Capítulo XXIV

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15 años después:

Kilian

Es mi cumpleaños número dieciocho, estoy a punto de entrar a la universidad, me tranquiliza la parte en la que no debo de alejarme de mis padres.

Tengo un pequeño dejà vu, aunque no lo tengo con claridad sé que ya había sentido está sensación de ir a la universidad, por lo que siento, será más difícil de lo que pensé.

Es muy temprano, son las seis de la mañana y yo ya estoy trotando por el parque, Helen no ha llegado, siempre impuntual.

Dato, odio la impuntualidad.

Pero debo de aceptar que en ella no me molesta demasiado, soy mucho más tolerante.

Sigo trotando y me detengo un momento cerca de una banca para tomar un poco de agua, no me siento, sigo trotando pero en el mismo lugar, sin avanzar.

— ¡Ey! ¡Kilian!

Escucho esa voz...

Volteo y la visualizo, está ahí con sus pantalones deportivos, una banda negra en su cabello pelirrojo y una blusa color rosa neón, sin mangas, deportiva que se adapta a su tremenda silueta.

Helen. Sí, la hija de Glenda.

Ellos viven a unos cinco minutos de la residencia dónde vivo.

Se mudaron unos años después de mi visita a Madrid.

John, el padre de Helen es arquitecto y junto con mi padre se hicieron socios y crearon una inmobiliaria.

Glenda tuvo que aprender italiano, con mi madre son mejores amigas y ni hablar de Helen y yo.

Somos muy amigos, muy.

¿Me gusta? Sí, creo que desde que la conocí aquella vez en el parque.

Ya me perdonó por la pequeña travesura que le hice aquella vez a su melena.

Me encantaría pedirle que sea mi novia pero no estoy preparando.

— Perdón nuevamente por llegar tarde mi hermano no dejaba de joder

— Huh-huh

Musito.

Drew, su hermano menor es digámoslo un poco travieso, quizá igual que yo.

Él tiene trece años y ella diecinueve. De hecho un dato curioso es que Drew es italiano.

Cuando llegaron a Italia Helen tenía cinco años y Glenda dos meses de embarazo, al final no pudieron volar a Madrid de último momento, por lo que nació aquí.

— Bueno a darle

Murmuro y comienzo a trotar nuevamente dejándola atrás.

—¡Oye! ¡Quedamos en ir a la par!

Exclama mientras trata de alcanzarme, soy mucho más alto que ella por lo que doy zancadas largas y la dejo mucho más.

Dónde surgen las almas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora