[17:43] 26 de septiembre, 2021

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Tengo las manos llenas de barro y las uñas rotas de tratar de plantar flores en mi jardín. Ojalá tener el don y la gracia de mis predecesoras para hacer que broten. Tengo la certeza de que hacen magia divina y llevan a cabo rituales secretos a la luz de la luna cuando todo el mundo duerme. Sus flores tienen luz propia, sus colores parecen de otro mundo, sus fragancias son inconfundibles. Estoy segura de que, cuando riegan su vida en el alba, le cantan a Deméter. Yo, por el contrario, no le rezo a ningún dios y tengo por costumbre regar al anochecer. Quizás sea por eso por lo que he ahogado mis pensamientos y hortensias entre recuerdo y realidad. 

Tengo  las manos llenas de cicatrices de quitar malas hierbas, pero pocas veces consigo arrancarlas de raíz. Siempre vuelven a salir. Dicen que hierba mala nunca muere, pero se equivocan. Les demostraré a todos que se equivocan. Mi jardín volverá a la vida y todas mis flores, incluso mis orquídeas, brillarán bajo el sol de un nuevo amanecer.

Ecos de una vozDonde viven las historias. Descúbrelo ahora