Sangre

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Kakyoin se quedó helado. Dio estaba tumbado en el piso totalmente inconsciente. La sangre que brotaba de su cabeza creó una laguna roja debajo de él, la cantidad de líquido era tanta que Kakyoin quedó petrificado al verla, no sabía qué hacer, qué decir ni mucho menos cómo manejar lo que estaba ocurriendo, todo había pasado tan rápido que no era capaz de procesar correctamente los hechos, era tan irreal que parecía un sueño, pero desafortunadamente no lo era; Dio verdaderamente estaba tendido en el piso, verdaderamente tenía una herida grave en la cabeza y, sin lugar a duda, Kakyoin sostenía la pesa que la había ocasionado. Era una pesadilla hecha realidad.

—¡¿Qué demonios hiciste Kakyoin?!—Reclamó Jotaro acercándose furiosamente a Noriaki.

Noriaki logró salir del trance debido a la voz de Kujo y finalmente sintió el peso de la pesa en su mano, ni siquiera se había percatado que aún la estaba sosteniendo.

—¡¿Qué esperabas que hiciera?! ¡Te tenía sometido en el suelo!

—¡No tenías que golpearlo con una maldita pesa!—Jotaro tomó a Kakyoin por la camisa. Su ceño estaba fruncido, una clara señal de su furia.

—¡Sólo intentaba ayudarte!

Kujo relajó un poco su expresión al escuchar a Kakyoin, no esperaba que dijera algo como eso, ni siquiera podía creer que hubiera golpeado a Dio de semejante forma sólo para ayudarle; hirió de gravedad a Dio para ayudarle a él de todas las personas.

Jotaro soltó lentamente su agarre en la camisa de Noriaki hasta que dejó de sostenerla. Kakyoin se sorprendió por la acción de Jotaro, pensó que en definitiva iba a golpearlo, pero no lo hizo, simplemente estaba enfrente de él mirándolo, su mirada pedía una explicación, pedía saber que harían al respecto.

—No era mi intención...—Habló Kakyoin—, no quería que pasara esto —Noriaki observó hacia Dio—, sólo quería desorientarlo, pero por la adrenalina no medi mi fuerza.

—¿Qué vamos a hacer?—Preguntó Jotaro.

Kakyoin dejó la pesa en el suelo, se acercó hacia Dio y tomó su brazo para revisar su pulso.

—Todavía tiene pulso, pero se siente débil. Estoy seguro que tiene fracturado el cráneo y, por la cantidad de sangre, parece ser grave, si no es atendido inmediatamente morirá.

—No podemos llevarlo a un hospital.

—Lo sé.

—Entonces, ¿qué haremos?

Kakyoin se sentó en el piso y se quedó mirando a Dio, a pesar de la sangre que salía de su cabeza se veía pacifico e imperturbable, era simplemente como si estuviera durmiendo. Noriaki ni siquiera sentía tristeza al verle de ese modo, era demasiado irreal como para sentirla.

—Esperar.—Dijo Noriaki.

—¿Simplemente lo dejaremos morir?

—Hay una probabilidad de que despierte.—Afirmó.

—Y si lo hace ¿qué vamos a hacer?

—Honestamente no lo sé, el constante sonido de tu voz no me deja pensar con claridad, si tienes alguna idea de lo que podemos hacer lo agradecería mucho—Kakyoin continuaba observando a Dio.

—Tú fuiste quien ocasionó esto, eres el único que debería pensar en soluciones.—Aseguró Jotaro.

—Tú fuiste quien se escondió en el armario.

—Tú no te quitaste los aretes.

—No me avisaste que los tenía puestos.—Noriaki miró a Kujo.

—Ese era problema tuyo, no mío.

Mi Única ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora