Este capítulo se lo dedico a: AdrianaSnchez.
Gracias por tu apoyo a la historia, hermosa. La escritura me permitió conocer a otra bella personita. Bienvenida.
—Adelante —Lo escucho decir desde el interior y mi corazón empieza a latir como loco.
Definitivamente los segundos tratando de relajarme sirvieron de nada después de oír su voz. Creo que esto no es una buena idea.
«Vamos, no puedo acobardarme ahora»
Sin esperar más me adentro. Él está reclinado en uno de los asientos con su cabeza recostada al respaldo de este, su rostro se encuentra mirando al techo, aunque mantiene los ojos cerrados. Su vestimenta se ve algo desarreglada, y su postura denota cansancio; resultado de las horas que lleva aquí. Hasta el momento no se ha molestado en observar a la persona que acaba de entrar.
—Buenas noches alteza —saludo y al escucharme reacciona mirándome sorprendido. Estoy segura de que soy la última persona a la que esperaba. Camino en su dirección mientras vuelvo a hablar—. Le traigo su té, espero que le guste.
Él continúa inmóvil en su lugar observando cada uno de mis movimientos, pero no dice nada. Sin poder evitarlo su vista se pasea por toda mi figura con detenimiento. Soy conciente de como me veo; el camisón es tan fino que permite notar la silueta de mi cuerpo, tiene un pronunciado escote que muestra el comienzo de mis pechos y mis pezones se dibujan debajo de la tela algo transparente. Por mucho que disimula, logro notar un cambio en la mirada de Eric. Tengo que descongelar a este bloque de hielo. No soy de hacer estas cosas pero en estos momentos necesito usar todo a mi disposición.
Ya frente al escritorio donde él se encuentra, me inclino dejando la bandeja. Comienzo a servirle y mientras lo hago bajo mi hombro izquierdo, haciendo que el tirante de mi camisón se deslice dejando ver gran parte de mi pecho. Aún inclinada lo miro a los ojos, nuestros rostros están muy cerca, puedo sentir su respiración.
—Que lo disfrute mi señor —le digo de forma seductora y noto como traga.
«Voy bien». Me digo a mi misma.
«Si tengo que llevarte al borde, Eric, eso haré»
Rodeo la mesa colocándome a su espalda y pongo mis manos suavemente en sus hombros para darle un masaje. Antes de poder empezar él agarra una de ellas, haciéndome pensar que detendría todo.
—¿Qué pretendes Elena? —pregunta tenso. Percibo que su voz está algo ronca.
—Solo le traje el té que pidió —contesto manteniendo el tono seductor—. En cuanto al masaje, usted lleva mucho tiempo aquí y se ve muy tenso; pensé que de seguro le vendría bien para relajarse. Pero si le molesta puedo irme ahora mismo.
Espero unos segundos, entonces él retira su mano permitiéndome seguir con mi trabajo. Comienzo a masajear con suavidad una y otra vez, notando como se va relajando poco a poco, entonces me inclino pegando mis pechos a la parte superior de su espalda y le hablo al oído.
—¿Le gusta señor? —susurro rozando mis labios en su oreja y puedo notar como se eriza y respira profundamente—. Si no le agrada puedo detenerme.
Inesperadamente se gira levantándose de forma brusca de su asiento, haciendo que este caiga al suelo. Me toma de la cintura y me sube al escritorio tirando todo lo que había sobre él. El sonido de la taza rompiéndose en pedazos y de algunos documentos esparcidos se oye en la habitación, pero nada de eso lo detiene. Se coloca entre mis piernas y con sus manos en mi tracero tira de mí para pegarme a su cuerpo. Su respiración está agitada y sus pupilas dilatadas. Se lanza a devorar mi boca en un beso urgido que me deja sin aire. Extrañaba mucho sus labios. ¡Sí que lo hacía! Rompe el beso y baja a mi cuello besándolo con deseo hasta llegar a mis pechos.
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El Reino de los Elfos
RomanceA veces lo que en un lugar es ordinario, en otro es peculiar. Elena una joven de 18 años, que en su localidad es alguien que no goza de gran belleza, que está dentro de la media, que es opacada por la belleza de sus hermanos. Pero la vida la lleva a...