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Clary se despertó con el sonido de unos ronquidos bajos, desconocidos para sus oídos, lo que le hizo abrir los ojos a la tenue habitación que la rodeaba. En lugar de la almohada en la que solía apoyar la cabeza cuando dormía en su cama, su cabeza estaba apoyada en el hombro de Cedric, y la tenue iluminación era causada por las únicas ventanas del dormitorio de Hufflepuff que estaban por encima del suelo, cerca del techo, en lugar de la brillante luz del sol que entraba en la Torre Gryffindor como cada mañana. Todos los demás en la habitación estaban durmiendo, y los bajos ronquidos provenían de Newt en la cama de al lado, babeando suavemente sobre su almohada.
Se había quedado dormida. ¿Cuándo se había quedado dormida?
Recordaba haber vuelto a la Sala Común de Hufflepuff con Cedric al final del baile, y a Cedric ofreciéndole una muda de ropa para que no tuviera que quedarse con ese vestido tan horrible de Merlín toda la noche. Ella había optado por uno de sus jerseys de Quidditch de color amarillo dorado y un pantalón de chándal, que le quedaban holgados a su complexión ligeramente más pequeña que la de él. Recordaba a los dos hablando, aunque debían de haberse quedado dormidos accidentalmente antes de que ninguno de sus compañeros de habitación regresara, y no se habían despertado cuando lo hicieron.
Saliendo con cuidado de la pequeña cama para no despertar a Cedric, o a cualquiera de los otros chicos que dormían en la habitación, Clary se puso los zapatos y recogió su vestido de donde estaba doblado ordenadamente encima de la cómoda de Cedric, saliendo silenciosamente de la habitación, y agradeciendo a Merlín una vez más que no hubiera optado por llevar sus ruidosos tacones altos la noche anterior. Todavía era temprano, y la Sala Común de Hufflepuff estaba vacía, salvo por un par de alumnos de segundo año que hacían los deberes junto a la chimenea, ninguno de los cuales le prestó atención mientras salía sigilosamente de la habitación sin ser notada.
El camino desde el sótano hasta la torre de Gryffindor era largo, y sólo lo había hecho en las raras ocasiones en las que ella, Vasantha, Cedric y Newt habían optado por pasar el rato allí, o en las cocinas, en lugar de en la biblioteca o en la torre, y se esforzó por seguir subiendo a toda prisa un tramo tras otro de escaleras y pasar por delante de los estudiantes que bajaban a desayunar. Le dio la contraseña a la Dama Gorda, sin aliento por el largo viaje hacia arriba, entrando sigilosamente en la sala común sólo para detenerse en seco al cruzar la mirada con Vasantha, que estaba sentada en uno de los sofás haciendo los deberes.
—Bueno, bueno, bueno, —dijo Vas con despreocupación, doblando el trozo de pergamino en el que había estado escribiendo y cerrando su libro de Astronomía, colocando su bolsa de cosas en su bolsa de mensajería—. Me preocupé cuando no volviste anoche.
—Sí, lo siento, nos quedamos dormidos, —se disculpó Clary, haciendo que su amiga se riera en respuesta.
—Vamos, —dijo levantándose del sofá y echándose la bolsa al hombro—, voy a dejar mis cosas arriba y luego vamos a comer algo. Me muero de hambre.
