CINCO

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JOAQUÍN

—Oh Dios mio, ¿Acabas de flirtear con ese bombón? Diablos chico, cuando decides hacer alarde disparas alto. —El asombro en la voz de Nicolas me dieron ganas de reír. Sin embargo, el hecho de que me sentía como si estuviera a punto de vomitar mantuvo el humor a raya. Emilio me registró. Sus ojos habían examinado lentamente mi cuerpo. Sentí la necesidad de avivarme a mí mismo con la estúpida montaña bajo mi beber. Sentí la necesidad de abanicarme con el estúpido porta vasos bajo mi bebida.

—Lo conozco. Y nos sentaremos con él y sus amigos —anuncié buscando mi bolso y soda.

—¿De verdad?

Niko chilló alegremente, agarrando su mochila del asiento a su lado y poniéndose de pie. El pantalón híper apretado que usaba, y la camisa que dejaba bastante piel expuesta en su pecho. Él chico hacía voltear cabezas cuando caminaba por ninguna otra razón más que su cuerpo en exhibición.

—Vamos —espeté y me dirigí hacia Emilio que se encontraba parado justo donde lo dejé, esperando por nosotros. Sus ojos se dirigieron a Nicolas y le vi evaluarlo de la misma manera que había hecho conmigo.

Un mórbido nudo se formó en mí estómago y luché contra el impulso de empujarlo detrás de mí. No quería que él hiciera esa lenta caminata sexy por su cuerpo con la mirada.

—Está tan malditamente sexy —siseó Nicolas a mi lado.

Irguió aun mas su postura, y balanceo las caderas como gato asechando a su presa, se preparaba para dar rienda suelta a sus habilidades con Emilio.

—Él no, Niko. Elige a uno de los otros. Simplemente no él. —Traté de sonar como si no estuviera suplicando pero no hubo enmascaramiento de la desesperación en mi voz.

Oí un pequeño jadeo junto a mí.

—Él es la razón por la que tú... —Su voz se apagó mientras su mente daba vuelvas en lo que acababa de descubrir—. Oh, guau. Lo entiendo. No voy a robarlo.

No, pero él todavía se veía sexy, y con buena práctica en el mundo de los hombres. Esas eran todas las cosas que a Emilio le gustaban.

Cuando lo alcanzamos, sabía que tenía que hacer una presentación por más que lo odiara. ¿Por qué simplemente no lo dejé en el bar para que coqueteara con el camarero y pretender como si ni siquiera existiera? La mirada apreciativa de Emilio se hallaba cerrada en Nico y a pesar de que él había prometido que no coquetearía, estaba arraigado en su personalidad, simplemente era algo que no podía evitar.

—Hola, soy Nicolas—arrastró las palabras con una voz sexy que me hacía tener ganas de abofetear su estupidez.

—Es un placer conocerte, Nicolas —respondió, tomando su mano en la suya y... ¿Acaba de apretarla?—. Soy Emilio. Un viejo amigo de Joaquín.

El hecho de que hicieron sus propias introducciones no pasó desapercibido para mí. No podía abrir la boca, con miedo de que soltara el gruñido enojado que vibraba en mi pecho. Por el momento, realmente odiaba a Nico.

Iba a pasar el verano con un chico que se supone era su novio pero ¿él desataba todos sus encantos para conseguir a Emilio? ¿Una aventura de una noche? Me estremecí ante el pensamiento. Podría matarlo si se atrevía.

—¿Joaquín? —La voz de Emilio me arrancó de mis pensamientos viciosos y parpadeé varias veces para aclarar mi cabeza.

—Um, sí, lo siento —respondí.

—Está cansado por el viaje —explicó Nicol, cubriéndome. No había duda que sabía que estaba mal.

—Pregunté que si quieres que te lleve a casa de Diego después que comamos, así Nicolas no tendrá que hacerlo.

Oh, me ofrecía un aventón. Niko tendría que irse. Si, por favor.

—Eso sería genial. Gracias. —Traté de mantener la emoción fuera de mi voz. Una sonrisa de satisfacción apareció en sus labios y quería llegar a más y sentirlos. A ver si eran tan suaves como parecían. ¿Qué extraño es eso?

Emilio abrió el paso y otros dos chicos sonreían hacia nosotros. Se podía ver la curiosidad sorpresiva en sus ojos.

—Chicos, es Joaquin, el primo de Daniel, y su amigo Nicolas. Esperaban una mesa y me ofrecí compartir la nuestra. —Emilio se volvió hacia nosotros—. El chico a la izquierda es Andrés y el chico a la derecha es Diego.

Andrés tenía una bonita sonrisa y el pelo corto y oscuro. Era apenas lo suficientemente largo para dar la vuelta a algunos mechones en la parte delantera. Sus ojos de color marrón oscuro parecían cálidos y divertidos. Me gustó al instante. Tenía que escoger un lado del semicírculo para deslizarme y parecía el menos amenazador de los dos. Tomando un rápido vistazo a Diego, vi que absorbía el trasero de Nicolas con su mirada. Los cabellos rubios que se asomaban fuera de su gorra de béisbol eran lindos, pero el brillo sexual en sus ojos era un poco desconcertante.

—Nicolas—dijo Emilio, señalando que se deslizara al lado de Diego. Me moví hacia el lado de Andrés.

Luego vi que Emilio se deslizó detrás de Nicolas y mi estómago cayó. Tenía que elegir un lado y sin un segundo pensamiento, había elegido el de mi amigo. Su oferta de llevarme hasta la casa de Daniel ahora parecía sin importancia. Lo había hecho para ser considerado porque así es como él era. No porque se sentía atraído hacia mí o siquiera interesado. Era un idiota.

—No sabía que Daniel tenía un primo —dijo Andrés a mi lado. Retiré mis ojos de Emilio mientras se deslizaba con Nicolas y me enfoqué en el chico a mi lado. Al menos él no lucía molesto de estar conmigo, en vez de Nico.

—Um, sí, soy el único. Vivo en Canadá y suelo visitarlo una vez al año, a lo mucho.

Una fácil sonrisa salió de sus blancos dientes perfectamente rectos. Me gustaban buenos dientes en los chicos. Andrés no era difícil de mirar tampoco. Sus oscuros ojos resaltaban con unas largas pestañas.

—Así que, ¿Te quedas mucho tiempo?

—Todo el verano —respondí. La sonrisa de Andrés parecía aprobarlo y asintió con la cabeza.

—Genial —respondió, luego levantó su mirada a la camarera que acababa de acercarse.

—¿Qué puedo ordenarles para beber? —preguntó metiendo un mechón de pelo marrón detrás de la oreja y forzando una sonrisa que no alcanzó sus ojos.

—Coca cola —anunció, luego miró la mía casi vacía—. Que sean dos. —Ordenó por mí. Me gusto eso. Ningún chico había ordenado por mí. Me hizo sentir extrañamente especial.

—Un destornillador para mí —dijo Nicolas como si fuera a salirse con la suya. Lo fulminé con la mirada y me dio una pequeña sonrisa.

—Identificación —respondió la mesera y esta vez sonreí mientras Nicolas inmediatamente lucía de arrogante a irritado.

—No la tengo conmigo —respondió en tono molesto.

—Apuesto a que no —murmuró la mesera.

—¿Estás diciendo que no parezco de mayor de edad? —preguntó Nico como si estuviese asombrado de que alguien siquiera hiciera esa pregunta.

—Sí, eso es lo que estoy diciendo —dijo la mesera sin expresión.

Nico abrió su boca para discutir, sin duda, y sabía que necesitaba meterme y pararlo, antes de que nos despacharan a todos.

—Sólo tráigale una cola dietética, por favor —le dije a la mesera con una sonrisa de disculpa y luego envié una mirada de advertencia a Nicolas. Carraspeó y cruzó los brazos sobre el pecho en un puchero.

Todos los demás ordenaron sus bebidas. Emilio se inclinó para susurrarle algo a Nicolas, que lo hizo reír y decidí que tenía que centrarme en el menú y simplemente salir de esto. No sé por qué había esperado algo diferente.

—Lo manejaste bien —susurró Andrés, abriendo su menú junto a mí. Me asomé por encima de él y sonreí.

—Gracias. Sucede mucho.

Sonrió y estudió su menú. Yo hice lo mismo.

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2.- YO SOY TUYO (EMILIACO) TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora