sunrise

12 3 1
                                    

Hongjoong tenía razones por las cuales jamás le confesó a Hyelin lo que sentía por ella.

A veces, cuando su corazón se sentía tan cálido y seguro que se creía capaz de todo, con la valentía de buscarla y decirle cuánto la amaba. Una parte suya, la más coherente, le retenía en su asiento a pensar en los posibles escenarios que podrían formarse por su subidon de confianza.

El primero, que afortunadamente había ocurrido, era que sí le correspondía. Casi nunca se detenía a pensar mucho en ello porque pronto aparecía el segundo escenario: el rechazo. Bien, con todos los años de callar sus sentimientos se creía capaz de soportar que su mejor amiga no lo viera de esa manera. Le dolería, por supuesto, pero seguiría adelante porque lo que más le importaba era permanecer junto a ella. Pero entonces entraba el peor escenario: el rechazo y la pérdida. Años de compañerismo, travesuras, secretos, lágrimas y carcajadas que podrían acabar en la basura por unos sentimientos no correspondidos. Él podría lidiar con el rechazo, pero no con la incomodidad, la distancia, el adiós.

Ante el pensamiento, hizo lo posible por guardar esos sentimientos bajo llave en el fondo de su corazón. Hasta que reapareció su viejo amigo Seonghwa y volvió a alborotar a Hyelin, pero esta vez por una buena razón; gracias a él ahora estaban juntos.

Se podría decir que la vida finalmente le sonreía a Hongjoong; su mejor amiga de la cual llevaba enamorado tantos años lo quería tanto como él a ella. Nada había cambiado entre ellos, a excepción de los besos y demás muestras de cariño que trajo consigo la etiqueta de "novios".

Sin embargo, otro escenario fue construido por el lado pesimista de Hongjoong: No tener tiempo para una relación.

Es joven, y con muchísimo talento para la composición y producción musical. Tanto que sus jefes no piensan desperdiciar su potencial y lo tienen como uno de los principales tesoros de la empresa. Y el ama lo que hace a tal nivel que puede pasar horas escribiendo. Horas que podría ocupar yendo al cine, a cenar, o sólo estar echado en el sofá de su sala con su novia entre sus brazos.

A veces le piden que continúe con su trabajo, otras él mismo se pierde entre los versos que olvida que tiene un verdadero hogar que no es el estudio de grabación. Pero al final siempre está ocupado trabajando. Suele finalizar por la madrugada, incluso se queda a dormir en el enorme y cómodo sofá del estudio para descansar los ojos por un momento y recargar energías para seguir componiendo. Hasta ha usado las duchas del edificio que se suponía que sólo los aprendices debían utilizar. Y detesta admitir que hubo veces donde su concentración era tanta que olvidaba comer.

Para su suerte, tiene un ángel guardián que siempre ha estado cuidándolo; llevándole comida, abrigo y cambios de ropa, e insistiendo en llevarlo a casa, o por lo menos tirando de su brazo para que se recueste junto a ella en el sofá.

Ese ángel ahora está detrás suyo, acurrucada en una esquina del gran sofá color marrón con un edredón que su abuela le tejió y obsequió cuando decidió independizarse de sus padres. Choi lo trajo desde que se enteró que su novio se quedaba a dormir de vez en cuando.

Hongjoong se levanta de su silla para colocarse de cuclillas frente a Hyelin, quedando a la altura de su rostro. La ve tan tranquila, incluso nota una pequeña sonrisa, y se pregunta si estará soñando algo bonito, algo con él. Tontamente desea que así sea.

Con suma delicadeza para no despertarla, recoge un mechón de su cabello suelto que cubre su rostro y lo lleva detrás de su oreja. Y de ahí sus manos ya no pueden alejarse de ella; inicia acariciando su cabello que le recuerda al chocolate. Sigue con su frente algo cubierta por el reciente flequillo que ella misma se ha hecho hace una semana porque estaba aburrida y quería un cambio no tan radical. Con su dedo índice recorre la forma de su nariz, la cual se arruga cuando algo le parece lindo. Su pulgar es lo que ahora acaricia sus mejillas sonrojadas. Y se detiene en sus labios; tan suaves y dulces como el algodón de azúcar. Tan apetitosos y adictivos.

sunriseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora