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En un pequeño apartamento algo lejano a Tokyo se observaba a un chico de estatura media abriendo las ventanas de la sala principal correspondiente a su hogar para simplemente para escuchar a la gente viviendo lo que algún día él creería poder.

Un poco más tarde, eran las cinco y media de ese mismo jueves, Iseul llegaba a la misma cafetería de todos los días para terminar trabajos de su universidad, iba bastante apresurado puesto a que su tren se había retrasado, lo cual, al llegar causó que únicamente hubiera una sola mesa en la que poder estar trabajando.
En ella, se encontraba un chico de cabellos morado oscuro casi negros, vestido con una simple camisa blanca, un sweater vest sobre ella y unos jeans negros.
Él se veía tan calmado y concentrado que no pudo evitar colocar lo mejor posible su ropa y cabellos para acto seguido pronunciar un "hola" casi inaudible y sentarse allí en silencio para comenzar con su rutina.
Minutos más tarde no comprendía que era lo que pasaba por su cabeza, se dispersó dejando de comprender todo lo que se encontraba a su alrededor exceptuando a aquel chico en frente de él, del cual ni siquiera conocía su nombre.

Su vista se deterioró en unos segundos abriendo paso a imágenes borrosas de las cuales solo fue capaz de diferenciar algún mínimo detalle. Cuando pudo volver a la realidad, un tiempo que no llegó a percibir había pasado, llamando la atención del chico delante de él, ahora, con una expresión de leve preocupación.

—Uhm, ¿estás bien? De repente quedaste como en un shock... o algo así. — Habló el de cabellos oscuros, mientras trataba de comprender la situación.

—Ah... creo que sí. — Respondió de manera simple tras haber vuelto a su consciencia e inclinarse hacia el lado en el que se encontraba su mochila para sacar una libreta con un pequeño estuche encima.

Sacó un lápiz y una goma para fijar su vista en el cuaderno ahora abierto frente a él, empezando a trazar cosas sin sentido para el chico que le observaba.

Ambos dejaron pasar el tiempo, mientras que el de cabello oscuro observaba curioso los trazos del rubio que tenía en frente, se veía tan entretenido frente a sus ojos que no se dió cuenta de que había dejado completamente de lado sus tareas.
Aún así, optando por olvidarse de ellas por unos minutos, decidió hablar:

—¿Qué es lo que dibujas? — Le preguntó al rubio con curiosidad.

—Dibujo lo que tengo en la mente. — Contestó con su vista fijada en el cuaderno entre sus manos.

—¿Y qué tienes ahora en mente? — De nuevo, preguntó el de cabellos oscuros.

—Justo ahora... a tí. — Le contestó levantando su mirada para conectar con la de él.

En cambio, la única reacción que pudo dar al respecto el otro chico fue el leve sonrojo que apareció en su rostro mientras apartaba su mirada escuchando la leve risita del rubio en el proceso.

—A todo esto no sabemos ni el nombre contrario. — Dijo el rubio con una leve sonrisa y los ojos semi perdidos en el cabello del contrario.

—Cierto, soy Ryōta Kimura, puedes dejarlo en Ryōta o apodos que se te ocurran, ¿y tu eres...? — Dijo como si nada antes de aquella pregunta hubiese pasado.

—Iseul Léandre, también puedes usar apodos. — contestó rápidamente con una leve sonrisa.

—Un gusto. — Fue la respuesta de ambos al unísono la única que se escuchó en la sala respondiéndose el uno al otro con sonrisas en el rostro.

Después de aquello ambos volvieron a sus tareas sumergidos en el silencio tan cómodo que se había formado en un par de minutos, aquel duró hasta que se rompió con la sorpresa de Ryōta al ver la hora en su teléfono.

El fin del verano en oriónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora