Capitulo 1
El ruso llega a la Argentina
Mi nombre no interesa y mi edad, bueno en edad de trabajar, soy joven, educado en el arte de la pala y el martillo-
Mis puños son dos rocas, preparadas a golpear las pruebas del destino. Mi destino la vida lo determina, y yo busco quebrarlo, modificarlo y alterarlo.
Mis amigos, o los que quedan y aun me tratan dicen que soy medio loco, medio visionario, aunque en verdad solo soy uno más que se suma, a la marea humana, tomando una aventura, un riesgo, una travesía.
Antes de juzgarme quien lea estas líneas debe entender, muchas de las personas, que salimos de nuestros lugares de origen no fuimos a invadir, si no a llevar nuestros conocimientos, nuestro entusiasmo por el trabajo y nuestras ganas de vivir. Si sobre todo eso, ganas de vivir, elegimos vivir sobre el morir, ya que nuestro ORIGEN, NUESTRA TIERRA NATAL también conocida como el viejo mundo, está inmerso en abundancia: pero de hambre, desigualdades, enfermedades, guerra y destrucción.
Todos de este lado del mundo escucharon la posibilidad de tierras capaces de ser cultivadas todo el año. De su economía floreciente, de sus paisajes insuperables. Solo es cuestión de labrar esa tierra virgen, y juntar el fruto producido, todo el que lo desee puede tener una huerta, ya que las casas tienen patios.
En el viejo mundo donde yo nací, los cielos no son tan azules, las tierras tan despejadas, y las ciudades tan poco habitadas. Aquí se puede observar el horizonte, la salida y la puesta del sol, a una persona que se acerca desde km de distancia, o lo que tu vista permita percibir. Si bien aún no tengo donde ir. Ya me siento ya en mi hogar, la tierra, esta tierra es una promesa para mi persona por varios motivos: el principal la paz.
Aquí mi aventura comienza, y ya es tarde para arrepentimientos, por que como lo dije más arriba solo tengo lo puesto y una valija donde solo pude aguardar dos recuerdos.
Las palabras de mi padre y mi madre cuando me criaron en una tierra distante.
Por otro lado, un suspiro repleto de emoción por dejar atrás parte de mi vida, de la cual solo me resta una valija y un diario llamado destino que es acompañado de su insuperable amigo de nombre esperanza en un mundo mejor.
Corre la década del 40, el mundo termina de salir de una guerra, que causo muerte, destrucción y desolación.
Las muertes continuaban, si no era por fuego enemigo, lo era por como quedamos, como quedo nuestro hogar, nuestras familias y nuestra forma de pensar:
Se nos dijo, culpa de ellos perderemos nuestro hogar, nuestra estabilidad, ellos nos quieren quitar lo que es nuestro y por eso deben morir.
Empezamos a buscar escusas para matar, él debe morir ya que es musulmán, él debe morir por que es negro, él debe morir por que estuvo en tal sitio, o porque me saco algo de mi pertenencia y la lista puede seguir. Pero si permiten que les diga algo, todos, pero todos, vamos a morir, así que empiecen a vivir.
Por ese motivo tomo mi sombrero, mi saco, levanto la frente, doy la espalda a un conjunto de ruinas, al llanto, el hambre y la desesperanza, preparó mi valija, mi compañera de viaje, dejo atrás mi muerte, pero no la física si no la de no tener esperanza, escojo un mañana: bueno o malo, pero elijo un MAÑANA de ilusión.
El viaje en barco
Cuando nos hablan de los inmigrantes, pensamos en gente de mucho dinero que tomo barcos de lujo y cruzaron cómodamente el océano desde el viejo mundo, al nuevo mundo.
Nada más alejado de la realidad, todos los que vinieron tuvieron que hacer sacrificios, abandonar familiares, algunos por siempre, otros por un periodo más o menos prolongado.
