TIEMPO DE REENCUENTROS

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—Alba Martínez Reche, nacida en 1886 en Valencia, hija mayor de Miguel Ángel Martínez, miembro de la burguesía catalana y empresario, y Rafaela Reche hija de una de las mejores familias valencianas de la época. Estudiante de derecho en la facultad de Barcelona, la segunda de su promoción por el mero hecho de ser mujer. Fue una ferviente defensora de los derechos de la mujer y de la clase obrera, a pesar de sus orígenes burgueses. Estaba destinada a ser tan importante como Clara Campoamor o Victoria Kent.

—¿Y qué pasó? —Preguntó la muchacha de unos veinte años que escuchaba atenta la historia de esa mujer a la que contemplaba en aquella fotografía en blanco y negro posando desafiante, mirando directa a la cámara sin pudor, algo en ella le resultaba hipnótico, cercano, sin ni siquiera saber el qué.

—Me reclutó Noemí para formar parte de algo mayor. —dijo Alba a sus espaldas— Cada día te las buscas más jóvenes.

La joven se sonrojó sin poderlo remediar, no podía ser cierto lo que estaba viendo, la misma chica de la fotografía ahora frente a ella, unos años mayor, pero no los suficientes. Se fijó en su cabello rubio recogido en una simple coleta, vestía un elegante traje y por la cantidad de maquillaje seguro venía de alguna fiesta importante.

Alba tampoco se quedó atrás, algo en esa chica llamó toda su atención, con unos ojos tan azules que ensombrecían cualquier día claro, contrastados con su pelo azabache, sin duda una belleza de las que pocas veces se ven. Pero no era eso lo que intrigó a Alba, aquella joven tenía algo que ella ya había visto antes, pero no podía ser, Noemí carraspeó llamando la atención de ambas. La joven dio un paso atrás permitiendo a Alba pasar por su lado.

—Tienes una reunión con el jefe en veinte minutos.

—Lo sé, voy a cambiarme ahora mismo. —dijo sin mirar a la mujer mayor.

—¿Cómo ha ido la misión?

—Sin problemas, Bayona ya tiene su Goya como se suponía.

—Eso fue anoche. —Contestó Noemí y Alba se giró sonriéndole.

—Nunca hay que desaprovechar una buena fiesta, menos aún cuando está llena de actrices guapas.

—Es incorregible. —Murmuró Noemí cuando se hubo ido.

Alba entró por la puerta de cristal que daba a la cafetería, ya no sonreía, le daba igual que todos pensaran que era una persona fría y distante, mejor que fuera así. Si nadie se te acerca nadie sale herido, ella sabía bien qué era eso y no iba a volver a pasar por lo mismo.

—¿Era? —Noemí asintió.

—Ya te he dicho que este no es un Ministerio cualquiera Aura. ¿Seguimos? Hay que ponerte al día con todo antes de presentarte al Subsecretario.

—Claro. —Aura caminó al lado de Noemí mientras ésta le seguía explicado todo acerca de ese lugar tan especial.

—Al final del pasillo tenemos las oficinas, la del Jefe de Seguridad Guix y la mía, y esa puerta es la que da acceso al pasillo de las puertas.

—¿Las puertas? —Noemí asintió.

Aura se detuvo en mitad del pasillo y Noemí se giró para mirarla, era consciente de la cantidad de información que estaba recibiendo y aún no habían ni siquiera empezando con lo más importante. Joan no estaba del todo de acuerdo con su idea, contratar a Aura como agente era poner en riesgo muchas cosas, pero entendía los motivos de su subordinada y amiga, por eso había accedido, pero también porqué le debía mucho a otra persona y ya iba siendo hora de ponerle remedio. Él mismo era conocedor de como Alba, su mejor agente sin duda, había comenzado a caer en un espiral del que necesitaba salir antes de que fuera tarde. Muchas pérdidas, mucho dolor en poco tiempo. Y la peor parte, un conocimiento parcial de la verdad, por su bien, pero parcial. Solo él, Noemí y Guix conocían toda la historia y sabían que pronto llegaría el momento de traer luz a esas sombras.

EL MINISTERIO DEL TIEMPO (ALBAYA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora