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No sabía cómo empezar a redactar el documento que justificaría la escena que encontraría probablemente mamá al entrar a mi habitación, se que la confusión y el dolor se van a apoderar de su cuerpo y mil preguntas van a instalarse en su mente.  Desesperada buscará respuestas a las dudas que estarán azotando su cabeza en ese instante, pero estoy seguro que él dolor  y el arrepentimiento  serán las emociones que obtendrán el protagonismo en las 72 horas posteriores al suceso. Arrepentimiento,  será entonces que  va a lamentar cada segundo en el que ella se negaba a darme una respuesta  que consolara mi desesperado y aturdido corazón  que solo deseaba comprensión y un abrazo acogedor que le hiciera saber que después de todo no estaba  solo.  Aún con un documento que avale  mi decisión, se que las preguntas estarán ahí, porque nunca hubiera podido encontrar las palabras correctas para llenar el trozo de papel blanco  que contemple por horas en mi habitación, precisamente buscando la forma más clara de expresar mi deseo, se que tendrá mil dudas de las cuales, ni en 10 años obtendrá  respuesta, una carta suicida se me hacia algo innecesario y por ello decidí omitirla.

Ahora viviendo en carne propia los que serán mis últimos momentos en este mundo, comienzo a tener una idea de cómo redactarla, pero sostengo lo antes mencionado, con o sin ella estarán ahí las dudas que jamás serán aclaradas.  Observé una vez más el techo de mi habitación el cual conocia tan bien, pero desde aquí abajo se ve muchísimo más alto que desde mi cama, lucia inalcanzable, como todos aquellos sueños y metas que una vez me plantee. Con el rabillo del ojo observe como el frasco que contenía las pastillas que previamente ingeri, rodaba lentamente alejándose de mi,  el suelo estaba tan frío,  ya estaba familiarizado con ello pues en muchas ocasiones permanecí en el suelo  hasta el amanecer pensando en todo lo negativo que me había ocurrido y aun podía suceder, esos eran sólo algunos de mis problemas, me anticipaba a los hechos y creaba situaciones que probablemente nunca sucederían, era bastante negativo respecto a todo  y  no hacía nada por cambiar, pero todo a mi alrededor era tan negativo que no hacía falta esforzarme por mejorar pues tarde  o temprano la negatividad terminaría consumiendome de nuevo.

No sentía  arrepentimiento, no sentía dolor, no sentía temor, nisiquiera cuestionaba mi estado actual  y sólo me detuve a imaginar de forma bastante rápida lo que pondria mi acta de defunción, si, después de todo morir era algo que realmente deseaba así que  ya había contemplado todo lo que  un suicidio implicaba, por lo que sería algo así:

Mi nombre y apellido seguidos de la hora y fecha  en las que dejé este mundo y en causa vendría algo como ingesta  de fármacos, edad y mis datos en general, la firma de quien corresponda y un sello igualmente, de quien corresponda.

Y entonces mis suposiciones sobre la documentación de mi muerte fueron interrumpidas por un momento que no imagine que fuera a vivir, vi mi vida, mi corta vida pasar frente a mis ojos, los cuales estaban entrecerrados y débiles aun contemplando  el techo. Más que un mito o una creencia fue una realidad. Entonces  cerré los ojos, sabía lo que seguía y fue así como terminó mi vida, yo... Leo, con tan solo 16 años había muerto en el suelo de mi habitación   recordando todo lo que me llevó a este preciso momento que se desvaneció    en lo que creí que sería la nada...

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⏰ Última actualización: Mar 28, 2022 ⏰

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