Cuarto capítulo

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-¿Por que aceptaste si no quieres el trabajo? -mi hermana se sienta al otro lado de la mesa, llevando la tasa de té caliente a sus labios para beberlo.

-El pago es suficiente como para al fin reunir lo que necesito.

-Creí que ya habíamos hablado de este tema, Milagro -deja su taza en la mesa y noto el disgusto en su tono de voz -Ese capricho tuyo por irte ¿Cual es la necesidad, eh? Tienes todo aquí, familia, trabajo...

-No se trata de eso- suspiro -Me siento estancada en este pueblo, los limites aquí son demasiados, en cambio allá afuera abundan las oportunidades.

-Y aquí vamos de nuevo -se levanta y se encamina a la cocina. La imito, siguiéndola hasta posarme a su lado cuando ella se centra en lavar su taza.

-Piénsalo bien por un segundo, sería una oportunidad gigantesca para ti también- me lleno de emoción ante la imagen de nosotras en una gran ciudad, vestidas de manera elegante, viviendo en una casa construida y decorada a nuestro gusto...

-Tengo todo lo que necesito aquí y me conformo con lo que poseo. -Posa su azulada mirada en mi- Deberías hacer lo mismo Milagro, pides mas de lo que ya tienes.

Bufo -Es inútil hablar contigo - le doy un vistazo rápido al reloj de pared, viendo que la hora se acercaba, aumentando mi ansiedad.

-Al fin coincidimos en algo- Juliette se encierra en el baño dando un portazo cuando azota la puerta.

A veces extraño la amistosa relación que solíamos tener cuando eramos niñas. Todo empeoró desde esa noche.

Sacudo la cabeza, queriendo evitar caer en ese recuerdo nuevamente.

Me apresuro a cambiarme, decidiéndome por un vestido color crema que era de Juliette el cual me llegaba un poco mas arriba de los tobillos. Unas zapatillas algo gastadas por el tiempo que ya a pasado; abrigada por el único suéter de tela que poseo y por ultimo mi indispensable pañuelo que adornaba mi cuello.

Una vez lista, me peino acomodando mi cabello castaño a un lado y salgo de la casa despidiéndome de mi hermana la cual me ignora por completo.

Camino apurada hacia la residencia donde habitaba mi peor pesadilla, la cual siempre quise evitar y que ahora voy por voluntad propia hacia ella.

La noche me produce una sensación rara que me produce temblores al no estar acostumbrada a ella. La oscuridad solitaria me hace sentir observada, como si alguien me espiara a través de ella.

Apuro mis pasos, si es que eso es posible, para así llegar cuanto antes a mi destino.

Cuando al fin lo hago, me detengo unos metros antes de pasar por el gran portón de hierro que te invitaba a entrar al mismísimo infierno. Trago grueso viendo como la gran mansión parecía hacerse mas gigante en la penumbra de la noche. Ni una sola luz, ni un solo sonido...nada, todo parecía abandonado, muerto.

Cuando una voz en mi cabeza me grita que salga corriendo, que huya mientras pueda... el sonido de una rama quebrándose detrás de mí me sobresalta. Me giro de inmediato, encontrándome con la nada. Tal vez fue algún animalito...si, debió ser eso.

Tomo una bocanada de aire animándome a dar el primer paso, luego el segundo, el tercero, el cuarto...y así hasta cruzar el portón, el jardín de flores secas, la fuente seca con el ángel de alas rotas, llegando por ultimo a la gran puerta de madera.

Antes de arrepentirme, toco la puerta la cual lastima mis nudillos dejándolos ardiendo y con una sensación rara en la piel.

Espero impaciente, rogando a que nadie atendiera así tendría una excusa para no encargarme de este trabajo. Pero mis plegarias fueron ignoradas cuando la puerta es abierta y una delicada silueta me recibe con aquella perturbadora sonrisa y extraña mirada.

  -Dulce Milagro, estábamos esperándote.

Fuerzo una sonrisa y extiendo mi brazo en modo de saludo -Es un gusto verte Lilith -ella acepta sin dudar mi mano y disimulo la impresión que me dio su frío toque -¿Tienes frío? -le pregunté cuando su temperatura me extrañó.

-Aprecio tu preocupación, pero estoy perfecta mi hermosa Milagro -me suelta y el alivio recorre mi cuerpo -Deberíamos entrar, el trabajo espera ¿No es así?

Asiento y me adentro a la gran mansión cuando ella se corre a un lado para que pueda pasar.

-Bien, creo que debería darte un rápido recorrido por la casa, es fácil perderse por aquí ¿Sabes?

De esta manera, Lilith me mostró cada rincón del primer piso, desde la sala de estar hasta el patio trasero. Luego proseguimos por el segundo piso donde ella me informó que de los cinco dormitorios, solo dos estaban en uso: uno era el de ella y el otro era donde yo podía descansar.

-¿Y el tercer piso? -pregunte cuando pasamos por un pasillo que tenía como fin una escalera en forma de caracol.

La joven detuvo sus pasos y al estar frente a mí, me dejó su espalda a la vista sin girarse en ningún momento -Allí se encuentra el cuarto de mi querido hermano y el ático...pero no podemos ir allí ¿Entiendes?

-Entiendo- si algo aprendí de mi trabajo es aceptar cualquier regla que te impongan, por mas extraña que sea.

-Perfecto, ya puedes comenzar entonces -se giró y me sonrió con alegría.

-¿Y los niños? -pregunté al notar que ella no mencionó nada de ellos ni me mostró sus cuartos.

Sus oscuras cejas se fruncieron -¿Cuales niños?

-Pues ¿Tus hermanos o primos? -me encogí de hombros -Los que debo cuidar -aclaré cuando su rostro seguía expresando confusión.                                                                                                                     Una carcajada de su parte hizo eco en el pasillo donde estábamos, sobresaltándome por su volumen -¿Que es tan gracioso?

-Aw, dulce e inocente Milagro -dijo cuando se calmó levemente -No tenemos ni hermanos y mucho menos...-una risita se le escapó -Y mucho menos primos, solo somos mi hermano y yo.

Incline la cabeza al no entender...o mejor dicho, al no querer entender.

-Entonces ¿A quien debo...

-A nosotros- ella se adelantó y su respuesta me congeló -Tu seras nuestra niñera y tu trabajo comienza YA.



Los gemelos: si lo quieren, lo obtienenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora