15. desesperación.

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El miedo se apoderó de él. No podía creer que lo que veía era cierto. No, no era cierto, en lo absoluto porque, ¿en qué momento Yuta sería capaz de hacer algo semejante? Era inaudito, Yuta era un buen chico, era su amigo y un artista. No un asesino.

Pero lo había visto, y con sus propios ojos. Yuta había cometido un femicidio delante de él.

Esto no podía ser cierto. Era producto de su mente, ¿cierto? Su mente no ha estado muy estable últimamente, aunque era orgulloso y le avergonzase admitirlo. Yuta seguía siendo el mismo, tenía que serlo.

Lo observó caminar tranquilamente por la calle en dirección a casa. Tiró el cuchillo en un contenedor de basura unos metros más allá, para después desaparecer de su vista.

Su cuerpo temblaba del miedo y del frío. Y aun con el cuerpo empapado, se acercó a la mujer. La sangre que se escurría de su cuerpo se mezclaba con el charco de agua que tenía debajo. La sangre caía de su estómago, semejante a un río.

Dio unos pasos atrás, aterrado. Miró a sus costados al sentir al sentir una presencia cerca de él, como un fantasma observando un crimen que no cometió. Y presa del miedo, corrió en dirección a casa antes de que cualquiera pudiese verlo. 

Al llegar a ella subió rápidamente hacia su piso. Cerró la puerta de golpe y se quedó parado en la entrada, con la respiración agitada y la imagen de la chica muerta intacta en su cabeza.

—Haechan, ¿te encuentras bien? —Doyoung se acercó a él. Vio que Haechan no le respondía, por lo que lo tomó de los hombros para hacerlo reaccionar.

Su compañero lo miró con ojos idos, se veía desconcertado. Pero rápidamente adoptó un semblante normal.

—Sí, sólo fui a comprar un poco de ramen, pero creo que la lluvia me lo arruinó —se rio y le mostró a Doyoung la bolsa empapada.

—Pero estás muy mojado...

—¿No será porque está lloviendo afuera? —dijo con sarcasmo. Caminó con normalidad hacia la mesa y dejó la bolsa sobre ella.

—¿Dónde estuviste? Te fuiste mucho rato como para sólo ir a la tienda... —Usó un tono de voz bajo, como si no quisiera que alguien más los escuchara.

Donghyuck se tensó al oírlo. Comenzó a ponerse nervioso. Por suerte le estaba dando la espalda, por lo que no pudo delatar su expresión de susto.

—Puedes decírmelo, no se lo diré a nadie... —Su mano se posó sobre su hombro y su voz se oyó como un dulce susurro, tentador y persuasivo cual serpiente.

El miedo fue presa de su tentación y tuvo que girarse para contarle lo que hizo y lo que vio. Pero su cerebro, por suerte, alcanzó a detenerlo en el exacto instante en que su boca se abrió para confesarlo.

—Sólo fui a comprar y me di un par de vueltas. Cuando venía de vuelta se puso a llover.

Doyoung lo miró con ojos entornados, mas Haechan logró permanecer con un rostro neutral.

—¿Seguro que sólo fuiste a comprar? —oyó detrás suya.

Se giró en un sobresalto, encontrándose con Taeyong apoyado en el borde de la pared con los brazos cruzados.

—Sí... No entiendo por qué mentiría —dijo. Se reprochó internamente por su voz que tembló en la última palabra. Carraspeó su garganta para disimularlo.

—No lo sé... ¿Será quizás porque literalmente eres un trastornado? —lo miró con cinismo—. No se puede confiar en los locos...

—Taeyong —lo llamó Doyoung con severidad.

desvanecidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora