INTRODUCCIÓN

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POV JACK.

El bombero llamó al timbre del orfanato. Tantos recuerdos, tantas emociones, tantos olores se le echaron de golpe. Jack sintió como se le agarraba el pecho, y carraspeó nervioso sin poder evitarlo.

 Otra vez, de nuevo, estaba aquí. 

En el mismo punto de partida dónde se encontraba hace años, el mismo orfanato dónde creció junto con sus hermanos de acogida y amigos. Antes de que pudiera seguir recordando alguna anécdota de cuando era tan solo un niño, se abrió la puerta de la fundación, dejando ver al director, un hombre alto, canoso, con cara angulosa que miraba con desdén al bombero desde el otro lado.

-Llega tarde de nuevo, señor Gibson- Le recriminó con esa voz grave, que tantas veces había usado con el.

-Lo siento, Señor Meyer... Acabo de terminar mi turno en la estación, voy a dejarle las mantas y la ropa que me pidió Lizzie, y no le molestaré más...- Le contestó esta vez con más seguridad.

Jack había dejado de ser ese niño temeroso hace mucho tiempo, el control que había tenido Frank Meyer sobre él en su infancia, todavía le hacía mella en su maldito cuerpo, pero era algo que no estaba dispuesto a mostrar, y menos a aquel idiota de mirada amarga.

Frank, era solo el director de la fundación, un director cabrón, que no se preocupaba por los menores en cuestión, sólo se preocupaba porque siguiera entrando dinero a casa gracias a la ayuda de las instituciones... Pero dentro de lo que cabe, la fundación era lo mejor a lo que los pequeños podían aspirar, era mejor que vivir en la calle, aquí tenían un techo, y con suerte algo de comida caliente, y eso, tanto los niños como Jack lo sabían.

Sin mediar ninguna palabra más con el director por miedo a que no le dejara entrar, se introdujo en la cocina sin permiso y empezó a vaciar el contenido de las bolsas encima de la gran mesa de madera.

-Lleve las mantas a su lugar, y en cuanto acabe, márchese, ya sabe cuales son las horas de visita señor Gibson.- Le volvió a inquirir el director esta vez sin siquiera molestarse en encararlo. 

Frank desapareció por la puerta de la cocina, y se dirigió a su despacho a hacer sus quehaceres de tutor de la fundación,  dios sabe cuales serían, contar dinero  sucio mientras se fumaba uno de sus puros en su gran sofá de terciopelo.

El bombero, que ya se sabía el camino a las habitaciones de memoria, comenzó a andar por los pasillos. 

El frío y la humedad eran palpables. Era el mismo frío de siempre. Ese frío que le había calado los huesos durante años.

Después de recorrer el estrecho pasillo que comunicaba la sala principal con el sector de los menores, llegó hasta una especie de patio interno.

En el patio había algunas mesas pero ningún libro, y sobre una pared una pizarra sin rastros de tiza o garabatos sobre el . Era evidente que esa especie de aula no era usada con esos fines.

Él lo sabía de primera mano... Sus muñecas y antebrazos también.

Detrás de las sillas había dos puertas de madera con varias capas de pintura saltada.

Dispuesto a entrar a una de ellas y dejar su contenido en el interior, una vocecita le detuvo antes de que diera un paso más.

-¡JACK! ¡HAS VENIDO!- Le gritó Riley con entusiasmo abalanzándose a su cintura. El bombero fué a decirle que bajara la voz preocupado ya que el señor Frank podía volver a aparecer por la puerta, cuando otro segundo niño se le colgó prácticamente de golpe en la espalda.

-¿Has traído algo de cena? ¡Me muero de hambre!- Le preguntó un pequeño muchacho de melena rubia con la misma emoción que la niña anterior.

-¿Nos has cenado todavía Kai?- Preguntó el adulto extrañado mientras terminaba de vaciar la segunda bolsa todavía con la niña agarrada a su cintura y el pequeño escurriéndose lentamente por su espalda.

El bombero viendo que era imposible seguir con los dos pequeños revoloteando, dejó por terminada su labor con las bolsas, y bajó al pequeño niño de su espalda con unos pequeños movimientos.

-Riley, ¿Frank no os ha dado de cenar a ninguno?- Volvió a preguntar preocupado esta vez a la niña.

-Si.. quiero decir, a Max, Mateo, Jackie, Trixie y Helene si.. Pero Kai estaba castigado, esta tarde no quiso salir a ya sabes... Yo me quedé con él, y bueno...- Le explicó la pequeña en voz baja cómo si le estuviera contando un secreto importante y nadie se tuviera que enterar de aquello... 


POV CARINA.

-Negativo..- Susurró entristecida la italiana mirando de nuevo con hastío al predictor. 

Maya, al escuchar el resultado de su mujer, abrazó con dulzura a la médico y le rodeó con sus brazos apoyando su barbilla en el hombro de la italiana.

-No te preocupes mi amor, seguiremos intentándolo... No te desanimes, llamaré a la clínica para decirles que volveremos a intentarlo al mes que viene, al final siendo el donante anónimo, no tenemos ninguna prisa... ya lo sabes-

La italiana prácticamente no la estaba escuchando,  rebosaba tristeza por todos lados ante tal resultado, ¿Porqué no podía tener niños? ¿Acaso el destino quería que no fuera madre? 

-No puedo seguir así  con esta incertidumbre Maya... estoy harta, harta de hacerme pruebas con ilusión y golpearme contra la pared una y otra vez..- Le confesó la médico sollozando con amargor.

La bombero al escuchar a su mujer romperse de esa manera, la acunó con más fuerza contra su pecho, y le beso suavemente las lágrimas, retirandoselas con delicadeza una a una de la cara.

-Cariño no nos podemos desanimar ahora, tenemos que salir de la cajita de cristal, ser fuertes, valientes... pelear juntas... Cómo siempre hemos hecho y hacemos-Tarde o temprano llegará nuestro pequeño bomberito- Le susurró esto último con ternura intentando que la medico cambiara la mirada sombría por un rostro un poco más alegre. La rubia cumplió su objetivo, la italiana se echó a reír suavemente y miró con fervor a su mujer.

-¿Me ves con cara de llevar un niño? va a ser una niña, estoy segura, una pequeña médico que ayude a otras personitas pequeñas como ella- Fantaseó la italiana entrando cómo un niño pequeño al pequeño juego que le había improvisado su mujer.

-Te veo con una cara preciosa, eso es lo que veo.- Contestó la bombero con ternura mirando esos ojos marrones en los que tantas veces se había perdido.

-¿Me prometes que todo saldrá bien la próxima vez bambina?- Le preguntó la italiana con la voz todavía algo estrangulada por el disgusto.

-Te lo prometo - Le aseguró la rubia con firmeza. Carina se abrazó con fuerza a los brazos que seguían rodeándole por la cintura, e intentó serenarse antes de ir a trabajar. 

Maya estaba haciendo un equipazo junto con la italiana, estaba siempre ahí para darle apoyo emocional, y seguridad. El amor entre ellas dos cada vez se iba haciendo más y más fuerte hasta el punto de ser prácticamente indestructible. 

Los comienzos y cambios siempre son duros, pero hay que animarse a salir de la caja, y disfrutar. Eso era algo que estaban dispuestas a hacer ambas chicas, pero no todo iba a ser tan sencillo por desgracia.

FACTOR DESENCADENANTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora