6- Solo existes tú

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Para cuándo Astrid la encontró, ella ya había puesto una excusa para largarse de allí. La cara de su amiga rezumaba confusión, decía que se había encontrado con la rubia, que parecía alterada y le había dicho cosas muy raras, que esperaba encontrarla como mínimo comiéndole la boca a alguien y tenía la intención de cantarle las cuarenta y sacarla de allí a la velocidad de la luz para que no cometiera un error del que se arrepentiría el resto de su vida ¿Eso había cometido con Clarke? ¿Un maldito error? Si era un error le era imposible arrepentirse de él por mucha rabia y frustración que aquello le provocara. Ojalá pudiera, ojalá consiguiera que todo aquello fuera mucho más fácil, ojalá hubiera aceptado que Clarke la ignorara todas aquellas semanas, ojalá lo hubiera encajado de otra forma y no de la manera en que lo hizo. Pero es que sentir que había sido un mero entretenimiento para esa chica habría sido demasiado fuerte para ella, no le pedía que la pusiera la primera en la lista de sus prioridades, tan solo que la tuviera en cuenta, tenía sentimientos y a la rubia le importaban un puta mierda, le daba lo mismo cómo ella pudiera sentirse, le importaba menos que nada, ahora era solo un estorbo, algo que era mejor desechar y hacer cómo que no existía. Se cabreaba consigo misma por llegar a pensar que iba a tenerla un poco en cuenta, que podrían encontrar la manera de que aquello no les afectara, pero nunca imaginó que la ignoraría de esa forma, que todo se resumiera a eso, a que si le preguntaban a la rubia ¿Quién es esa chica? Clarke contestara "No lo se" o "Una empleada" sin más porque con suerte eso había llegado a ser para ella, alguien sin relevancia en su vida.

Quizás no era culpa suya pero no le perdonaba que hubiera traicionado a Kate por absolutamente nada, porque después de aquella última noche se planteó miles de posibilidades, se cuestionó sus sentimientos, lo sintió tan especial que creyó sinceramente que lo que tenían gozaba de alguna oportunidad, por mínima que fuera y aquello la obligaría a replantearse toda su vida, aquellos cinco años al completo, algo que la rubia no tenía pensado hacer, para ella no había nada que mereciera la pena cuestionarse, tenía a su familia y ella le sobraba por todas partes. Aquella semana siguió ignorándola y se sintió más imbécil todavía porque aunque estaba tremendamente cabreada con ella pensó que tal vez en Los Angeles las cosas pudieran ser diferentes a como lo fueron en San Francisco, que tal vez allí repararía en su presencia y tendría la oportunidad de volver a hablar con ella, al menos para que le explicara porque se había convertido en alguien invisible, porque no le costaba reconocer que aquello le había hecho mucho daño.

Pensaba en ella constantemente, en el trabajo y en casa, cuando iba a hacer la compra y muchas veces hasta soñaba con ella, y el enfado no solo era hacia la rubia, también hacia ella misma. ¿En que lugar dejaba eso a su relación? Porque estaba segura de que quería a su novia y jamás se habría cuestionado algo que no fuera estar con ella toda su puta vida, nunca había necesitado más, en ella encontraba todo lo que quería, lo que necesitaba y sin embargo llevaba demasiados días pensando en otra persona, porque lo que pasó en Los Angeles había significado demasiado, lo que esa chica la hacía sentir no pasaba desapercibido, se le había agarrado a las entrañas y quizás tenía que aprender a vivir con ello, porque en aquel momento le parecía imposible que pudiera desaparecer. Tenía claro que se enamoró de su novia, pero aquello era algo distinto que la hacía sentirlo todo con una fuerza increíble, casi abrumador y aquello solo la hacía cabrearse más porque no quería sentirlo por ella, ya no, se sentía ridícula porque le estuviera pasando eso.

Otra cosa que al ser consciente de ella la frustraba hasta los límites era darse cuenta que cuando ella estaba cerca, nada más importaba. Y daba igual que fuera sintiendo sus caricias o cuándo la rubia aparecía en una sala de aquel hotel, daba igual lo que sintiera que todo lo demás dejaba de existir, dejaba de preocuparle, lo que le provocaba un vacío intenso era ser consciente de que Nicole no era la excepción, aquello era lo que la mataba y el enfado hacía Clarke aumentaba, fuera irracional o no pero ella era la causa de que estuviera sintiéndose así, de que ni siquiera pudiera tener en cuenta su novia, la mujer a la que se suponía que amaba y ¿Por qué? Por nada. Para terminar de hundirse cada vez un poco más, si Kate le notaba por fuera parte de lo que estaba sintiendo por dentro, le daba más cariño, se volcaba más en ella y eso aumentaba el vacío en la boca de su estómago, si no follaban, ni se lo cuestionaba y cuándo lo hacían se entregaba el doble a ella. Su vida se estaba convirtiendo en una especie de tortura autoinfligida que a veces costaba un poco de sobrellevar.

The price of loving you - GIP Clarke -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora