Capítulo 4.- ¿End?

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Y abrió los ojos una vez más, sintiéndose pesado, y sin estar seguro por cuántas horas había dormido, lo que sí sabía, era con quien había dormido, sin embargo, al buscar a su alrededor, no logró dar con los resplandecientes ojos verdes que ahora le parecían hipnóticos. 

Cinco se giró levemente en la cama y suspiró, se sentía bastante reparado después de todo el esfuerzo físico y descanso forzado. 

Poco a poco logró hacerse más consciente de su entorno, hasta que escuchó claramente el sonido de la regadera. 

De inmediato se puso de pie, para ir a echar un vistazo, sólo para asegurarse que Damian aún le acompañaba; en efecto, al abrir la puerta, halló el cuerpo desnudo del endemoniado príncipe. 

El joven amo del tiempo, se quedó mirando largamente, al chico, que le daba la espalda, disfrutando del agua contra su piel. 

–¿Te gusta lo que ves? 

Damian miró de soslayo. 

–No estoy seguro de si eres un ángel, o un demonio 

Confesó cinco, recargándose en el marco de la puerta. 

–Ante los ojos del desdichado, el demonio siempre se ve como un ángel… 

Respondió Damian, y se giró por completo para dedicarle una sonrisa al contrario. 

Fue Damian quien tendió sus manos como llamándolo, y Cinco reaccionó con ligereza, moviéndose hasta él, entrando al flujo de la regadera, y enredando su blanca piel contra la tez morena, generando un contraste prácticamente envidiable. 

Cinco era ligeramente más alto que su contraparte, pero no fue hasta que se abrazaron que la diferencia fue notable, ya que Damian tuvo que estirarse un poco para alcanzar la boca ajena.

Al principio en verdad estaban tomando un baño, es decir, usaron shampoo y jabón, cubriéndose de espuma que se arremolinaba en la coladera abierta, pero poco a poco el calor de su piel los atrajo peligrosamente.
¿Aquella atracción había estado allí desde que se vieron?

La lengua de Damian era cálida, y al apartarse quedó expuesta levemente por encima de su labio inferior, lo que atrajo a Cinco, así que tomó la cadera ajena y la apretó contra la suya, frotándose descaradamente. 

El ruido que se escapó de la garganta del príncipe fue un jadeo, que a Cinco le pareció tan provocador, que inevitablemente tomó la pierna ajena hasta elevarla a manera de escuadra, antes de besarle de nuevo. 

Parecía como si se enredasen en un paso de baile, Cinco era quien guiaba, probando la flexibilidad de Damian, hasta convertirse en un caballero y arrodillarse delante del joven príncipe. 

Acarició la pierna del moreno, y repartió besos en su rodilla, mientras subía por la pierna, hasta llegar a la entrepierna del chico. 

Damian mantenía el equilibrio perfectamente, con una mano apoyada en la pared, mientras su barbilla levantada, aún con su expresión bañada de placer, le daba su aire de dominio. 

Cinco abrió la boca, y sin reparo alguno, lamió el área de los testículos, dejando que la pierna de Damian se apoyara en su hombro, consiguiendo con facilitar una portentosa erección, que acarició con una de sus manos. 

Damian trataba de mantener la mente despejada, concentrándose en el flujo del agua que resbala por su piel, pero cuando sintió los dedos de cinco explorar su zona más prohibida, un gemido se le escapó, sintiendo como claramente su cuerpo se contraía por el deseo. 

Cinco empujó lentamente dos dedos al interior ajeno, teniendo un grato recibimiento, pues la entrada de Damian era cálida y suave, además de que aún lamía el área erógena de Damian, ubicada justo entre sus testículos. 

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