[ cuarenta y seis ]

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La miré fijo y pensé un poco en eso. Ya no más salidas nocturnas a cada rato, ya no más coqueteos con alguna chica. Ya no más libertad de mirar y opinar sobre algún trasero...
Pero a mí ya no me interesaba hacer eso, yo solo quiero estar con ella. Dormir con ella, estar a su lado, y coquetear con ella.

-Solo quiero estar contigo- le dije.
Ella sonrió y se acercó a mí para besarme impulsivamente. Se alejó y comenzó a subir las escaleras hacia su cuarto.

-Apurate que tenemos que irnos- me dijo.

-Tú eres la que se tiene que apurar- dije y me acerqué a la cocina para comer un poco de la fruta que ella había cortado.
Luego de unos cuantos minutos ella bajó las escaleras y se acercó a la cocina. Estaba cambiada y peinada. La miré embobado.

-¿Qué sucede?- me preguntó.

-Que eres hermosa- dije. Ella se sonrojó levemente y tomó una fresa.

-¿Vamos?

-Vamos, cariño- dije y tomé mi chaqueta para salir con ella de su departamento.
Bajamos hasta la cochera y nos subimos a su auto. Nos colocamos los cinturones de seguridad y Betty arranco para prender marcha, no sé muy bien a dónde.

-¿Estás nervioso?- me preguntó. Me giré a verla.

-Un poco- dije con una media sonrisa- No se que voy a decirle...

-Solo tienes que decirle lo que sientes en el corazón- dijo ella sin dejar de mirar al frente.
Estiré mi mano y acaricié su mejilla. Me miró de reojo y sonrió.

-¿Sabes dónde es?- le dije.

-Queda cerca del campo de mi abuelo- contestó.

-¿No te conté, verdad? Tengo una hermana. Ella se giró a verme sorprendida.

-¿Qué?- dijo sorprendida.

-Sí, en la carta que me mandó mi madre... me contó que tengo una hermana de 5 años llamada Jelly Bean, ¿Puedes creerlo?

-Es maravilloso... yo siempre quise tener hermanos, pero no los tuve. Mis padres no rehicieron sus vidas luego de separarse.

-¿Crees que aún se aman?- le pregunté. Ella sonrió levemente.

-Sí- dijo asintiendo- Solo que son tan orgullosos, que ninguno lo va a admitir. Pero ¿Quién te dice que en cualquier momento me dicen que están juntos de nuevo?
Seguimos hablando de algunas cosas y pusimos un poco de música, mientras que de a poco íbamos saliendo de la ruidosa ciudad. A medida que nos acercábamos más a donde estaba mi madre, mis nervios aumentaban. ¿Qué tengo que decirle? ¿Qué debo hacer? ¿Cómo va a reaccionar? ¿Mi hermana me querrá? Todas esas preguntas cruzaban mi cabeza.
Ella dobló para entrar en una cerca y comenzar a andar por un camino de tierra. Luego de unos cinco minutos vimos desde lo lejos una casa. Afuera de la casa habían dos autos y una camioneta. La casa era grande y a lo lejos tenía una pequeña caballeriza. El auto se detuvo justo frente a la casa. Se giró a verme y tomó mi mano. La miré a los ojos.

-Todo va a estar bien... y yo voy a estar contigo- me dijo.
Entonces me incliné hacia ella y la besé fugazmente. Me alejé y quedé cerca de su rostro.

-Muchas gracias cariño, de verdad muchas gracias- le susurré.

-No, tonto, no me agradezcas- dijo y tomó mi rostro con sus manos para depositar un pequeño beso en mis labios- Ahora vamos.
Nos bajamos y el aire limpio y puro del campo invadió mis pulmones.
Aquel lugar era increíble. Los árboles eran enormes y el pasto era tan verde que al mirarlo te molestaba los ojos. Me acerqué a Betty y tomé su mano para comenzar a caminar hacia la puerta de aquella gran casa blanca y azul.
Nos paramos frente a la puerta y ella apoyó su dedo en el timbre. El timbre sonó y esperamos que alguien nos abriera. Mi corazón latía desesperado, en cualquier momento se me iba a salir del pecho. Apreté ligeramente su mano, provocando que ella sonriera por lo bajo.

Peligrosa Obsesión| Bughead Donde viven las historias. Descúbrelo ahora