Llena de gracia

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“Mañana: ¡mágica palabra la noche en que se nos ha dicho que somos amados!”

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Los rayos del sol iluminaban de forma radiante a todo el pueblo del Encanto, no era para menos ¡Pronto nacerían otros dos miembros de la familia Madrigal!

En la cima de una colina, imponente y colorida, se elevaba la casa Madrigal. En su interior, tres mujeres conversaban animadas sobre el futuro y sobre las vidas que en sus vientres se gestaban.

—Me pregunto si nuestros hijos se llevarán bien —suspiró Julieta.

—Dios quiera que sí —respondió otra mujer, no perteneciente a los Madrigal, pero amiga muy cercana a la familia —, ¿Vos qué opinás, Pepa?

—Más les vale llevarse bien o a los tres les caerá un rayo encima —las tres dejaron soltar una carcajada luego de eso.

Las tres eran amigas desde muy niñas, pero sus familias se conocían desde antes de la fundación del pueblo. Ellas eran Pepa, la mayor de los trillizos Madrigal; Julieta, su hermana; y Adiela Ospina.

Adiela había sido de gran ayuda para el pueblo cuando Pepa dió a luz a su hija Dolores y se había desempeñado como partera las dos veces que Julieta se encontró en labor de parto. Su alegría era inmensa al saber que ayudaba a qué una vida llegara al mundo, deseaba siempre poder dar su granito de arena a tan noble causa.
Pero esta vez, no sería posible, esta vez ella no podría ayudar.

—Adiela ¿tú y Alonso ya pensaron en un nombre para el bebé? —cuestionó Pepa con entusiasmo —. Félix y yo hemos decidido que si es una niña, se llamará Norma Constanza, igual que la abuela de Félix; si es niño le pondremos Camilo.

—Pensé que, si era niña, la llamarían Amanda ¿por qué el cambio? —dijo Julieta.

—¿No supiste? Carmen le puso ese nombre a su hija, ella es la exnovia de Félix y me niego a que una hija mía comparta nombre con la hija de la ex de su padre —hizo una pausa al ver las miradas divertidas que intercambiaban las otras dos. Una pequeña brisa ya se hacía presente, pero se fue tan pronto como llegó —. Volviendo al tema inicial, Adiela ¿Cuál será su nombre?

La mujer de cabello castaño bajó con tristeza su oscura mirada y acarició suavemente su abultado vientre.

—Aún no lo hemos pensado —las otras dos le dirigieron unas miradas confusas —. Ay amigas, yo es que tengo como una angustia en el pecho ¿Qué pasa si este niño también nace muerto?

—Eso no ocurrirá, querida amiga —le animó Julieta —, tu bebé nacerá saludable y podrás verlo crecer.

—Yo prefiero no hacerme ilusiones, no soportaría pasar por ese dolor nuevamente —Pepa se acercó a ella para consolarla, Adiela ya se encontraba derramando lágrimas —. Ay mijas, vustedes no saben lo terrible que es cuidarse una dieta y no tener a tu hijo en brazos.

Julieta se unió al abrazo, ella sabía lo mucho que sufría su amiga.

No era el primer embarazo de Adiela, en sus diez años de matrimonio con su esposo Alonso, ella había estado embarazada cinco veces... Lamentablemente, todos sus hijos habían nacido muertos.

Las tres se sumieron en un profundo silencio, pero este no duraría mucho.

—¡Mamá! —la voz de una pequeña Luisa resonó por la casa.

La menor entró en la sala siendo seguida por sus tíos, su padre, su prima y su hermana, el esposo de Adiela también estaba ahí; ellos habían estado en el pueblo, hacían algunos encargos y compraban los ingredientes que Julieta había encargado para el almuerzo.

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⏰ Última actualización: Apr 01, 2022 ⏰

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