❃ Epilogue ❃

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La casa de Jungkook era una pequeña cabaña de madera de cedro.    

Tenía ventanas redondas y una característica estructura porque estaba asentada en cuatro árboles y las paredes no formaban ángulos rectos. Había que subir varias escaleras hasta llegar a la cima.  

No era la mejor casa, pero era todo lo que necesitaban.   

Las sábanas no eran de algodón, eran de lana, los vasos no eran de cristal eran de madera, el agua había que bajar por ella al río y la luz procedía de velas que hacían ellos mismos.  

Jungkook criaba gallinas y conejos, plantaba y cazaba. Por las mañanas recogía leña para mantenerlos calientes a lo largo del día. Jin se acostumbró muy rápido a ese nuevo modo de vida y no parecía extrañar la antigua.      

Le encantaba recoger huevos, setas y ayudar en todas las tareas.  

De todo lo que más le gustaba era lavar la ropa en el rio, eso le producía esa sensación de plenitud al poder cuidar a su hombre, un cosquilleo en su pecho que rápidamente asoció a la felicidad.  

Por fin podía caminar por el bosque libremente hubiese sol o lluvia. Podía sentarse en la hierba observando con deleite como su fuerte amante cortaba la leña. El sudor recorría su espalda y cada musculo de sus brazos.  

En esos momentos deseaba que le poseyese allí mismo contra un leño. Nunca se aburriría de sentir esas manos sobre su pecho y siempre se derretiría cada vez que lo levantaba en el aire y le hacía así el amor.  

Claro que no todo era diversión, todos los días estudiaba, Jungkook no descuidaba su educación, le repetía que no importa si ya no fuese a ser un gran noble, eso no significaba que debería ser menos culto. Se esforzaba por aprender la biología y el latín con tanto empeño o más que si estuviese en la mansión.   

Jeongguk sopló la vela y los cubrió mejor con la manta de lana, acarició el cabello del joven y le besó la frente.  

—Sabes, me he estado preguntando, ¿cómo estará Yoongi? nunca más supe nada de él.   

—Está bien —contestó el más viejo—. Se me olvidó decirtelo, se escapó con Jennie y viven en Francia.  

—¿Cómo?   

—Aquella noche me quedé escondido cerca del lago y a la mañana siguiente Yoongi, quien iba de camino al pueblo me encontró... Me trajo aquí y me trajo algunas de mis cosas después. Él me ayudó. Mantuve contacto con él durante todos estos largos meses. Hace unas semanas me contó que deseaba marcharse con Jennie y le envié dinero.  

Seokjin sonrió en la oscuridad orgulloso por sus amigos.  

—Yoon se lo merece, siempre fue un buen amigo —acarició el pecho desnudo sobre el que rebosaba su cabeza.   

—Tú también te lo mereces, todo —le besó el cabello.   

—No puedo dejar de sentirme algo culpable, antes tenías una buena vida y ahora ya no puedes enseñar —ese era un fantasma que siempre le perseguiría.  

—Una buena casa y buena comida no lo hacen una buena vida, ahora tengo una buena vida —buscó su boca—. Te tengo aquí.   

Seokjin sonrió y le pellizcó el pezón con cariño.   

—Después de trabajar tanto para mantenernos, crees que podrías... —volvió a pellizcarlo pero esta vez con un poco más de intensidad.  

—Haré todo lo que me pidas.  

Jeongguk volvió a besarlo pero esta vez le sujetó del mentón con fuerza mientras invertía sus posiciones. Su lengua penetraba la boca del chico y la exploraba sin ninguna clase de tapujos.    

El Tutor || GgukJin ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora