Capítulo XX

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Kilian

Punto número uno, Hugo cocina de maravilla, tan solo de oler lo que acaba de cocinar el estómago a comenzado a rugir sin parar.

Punto número cuatro, estoy muy nervioso.

Mamá, papá y él doctor Lam están en la sala, esperando a que los Sauceddt y Glenda se hagan presentes.

La idea de que mi vida pasada y la actual estén mezcladas me resulta un poco extraño. No me gusta.

— ... pero te he dicho que no Glenda, no creo que os guste la idea de que su hijo de tres años beba vino

Dice Hugo entrando a la cocina, detrás de él viene Glenda con mala cara.

— ¡Pero es su preferido!

Chilla. Aunque su escena dramática dura poco al notar mi presencia en la cocina.

Estoy muy nervioso por lo que he venido a asegurarme de que las galletas estén buenas.

Obviamente, lo están. He echo la revisión completa de al menos unas cincuenta.

Aunque no se si el orden de los números haya sido el correcto. En fin.

— Oh, Kilian has comenzado a devorar las galletas

Dice Glenda con diversión, mientras miras las migas que hay en la isla de la cocina.

— Déjalo Glenda, está nervioso

Le reprende él.

Ellos comienzan a discutir sobre el vino que se le ocurrió traer a Glenda, según ella es un obsequio para mí.
En mi otra vida (literalmente) se lo hubiera agradecido, por ahora tengo tres años y mis padres ni locos me dejan probar.

Mientras ellos hacen un debate entre que es lo mejor para mí, yo me dedico a intentar abrir la puerta de la nevera, tantas galletas me han dejado mucha sed.

Logro mi cometido y encuentro un poco de... ¿Jugo? No lo sé.
Igual no me importa así que lo bebo.

Este sabor se me hace amargo, esto es... alcohol, oh no. Ups, no lo he hecho con intención.

— Pero... ¡¿Kilian que has hecho?!

Grita Hugo. Aunque no son gritos que se escuchen son como una especie de ¿Gritos susurrados? Sí, eso.

— Mierda, seguro lo dejó Félix ahí

Masculla Hugo irritado.

— Lo siento, tengo sed, igual no le diré a mis padres, bobo

Él al escuchar lo último me regala una sonrisa.

— Bobilota tú

Los tres reímos, aunque alguien entra a la cocina por lo que nos detenemos.

Madre mía es...

— ¿Félix?
Pregunto asombrado, mi entrecejo se encuentra fruncido, mi cabeza trabajando a mil por hora y mis recuerdos llegando a mi de un solo golpe.

No lo recordaba hasta que lo he visto.

— Hola Glen, hola cabrón
Saluda él con una sonrisa de oreja a oreja.

Me encanta su sonrisa.

Deja unas bolsas sobre la isla y me mira curioso.

— Esos ojos... ¡Dios! Son divinos...

Murmura embelesado, con su mirada fija en mis ojos.

— Siento que lo conozco... se que te he visto en algún lado, así lo siento

Murmura.
Yo solo me centro en observar cada detalle de él, hace unos años se veía más inmaduro. La edad le a sentado muy bien.

— ¿De dónde lo han sacado?

Cuestiona sin quitarme los ojos de encima.

— Él es Kasidy

Le responde Glenda con naturalidad.

— Ah ya, sabía que lo conocía de algún...

Se queda congelado por unos minutos que siento son eternos, vuelve a reaccionar.

— ¿Tú? ¿Kasidy?

Asiento lentamente.

— Es que esto es broma ¿No?

Estoy acostumbrado a esto ya, últimamente lo he escuchado mucho.

Ellos comienzan a conversar, olvidando mi presencia por completo, ya me comienzan a irritar, tengo que hacer algo para que dejen de discutir.

— ¡Alto! ¡Parad! Son unos pesados

Les reprendo.

— Félix, soy Kasidy

Él al escuchar su nombre se relaja un poco.

— Pero... es que, ¿Cómo?... tú... no, ¿Es posible?

Comienza a titubear.

— ¿Recuerdas cómo nos conocimos?. No lo dejo responder, continuó. — Me salvaste Rebeco, jamás lo olvidaría, fuiste mi héroe y debo agradecer a las circunstancias por haberte conocido, creo que nunca te agradecí por lo que hiciste ese día, espero y no eches de menos a Kasidy, ella... se a ido, pero se volverán a ver algún día

Lo último pareció dejarlo descolocado.

Hugo y Glenda se fueron y ni siquiera lo noté.

— ¿Cómo estás tan seguro?

— Se reencontrarán
Le aseguro dándole una sonrisa de lado.

— ¿En el cielo?

Cuestiona con asombro.

Niego. — No, dónde surgen las almas, es un lugar en dónde nacen, surgen y resurgen para volver a vivir

Dónde surgen las almas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora