Indicios

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- ¿Nunca has pensado en eso? – preguntó el Wen, tratando de hacer que el Lan soltara algunas palabras y se desahogara – Tu cuñada está encerrada en esa cabaña y tu hermano ha entrado a reclusión. No es justo para ti negarte cacerías y cultivación solo por culpa de tu hermano mayor –

- Madam Lan ha asesinado a uno de los maestros de mi hermano – mencionó Qiren, dejando caer ese peso sobre sus hombros solo un poco – Mi hermano no quiere que la dañen, así que la mantiene a salvo en esa cabaña –

- ¿Y qué hay de ti? – espetó Ruohan, derramando un poco de licor sobre la mesa de aquel restaurante de Caiyi – Tu hermano protege a su esposa. ¿Quién te protege a ti? – Qiren negó con la cabeza y suspiró. Solo podían pasar unas pocas horas a la semana. Solo podían verse en un restaurante, a escondidas, pero sin llegar a sentirse cómodos e íntimos – Ven a mi secta, seré un líder, puedo ocultarte, nadie se atreverá a buscarte en Ciudad Sin Noche –

- Ruohan... no puedo irme –

- ¡¿Por qué no!? –

- Porque mi cuñada está embarazada – Wen Ruohan se sentía un poco desconcertado, hasta que logró unir las piezas. Qingheng-Jun está en reclusión, la mujer no era una esposa, sino una prisionera... Lan Qiren era el único familiar que tendría responsabilidad sobre ese bebé.

- Eso no es justo –

- Así debe ser –

- ¿Qué hay contigo? ¿Tus sueños, tus deseos? – Qiren negó con la cabeza - ¿Qué hay de nosotros? –

El joven maestro Lan miró los ojos inundados de lágrimas de Wen Ruohan. Era la primera vez que lo veía tan herido. Ellos no podían ser nada. Ruohan sería un líder de secta, Qiren un maestro. ¿Qué hay con ellos? Ellos ya no podían luchar por nada más.

- Tal vez... mi hermano salga de reclusión cuando nazca su primogénito – comentó, tomando la mano de Wen Ruohan que ya había cerrado los ojos, sus lágrimas escurriendo por sus mejillas, al igual que los ojos de Lan Qiren – Nosotros... podemos arreglar todo durante este tiempo. Tu padre ha pedido que te cases, hazlo, yo me convertiré en maestro y pondremos orden en la secta... -

- Yo te amo a ti, no quiero casarme con esa mujer –

- Y yo te amo a ti, pero tendrás que engendrar un heredero – ambos limpiaron sus rostros y bebieron té y vino, su futuro aún era incierto, pero tenían esperanzas – Somos dos hombres, tú no puedes dejar que tu secta caiga y termine el linaje y yo no puedo abandonar a mi familia –

Pasaron unos minutos en silencio, comieron un poco y calmando la tristeza y el desamparo en sus corazones. Pero Wen Ruohan no podía quedarse callado y seguir con esa aura deprimente. Tomó la mano de Qiren y besó el dorso.

- Quizás encuentre una manera de que engendremos un hijo – Qiren le miró con fastidio fingido – Solo piénsalo, un hijo de ambos, fuerte, inteligente, talentoso... si los hombres pudieran tener hijos... es probable que tu hermano ya te hubiese mandado en un sedán rojo a mi secta con un dote –

- ¡Ruohan! – ambos comenzaron a reír. La preocupación seguía ahí, pero encontrarían la manera de que todo funcionara.

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Wen Ruohan se casó con una cultivadora de Meishan Yu. Lan Qiren se sintió abrumado. Él mismo le había pedido a Ruohan que tomara a una esposa... ¿por qué sentía que atravesaban su pecho con una espada?

Ocho meses después nació Lan Huan, su sobrino. Qiren tuvo que cargarlo después de apartarlo de los brazos de su madre. Madam Lan lloraba desconsolada, no le habían permitido cargar al niño más tiempo. El bebé lloraba en los brazos de Qiren. Se dispuso a salir de la habitación tal cual habían indicado los médicos y los ancianos.

Dio un último vistazo a su cuñada. Sentía la culpa en su pecho, pero sus manos estaban atadas.

- ¿No verás a tu hijo? – preguntó, de pie fuera de las habitaciones de su hermano – A-Huan... es muy pequeño, se parece a ti... -

La puerta se abrió solo unos segundos. El rostro de su hermano mayor era más delgado y tenía sombras en sus ojos.

- Será un buen líder, lo veo en sus ojos – la puerta se cerró y Lan Qiren caminó de regreso a sus habitaciones con un bebé en brazos, un niño que tenía padre y madre... y que al mismo tiempo no tenía a ninguno.

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Un mes después del nacimiento de su sobrino, nació Wen Xu, el heredero de Qishan Wen y el primer hijo de Ruohan. Desde que se dio a conocer el compromiso de Wen Ruohan había recibido cartas del mismo hombre.

Que lo seguía amando a pesar de todo, que nadie ocuparía el lugar en su corazón. Que solo se limitaría a cumplir con sus deberes de futuro líder. Se sintió traicionado. Ruohan había compartido la cama con alguien más. Pero era necesario. Era lo que debían hacer.

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Llegó a aquella parte del bosque que era oscura, nadie podría verlos desde el cielo, ni a través de los árboles. Las cartas fueron más largas, pero también escasas. Wen Ruohan tenía un niño ahora y sus deberes no eran solo como heredero de secta, sino también como padre.

- Qiren... mi Qiren – su nombre en labios de su amante lo hizo voltear solo para encontrarse con un par de brazos aprisionándolo, unos labios demandando el tiempo perdido y unas manos acunando su cintura.

Aunque ese beso era caliente y demandante... abundaba ese sentimiento de añoranza en ambos hombres. Lan Qiren derramó solo dos lágrimas antes de limpiar su rostro y peinar con amor el cabello de Wen Ruohan.

- Te extrañé tanto... no tienes una idea de qué tan largas fueron las noches en tu ausencia –

- Ruohan... Ruohan... - terminaron sentados en el pasto, arrodillados uno frente al otro – Estás aquí... estás conmigo –

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- Si te dijera... que hay una manera de volvernos más fuertes... ¿me creerías? – Estaban recostados en el pasto, la cabeza de Qiren descansaba sobre el pecho de Ruohan, sus piernas entrelazadas.

- ¿Por qué querríamos ser más fuertes? –

- Porque podríamos estar juntos... podríamos enfrentar a todos y entonces... haremos las tres reverencias, tú y yo... como soñábamos antes –

Qiren sintió a Ruohan acariciar su cabello, el futuro líder Wen aún tenía la cinta de regulación de Qiren en sus manos, se negaba a soltarla.

- ¿Qué podríamos hacer? ¿No es suficiente, así como ahora? –

- Nunca lo será, Lan Qiren, no puedo tener esta vida... a medias – Ruohan se levantó, atrajo a Qiren a su pecho y lo abrazó – Seríamos fuertes y nadie se opondría, Qingheng-Jun saldría de reclusión porque tendrías que estar conmigo... ¿no quieres eso? –

Lan Qiren pensó en su casa, en el hogar que le esperaba cuando regresara a Gusu. Un bebé llorando, preguntas sobre su paradero y después un castigo. Lo esperaba la fría visita a la habitación de su cuñada para que viera a su bebé solo un día al mes.

Lo esperaba la fría conversación de su hermano, un regaño por no hacer sus deberes lo suficientemente bien. Lo esperaba el frío escritorio con cartas por responder y solicitudes que atender. Las siguientes clases en Gusu, las peticiones de clanes más pequeños, las plegarias de personas a quienes tenían que ayudar.

Ya no podía leer sus poemas, no podía entrenar, no podía cultivar, no podía ser él otra vez.

Él ya no era Lan Qiren, él era el joven Gran Maestro Lan.

- Quiero estar contigo, creo en ti... confío en ti – le dijo a Ruohan, quien besó su frente – No quiero... no quiero tener que romper las reglas, pero... - acarició el rostro de Wen Ruohan - ¿Qué más puedo hacer para recuperarme a mí mismo? –

Esa noche se despidieron de nuevo, Lan Qiren trató de hacerle las cosas más fáciles a su hermano. Mejoró las clases, los horarios de las cacerías, la organización de las visitas, todo.

Wen Ruohan estudió los pergaminos, leyó el ritual y lo perfeccionó. Practicó aquellas marcas una y otra vez hasta que salieran a la perfección. Nunca se había visto a un cultivador tan disciplinado y erudito. Nunca se había visto a un hombre con tanta locura en sus ojos.

La Familia de Lan Qiren. Cultivación Oscura (3, Precuela)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora