Han transcurrido dos días desde que Bailey y yo comimos con Jordan y June en el McDonald’s y dos semanas desde lo que ocurrió con nosotros en el bar. Es curioso cómo trabaja el tiempo, avanza tan rápido a veces y el efecto que tiene en las personas, porque Jordan parece que definitivamente ha olvidado lo que pasó con nosotros. ¿O es que yo no la puedo sacar de mi cabeza?
No sé cual de las dos razones sea, pero definitivamente quisiera actuar a como lo hace ella. Tan indiferente, como si nunca hubiera estado en ese taburete conmigo haciéndola venir.
Quizás yo deba olvidarlo. No sé en qué punto estamos exactamente ahora, pero sin duda vamos a vernos con mucha más frecuencia que antes, así que necesito comenzar a trabajar en ello.
Hoy es jueves y hoy hay entrenamiento de T- ball infantil. Hace dos días, mientras comíamos papas en el McDonald’s, Jordan mencionó que andaba buscando alguna actividad extra para June para que durante el tiempo que estuviera con ella hiciera algo más que sólo ir y venir a la guardería. Y por supuesto sólo se me ocurrió invitarla a que lo llevara al entrenamiento de hoy para ver si a June le puede gustar el béisbol.
Y honestamente no sé si lo hice porque mi cabeza no dio para más o porque fue una excusa para tenerla más cerca. En cualquier caso, Jordan ni siquiera se negó y ahora viene caminando hacia mí sujetando la mano de June y sonriendo como nunca la había visto.
Tiene una sonrisa muy bonita.
—Hola —me dice, dejando su mano sobre sus cejas para cubrirse del sol.
—Hola —la saludo, antes de estirar el puño en dirección a June para saludarlo—. Vamos.
—¿A dónde vamos? —pregunta Jordan mientras subimos las gradas— ¿Y Bailey?
—Ella está en la cancha entrenando.
Nos sentamos en la banca bajo la sombra. Jordan saca una botella color azul y se la da a June para que beba.
—¿Ese es tu papá?
Asiento con la cabeza. Mi padre está entrenando a los niños, pero no deja de mirar hacia acá. Lo saludo con la mano para que sepa que nos hemos dado cuenta de su intensa mirada hacia nosotros. Me regresa el saludo, pero no deja de mirarnos.
Jesús.
—¿Tú también los entrenas?
—No, sólo vengo a ver. No tengo idea de como se entrena a un niño para que juegue Béisbol.
La risa de Jordan se escucha en la gradería. Es la primera vez que la escucho reír. En realidad, es la primera vez que no estamos en un ambiente medio tenso. Y no puedo evitar sonreír por eso.
—¿Sabes al menos jugarlo?
Sacudo la cabeza. Jordan aprieta los labios para evitar reírse de mí.
—Soy malo en los deportes. Creo que es lo único en lo que Bailey se parece a mí.
—¿Tú crees? —agudiza la mirada hacia Bailey—. Yo creo que se parece mucho a ti.
Jordan se queda en silencio luego de eso. Se ha quedado pensativa unos segundos, pero casi al instante se ha vuelto a erguir y me sonríe. ¿Habrá querido preguntar alguna cosa? Me preocupa que el tema gire hacia Rose y me tenso, así que decido ya no ir más por ahí.
—¿Te han preguntado alguna vez si June es hijo tuyo?
June está muy concentrado mirando a los demás niños batear, pero aún así me tomo el tiempo para observarlo, porque es indiscutiblemente idéntico a su hermana.
—Muchas veces. Dicen que nos parecemos.
—Y mucho —confirmo, haciéndo que vuelva a sonreír.
Por alguna razón anda muy risueña hoy, ¿O es que quizás no conozco a la verdadera Jordan y es realmente así? No lo sé, pero el cambio de los días antes del martes a hoy es definitivamente abismal.
—Hola —mi padre le tiende una mano a Jordan y le sonríe.
—Hola, soy Jordan. Él es June.
—¿Qué tal June? —le choca el puño al pequeño— Soy Jhonier, el padre de Kurt y el entrenador del equipo.
Jordan luce alegre de haber traído a June aquí hoy, y June luce sin duda fascinado de lo que ve desde la gradería.
—¿Te molesta si me lo llevo un momento? —le pregunta a Jordan, pero luego mira a June— ¿Te gustaría ir a la cancha para ver más de cerca, June?
June le regresa la botella a Jordan y asiente frenéticamente antes de tomar la mano de mi padre y comenzar a bajar. Papá me ha visto y me ha guiñado el ojo, pasando por completo de la mirada de desaprobación que le estoy dando.
Ningún niño sin uniforme y zapatillas puede entrar a la cancha, pero a mi padre eso no le ha importado hoy.
—Es agradable —dice Jordan luego de un momento, pero al ver que no he escuchado bien, no vuelve a decir—. Tu padre. Tu padre es agradable.
—Le gustan los niños.
—¿Sí?
Asiento. Mi padre se ha sentado a June en el regazo mientras están en la banqueta que usa mientras observa el entrenamiento.
—Les fascinan los niños, a él y a mi madre. Demasiado.
Jordan me observa con atención. Ha cruzado sus piernas y puesto su codo sobre su rodilla mientras me observa.
Por favor, no me mires así.
—¿Y qué hace tu madre?
Me toma alrededor de cinco segundos recordar de qué estábamos hablando.
—Da clases de equinoterapia infantil.
—Oh, guau. Eso es… —sacude la cabeza—, me parece maravilloso que tus padres adoren tanto a los niños —sonríe. Tiene un cabello cruzando su rostro que se ha quedado pegado a su boca. Tengo que entrelazar mis manos sobre mi regazo con fuerza para no quitárselo ahora mismo—. Bailey es muy afortunada.
Nunca lo he dicho en voz alta, pero soy consciente, y creo que Bailey también lo es, de que es una niña muy afortunada. Sus abuelos han sido parte fundamental en su crianza. Realmente no sé qué habría sido de Bailey si sólo hubiera estado a cargo de mí.
Jordan se pone tensa y se sienta bien en la banqueta cuando su móvil timbra. Parece un mensaje de texto por el rápido y corto sonido de la notificación, y aunque Jordan ve la pantalla un largo rato, finalmente decide no responder y se lo vuelve a guardar en el bolso.
—¿Está todo bien?
Jordan parpadea múltiples veces cuando me escucha. Luego asiente, forzando una sonrisa para mí.
—Sí, sólo es mi papá. Vendrá esta semana.
Sus cejas se fruncen un segundo y se rasca la nariz un poco.
—¿Es mala tu relación con él?
—Sí. Algo. Él está intentándolo por June, pero…
—Está bien —la interrumpo, porque se nota que le está costando mucho. Ya sin aguantar el impulso de acomodar su cabello lo hago. Lo dejo detrás de su oreja y regreso mi mano a mi regazo, aunque me muero por tocar su piel de nuevo—. No tienes que hablar de tu vida personal conmigo.
Jordan me observa en silencio. La luz del sol que le da del lado derecho de la cara le ilumina esa parte y se conecta con sus ojos haciéndoles parecer mucho más verdes y a su cabello como una intensa llamarada de fuego. June también es pelirrojo, pero el color de su hermana es mucho más claro que el suyo.
Jordan simplemente me sonríe y no dice nada, entonces somos interrumpidos por Bailey que viene subiendo las gradas junto a June y mi padre.
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Mitades del corazón
RomanceJordan, divorciada a sus veintisiete, siente el peso de no haber hecho funcionar su matrimonio aún sabiendo que no fue su culpa. Y para rematar, en menos de seis meses lo pierde todo y su vida da un giro de 180 cuando aparece un niño frente a su pue...