Señor Rectitud.

109 13 39
                                    

—Chengqing, tenemos que irnos. — espetó Mo Xi.

—¡S-sí! ¡Enseguida! —

Yue Chengqing acababa de ser asignado como compañero del General Mo. Estaba siendo entrenado para ser un buen policía detective con el mejor del distrito, pero no esperaba que esa belleza policíaca tuviese el carácter más gélido que había conocido. Sentarse junto a él era razón suficiente para desear ponerse una chaqueta.

Subieron ambos al pequeño auto de Mo Xi. Un Audi del año que llamaba un poco la atención y atraía las miradas de las cazadoras de billeteras que perseguían al joven general como polillas al fuego. A Yue Chengqing no le gustaba viajar en el auto del general Mo, pero él no tenía un auto para moverse durante las misiones y no le quedaba otra opción.

—Iremos al pabellón Luomei. Aparentemente es otra vez el imbécil de Murong Lian, el traficante de marihuana que llevamos persiguiendo desde hace tres malditos años. — Mo Xi se llevó dos dedos a la frente y presionó con estrés. —Estoy tan hastiado de esa basura... El reporte dice que levantó un... —

Mo Xi era la personificación de la rectitud, por lo que palabras como "prostíbulo" y "table dance" no formaban parte del vocabulario que podía salir de su boca. Yue Chengqing vio su expresión complicada hincharse como un globo, esperando a ser tocado por Murong Lian como su fuese una delgada aguja risueña.

—¡Sí, sí, sí! ¡Un putero! Algo leí en el reporte. — continuó Chengqing, recibiendo una mirada que podía prender en llamas cualquier cosa por parte de Mo Xi.

—Dilo con propiedad. — reprendió Mo Xi. — Iremos allí en calidad de infiltrados para ver el movimiento y cuando encontremos la anomalía principal llamaremos a los refuerzos. ¿Entendiste? Si ves algo extraño, cualquier cosa, debes decírmelo y llamaremos a los refuerzos. Por nada en el mundo debes actuar por tu cuenta, estamos en un terreno peligroso. Murong Lian puede parecer inofensivo pero por algo es uno de los jefes del tráfico de drogas más difíciles de atrapar.

Yue Chengqing asintió con seriedad, pero su joven cuerpo no podía ocultar una ligera emoción. Después de todo, seguía siendo un hombre joven y vitalicio, lleno de energía que no dudaría en gastar con una de las bailarinas por el bien de la búsqueda de información.

Para esta misión Mo Xi había tomado la decisión de disfrazar a Yue Chengqing como un rico joven amo, mientras él iría detrás de él como su escolta. Daría la apariencia adecuada de una persona que está dispuesta a gastar bastante dinero y Murong Lian no vería ningún problema.

El uniforme oscuro que recordaba a los diseños de Hugo Boss para los ejércitos antiguos de Mo Xi se acomodaba como una segunda piel a sus largas piernas y anchos hombros dándole un aspecto bien estilizado. El pelo negro como la tinta fue peinado hacia atrás, haciéndolo parecer un elegante cuervo cuyas plumas de obsidiana colgaban casi tocando sus hombros. En su ojo izquierdo se había maquillado una cicatriz larga que cruzaba desde la ceja hasta el pómulo, haciendo su mirada aún más afilada y peligrosa.

Por otro lado, Yue Chengqing vestía más despreocupadamente. Una camisa blanca y holgada sin fajar, pantalones negros de vestir y un saco negro informal. Habían usado algunas joyas caras incautadas por la misma policía para hacer más creíble su fachada. Entraron en el establecimiento sin ninguna dificultad.

El pabellón Luomei estaba dividido en tres partes: Las salas de strippers, las habitaciones de las prostitutas y las oficinas de los traficantes. Según el reporte previo obtenido de un cliente habitual al entrar encontrarías un amplio salón con unas escaleras en el centro. Tres pasillos diferentes detrás de las escaleras llevarían a las tres salas del club de strippers. La primera estaba conformada por una barra y bastantes jaulas donde las bailarinas colgaban de diferentes alturas, la segunda contenía un gran escenario con un tubo metálico en el centro, la tercera era más una especie de antro donde las bailarinas dispuestas a ir por más dinero entraban y salían con los clientes seduciéndolos para acompañarlas al segundo piso. En el piso de arriba se encontraban las alcobas de cada una de las bailarinas, cuando llevaban un cliente cerrarían su puerta colocando un letrero rojo y se acostarían con quien pagara el precio suficiente. Al centro de las alcobas había un largo pasillo de paredes negras iluminado únicamente por una luz neón roja a la altura de la cintura que se extendía hasta el fondo. Tras la puerta de dorada perilla se encontraría la oficina de Murong Lian.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 28, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Señor Rectitud.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora