TRES

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JOAQUÍN 

Niko coqueteaba descaradamente con el camarero. Conocía su juego y estaba a dispuesto a apostar que él también. El plan brillante de Mover las caderas y batir las pestañas mientras se reía no era la idea más original. Porque no podía ser feliz con su soda mientras esperábamos por una mesa. El viaje de diez horas que había tenido con él, desde Florida al pueblo de mi primo Daniel, fue mi cuota de tiempo de calidad con mi amigo de la infancia y vecino de al lado. Niko y yo crecimos y nos convertimos en dos personas completamente diferentes, pero los recuerdos de la infancia de alguna forma nos impedían separarnos. Sin embargo, Nicolas solo podía ser soportado en pequeñas dosis.

—Vamos Joaco, muéstrale a él ese cuerpazo fabuloso que finalmente decidiste compartir con el mundo —susurró Niko, mientras su mirada se quedaba en el chico ocupado con las bebidas de otro cliente. Sacudiendo la cabeza ante la ridícula petición, tomé mi soda y le di un sorbo. Estaba contento con mi soda. Si él quería hacerse el tonto con la esperanza de conseguir una bebida alcohólica, estaba bien, pero no me iba a unir. Lo último que necesitaba era ser capturado con una a solo treinta minutos de la casa de mis tíos. Mi tío era un predicador Bautista y si se enteraba de que estaba bebiendo alcohol, no había manera de que me dejara quedarme con él y su familia por el verano.

—Eres un aguafiestas, Joaquín—gimió mi amigo y miró mi bebida como si fuera ofensiva.

Realmente no me importaba si estaba molesto. Solo quería cenar y luego ir a casa de mis tíos. El espectáculo de las luces traseras de Nicolas iba a ser un gran acto de bienvenida.

—No te entiendo, Joaquín. Vas y estás todo hermoso y finalmente decides hacer alarde de lo que tu mamá... Bueno, tal vez no tu mamá, porque Dios sabe que no es atractiva... ¿Qué hay de hacer alarde de lo que la suerte te dio? ¡Nada! ¡Eso es! Te compras una nueva, sexy, linda ropa y finalmente consigues un peinado que resalta cada pelo de tu cabeza, pero nunca coqueteas. Es como si hubieras decidido que era tonto. Los chicos u chicas ahora se dan cuenta de ti, voltean a verte, pero tu simplemente los ignoras.

Este era un sermón familiar. Lo volvía loco que no me tirara a cualquiera que mirara en mi dirección. No estaba a punto de decirle la razón. Esa clase de información podía hacerlo peligroso. Iba a encontrar una manera de arruinarlo todo. Quizás no querría, claro, pero lo haría. Su ruidosa boca siempre parecía traer un mundo de problemas.

—Te dije que no estoy interesado en salir con chicos por ahora. Nos acabamos de graduar. Quiero un verano para prepararme para la universidad, disfrutar estar lejos de mi madre loca y solamente... relajarme.

Nicolas suspiró y bajó la cabeza para mordisquear su popote mientras se centraba en el pobre camarero que tenía que estar ansioso de que nos sentáramos en una mesa.

—Todavía puedes venir conmigo, ya sabes. Pasar de vivir con el predicador e ir de fiesta todo el verano en la playa. A mi amigo le encantaría que te unieras a nosotros. El piso de su padrastro tiene tres dormitorios y una vista sensacional del océano.
Un verano saliendo con Nicolas borracho y sus amigos, no era atractivo, en absoluto. Tenía mis planes y hasta hora todo lo que había puesto en movimiento estaba ocurriendo, sin problemas. Sin embargo, no podía dejar de estar nervioso sobre el siguiente paso. Era más crucial.

Tener un cabello naturalmente rizado oscurecido con un profundo color café y con un estilo corto había sido el paso uno. Cuanto más rizado, más hacia mi piel casi delicada. Luego la limpieza de mi armario había sido el siguiente paso. Puse en bolsa todas las piezas de ropa que poseía y las deje en un local comercial. Mi madre se había horrorizado, pero después vio el estilo de ropa con el que pensaba remplazarla, fue un gran apoyo. A diferencia de las mayorías de las madres ella me quería ver con crop tops que mostraran mi abdomen y pantalones ajustados que enfatizara mi trasero.

Convencer a mi madre que me dejara pasar el verano conmis tíos había sido un poco más difícil. Mi primo, Daniel, me ayudo enormementeen esa parte. Habló con su madre, que luego habló con la mía. Una vez que mitía la convenció a mi madre que Daniel de verdad quería que viniera a pasarnuestro último verano antes de la universidad, juntos. Había estado tan emocionado que momentáneamente olvidé el último paso del plan. La razón por la que me hice moderadamente atractivo y pedí quedarme el verano con mi primo. El objetivo parecía tan simple pero cuando me permití pensar en ello, se me hizo increíblementecomplicado. Conseguir que un chico caiga perdidamente enamorado de ti no esfácil. Especialmente cuando a estado enamorado de tu primo por tanto tiempo  como puedes recordar.

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2.- YO SOY TUYO (EMILIACO) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora