¿ Todo tiene fin ?

Volver al ataque

Omnisciente

Un día leí algo intrigante:"Las pesadillas nos infunden miedo, pero es a los sueños felices a los que tememos despertar. Ser optimista hace que un realista parezca pesimista; vivir en sueños es tener una reserva infinita de felicidad. Agradecemos que nos despierten de las pesadillas, pero si interrumpen un sueño feliz, nuestra reacción cambia. Borramos el número doce de los relojes, como cenicientas evitamos la medianoche. Odiando al despertador, nos preguntamos: ¿qué sería de la vida sin él?

Calderón de la Barca nos recuerda: "La vida es sueño, y los sueños, simplemente, sueños son". Tememos perder la felicidad, como si despertar de esos sueños fuese más riesgoso que enfrentar lo negativo. La paradoja surge al desear prolongar la dicha y evitar despertar, planteando la pregunta de si vivir en la esperanza y los sueños distorsiona nuestra percepción, como sugiere la frase: "Si eres optimista, un realista te resulta pesimista"."

Mila

Un año después

Desperté exaltada, estaba sudando a causa de una pesadilla que había tenido. Una pesadilla donde Lucas regresaba y me mataba. Últimamente, he estado soñando cosas demasiado extrañas, donde cada vez me culpa de su muerte. Se siente tan real.

Como todas las noches, mis lágrimas me visitaron. No puedo controlar mi llanto, me siento cansada de todo esto.

Me levanto a tomar agua. Estando en la cocina, quería agarrar un vaso cuando, otra vez, me encuentro a Víctor fumando.

—¿Pasa algo, Mila?

Giro asustada al escuchar la voz de mi madre. Ella me mira por encima de los hombros, su expresión cambia a enojo. Se acerca con rapidez, pasando por mi lado e ignorándome por completo.

—¡¿Otra vez fumando?! —grita. Toma el cigarro tirándolo al piso y pisándolo con enojo—¡¿a caso me has visto fumando?! —reprocha mientras le pega en la cabeza con desesperación—¡¿qué te pasa?! No eres así.

—Mamá —grita Víctor, tomando sus manos.

—¡Suéltame, mocoso, como te atreves a gritarme! —dice entre dientes mientras trata de soltarse del agarre—si quieres fumar, primero debes irte de esta casa.

—Eso haré —la suelta del agarre y camina hacia la puerta. Mi madre le grita que regrese, pero Víctor lo ignora. Sale y cierra la puerta de un portazo.

—¡¿Qué voy a hacer con ese niño?! —grita frustrada mientras cubre su rostro.

Víctor, desde ese entonces, empezó a fumar sin control. Me imagino que es su forma de desahogarse. La verdad es que no podía hablar con él, ya que nuestra relación no es la misma, y no es que estemos peleados, pero no encuentro la explicación para lo que está pasando, lo cual es peor.

Kila

Luego de todo lo sucedido, decidí dejar la escuela e irme con mis padres. Lo cierto es que no les importa lo que haga con mi vida, y eso lo tengo claro.

Me encuentro en un camerino, un santuario de vanidad, como dicen algunos. Escuchando el bullicio previo al espectáculo. Observo el lugar, el cual llevo un año conociendo, pero aun acostumbrándome.

El mismo tocador abarrotado de maquillaje y accesorios que se alinean junto a la mesa, el mismo sutil aroma a polvo compacto flotando en el aire. La misma ropa de diseñador colgada en perchas, esperando su momento en el escenario, y yo, la misma chica que todavía no puede creer su mentira.

—Y como postre, presentamos a la bailarina más esperada de la noche: ¡La gata!

—Te están llamando, perra —me arrebata el encendedor que tenía en las manos.