladró con seriedad—. ¿Qué mierda quieres ahora?

—Quería verte ya que tú no tienes ni la más mínima consideración...

— ¿Consideración? —repitió Ronald con una risa de mala gana e irónica—. Púdrete, Matt West, ¿Por qué tendría tal cosa contigo? No te quiero en mi vida.

Matt parecía estar debilitándose frente a su hijo, no era el mismo hombre poderoso que vi en la constructora está mañana.

—Solo quiero demostrarte que no estás solo.

—No tienes que demostrar algo que no es —respondió Ronald—. No quiero que estés al pendiente de mí, tengo la edad suficiente para mantenerme.

Le dio la espalda a su padre y volteó a verme para acercarse.

—Entra a la casa, iré enseguida —me indicó en susurro.

Lo miré.

—Por favor —supliqué—. Se amable.

Me entregó las llaves de su auto, las tomé y subí los escalones, usé su llave para abrir la puerta y entré para ver como última imagen a Matt acercándose a Ronald, y cerré la puerta.

Decidí aventurarme en la cocina en busca de los ingredientes para las hamburguesas y tratar de ocupar mi mente en algo que no fueran: padre e hijo West discutiendo. Pero ni si quiera cinco minutos duraron afuera, escuché la puerta azotar y él venía caminando con pasos pesados hacia la cocina, lo observé, tenía el rostro serio, duro, increíblemente molesto. Dejó caer lo que parecía su móvil sobre la mesa y llevó sus manos a sus caderas, cerró los ojos y respiró hondo para controlar su coraje. Admiré su rostro y su forma tan... madura de sobrellevar su temperamento.

Estaba por preparar la carne y me limpié las manos para asomarme sobre la encimera y apreciarlo mejor.

— ¿Todo bien?

Abrió los ojos y me observó. Se recargó en la mesa y yo me acerqué hasta donde estaba, me tomó de la cintura y me jaló hacia él, se miraba más sexi de lo normal y pegó su frente en la mía.

—Estoy bien —respondió.

Llevé mis brazos alrededor de su cuello y toqué su cabello. Él no dejaba de observarme, tenía sus ojos en mí y yo en él, nuestras miradas se conectaron, sus ojos azules eran mucho más intensos y claros que los míos, eran hermosos.

—Empezaste sin mí —comentó con una media sonrisa.

—Tenía que distraerme.

Él sonrió ejerciendo presión en mi cintura que me provocó de inmediato un dolor en mi entrepierna.

2º COLISIÓN: para siempre te protegeré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora