TW: Leve angust, Ligero abuso verbal y palabras/frases ásperas.
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"Oh. Eres tú . ¿Por qué estás aquí? Odio tu cara estúpida y patética. Basura como tú no merece siquiera mirarme".
Sus palabras hirieron, y si no hubieras sabido la razón por la que las dijo, te irías. Demonios, te habrías ido en el momento en que te miró con esos ojos grises generalmente suaves.
Después del primer juicio, todos habían sospechado de él. De acuerdo, estabas incluido en eso, pero... Algo en él te inquietaba un poco.
No, no su tendencia a divagar sobre la esperanza y la desesperación, o la forma en que sus dedos se contraían y tamborileaban en el aire mientras gesticulaba salvajemente. Eso fue realmente bastante adorable. No, era la forma en que hablaba de todos; la forma en que hablaba de sí mismo.
Desde que contrajo la enfermedad de la desesperación, se había sentido mucho más confiado e incluso un poco mezquino. Por supuesto, eso se debió principalmente al síntoma principal:
Mentir.
"Estoy aquí para ver cómo estás. Te ha subido la fiebre, ¿no?" Preguntaste, cerrando la puerta detrás de ti y caminando hacia él. Por supuesto, no era realmente una pregunta. Su rostro generalmente pálido estaba sonrojado y sudoroso, y su respiración era un poco más pesada de lo normal.
"No, en absoluto. Me estoy congelando". Nagito dijo, luego se dio la vuelta cuando te detuviste junto a su cama. "Yo... Odio que estés aquí. Quiero estar solo".
"Hm. Bueno, Mikan está ocupado con los demás, y todos los demás están demasiado asustados para acercarse a ti". Tu dijiste. Por supuesto, no lo estabas. Habías pasado suficiente tiempo con él para saber que era como cualquier chico de tu edad. No estaba seguro de sí mismo y se perdió un poco al tratar de encontrar su propósito. O al menos, eso es lo que imaginaste.
Eras el patinador artístico definitivo, pero incluso entonces, no siempre lo habías sido. Todo era cuestión de descubrir que eras intrínsecamente bueno en eso, y que trabajarías mucho para lograr ese estándar.
"¿Has comido?" Preguntaste, y él asintió, todavía sin mirarte. Frunciste el ceño, suspirando mientras acercabas una silla. "Nagito, necesitas comer."
"No lo hago. Puedo vivir de la luz solar pura". Dijo, luego se volvió hacia ti. "Estoy hambriento."
Se estaba volviendo bastante difícil de seguir, pero estabas seguro de que solo tenía náuseas. Sacudió la cabeza con firmeza, parándote y girando rápidamente. Tus ojos se abrieron un poco cuando sentiste su mano agarrar tu muñeca, y te giraste para mirarlo. Parecía casi frenético, pero también parecía extremadamente reacio a tocarte a pesar de sus acciones. ¿Quizás la enfermedad de la desesperación se había apoderado de algo más que su mente?
