Capitulo 32

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Ahora tres representantes caminaban con la mirada abajo, exceptuando a uno

Aquella mexicana en la que su enojo y odio era más grande que su culpa y tristeza; equella que caminaba vagando en recuerdos, ahora camina intentando tomar decisiones

El camino es largo, muy largo y seguramente silencioso e incómodo

-Norte!- llamó el Austriaco a la mexicana, siendo completamente ignorado por esta; de reojo miró al hermano que estaba caminando a su costado

El mexicano, preocupado y enojado regresó la mirada, entrecerrando los ojos y moviendo su mano en señal de pausa

La mexicana, en ningún momento escuchó su llamado, es más ni siquiera miraba correctamente el camino.
Toda su mente era un tornado, un tornado en su pecho, mente y principalmente corazón

Su mente le exigía una respuesta a tal propuesta, su pecho le pedía descansar y detenerse a hablar con alguien
Y por último su corazón, este le pedía a gritos regresar por una explicación; acaso ¿todo su amor fue una farsa?

Pero ahora todo quedaba claro, el amor ya había desaparecido por completo; pero el aprecio y la lealtad, definitivamente ambos se extinguieron de su corazón

-Ya llegamos- la voz y el fino tacto del Austriaco hizo que la mexicana saliera de su pequeño trance

Mirandolo a los ojos, pudo ver que no era la única con esas emociones, pudo ver que ella no está equivocada

Justo detrás de el, vio a su hermano con la mirada perdida, parado y viendo la suelo, quieto pero con la respiración agitada

Mirando de nuevo al Austriaco, regalo una pequeña sonrisa entre sus labios, pasando junto a el y dando una palmada en el pecho del Austriaco para poder ir con su hermano

Aquella sonrisa falsa fue devuelta con un rostros de sorpresa

-estás bien?- preguntó Austria mirandola con los ojos bien abiertos

-Siempre!- respondió

En fin, cosas de hermanos mayores; ahora tendrá que guardar aquel sentimiento para dar calma a su pequeño hermano

-¿Que lindo el cielo, no?- preguntó la mexicana, tratando de distraer a su hermano; acercandose lentamente a el y haciendo que el anterior diera media vuelta para mirar aquel final de atardecer, justo detrás de el

-Lo es- respondió más tranquilo, mirando aquel atardecer con una pequeña sonrisa y por fin suavizando sus gestos,
al parecer el camino a casa duró mucho menos tiempo de lo pensado

-recuerdo que mamá después de cada atardecer entraba a la cueva- recordó con una sonrisa en su rostro el mexicano

-justo abajo de la piramide- susurró mirando a su hermana -Y ese traicionero, hipócrita de mierda estuvo ahí ese día-

-ya olvida ese tema- regañó la mayor a su hermano con indiferencia, aún mirando el cielo y tratando de olvidar aquel día

-No, Norte- negó caminando frente a ella -nos vio la cara de pendejos, nos engaño y utilizó-

-wey, literalmente te mandó al campo de guerra- reclamó gritando el menor -pudiste haber muerto-

-Pero no fue así- respondió tranquila la mexicana -El ya no está aquí, estaremos bien- aseguró mientras una vez más desviaba la vista sobre el hombro de su hermano, mirando el final del atardecer

-Deberíamos seguir- a sus espaldas habló el Austriaco acercándose a ellos, tratando de suavizar el momento

-vamonos!- respondió seria, mirando a ambos

𝒕𝒆𝒏𝒆𝒓𝒕𝒆 𝒄𝒐𝒏𝒎𝒊𝒈𝒐 (México × todos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora